La
condición de liderazgo es indisociable al mundo empresarial. Una
cualidad para muchos innata, para otros aprendida, que bajo nuestro punto de
vista sólo tendrá garantía de éxito desde el carisma, la humildad y la
cooperación.
Una
condición que más allá de explicaciones, teorías y reglas, podemos describir en
base a la figura de Nelson Mandela. Sí, es cierto que estamos ante un caso
de líder político, pero las claves de su éxito son el ejemplo perfecto para
marcar las pautas a seguir si se quiere ser un buen líder, ya sea para
dirigir la propia empresa o como parte de ella.
De
entre todas las características como líder a destacar en Nelson Mandela, la
permanente sonrisa, la capacidad de empatía y su habilidad para superponer
los intereses comunes al beneficio propio, pueden resumir el todo.
Hoy,
un líder que procure el éxito en los resultados sin abandonar la
efectividad, la buena imagen o la productividad, no debe basar su actitud en la
superioridad, el miedo o el autoritarismo. Con eso quizás consigas que los
empleados rindan más, pero lo que seguro obtendrás son empleados descontentos
contigo y con tu empresa.
El líder
cooperativo es astuto y escucha siempre las opiniones del
resto aunque puedan parecerte inadecuadas. Cuando Nelson Mandela llegó a la
presidencia no cambió el equipo de gobierno, mantuvo a los ya existentes. Los
mismos contra los que luchó como activista y acabó pasando 27 años en prisión,
los mismos que alimentaban la segregación racial sudafricana durante el
apartheid. Pese a todo basó su liderazgo en ganarse el respeto del adversario.
Es cierto que la competencia es tu contrincante pero no bases tus acciones
en el conflicto.
Y
no nos olvidemos del carisma, cualidad innegable en Nelson Mandela, que
debe reflejar la confianza en sí mismo y en su equipo de trabajo como
estrategia para dirigir el rumbo de la empresa. Para ganar esa confianza
no sólo ordenes, escucha al equipo, refuerza los valores positivos de tus
empleados y enséñales a sacar lo mejor dando a cada cual el
protagonismo y reconocimiento que merece en cada momento. El líder tiene que
saber “hacer piña” con el equipo, transmitir y exteriorizar el concepto de
que en la empresa todos son uno, más allá de las jerarquías, porque unión
es sinónimo de éxito.
Ese
carisma no debe ser mal entendido como protagonismo. En su niñez, Mandela
trabajó como pastor, y siempre ha reconocido haber aprendido el liderazgo desde
ahí, dirigiendo al ganado desde atrás.
El
líder es la referencia. Pero independientemente del entorno y del
contexto de su equipo empresarial, tiene que aplicar lo que podemos definir
como las tres “C”: claridad, coherencia y consistencia para el equipo.
En
conclusión, para nosotros el líder dirige pero no impone.
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