Admiro
(admiraba) a la gente que se fija objetivos a largo plazo y planifica toda su
vida con el único fin de conseguirlos; quizás los admiro porque yo soy incapaz
de hacerlo, porque a mí me gusta dejarme llevar por la corriente y sorprenderme
con lo que encuentro en el camino y cambiar de rumbo cuando crea que me
conviene. Son actitudes diferentes claro está, y probablemente los resultados
también lo son.
Por eso,
me quedó grabada a fuego una conversación que tuve en mi adolescencia, con un
amigo, sobre qué queríamos ser de mayores. Ante mi “yo no lo sé” mi amigo tenía
claro su futuro profesional: “estudiaré derecho, después un MBA en alguna
escuela de negocios de prestigio, trabajaré en varias empresas pasando por diferentes
áreas funcionales para tener una visión general de las empresas y acabaré como
Director general de alguna organización”, y efectivamente así lo ha hecho.
Eran tiempos de carreras
profesionales lineales, ascendentes, en los que te podías planificar tu
carrera profesional con bastante probabilidad de cumplir con tu objetivo. ¿Alguien
se acuerda?
De las carreras lineales pasamos
a las Protean Careers (no encuentro traducción al
castellano), término acuñado por Douglas T. Hall (desarrollado en 2002), nombre
que viene de la mitología griega: Proteo, hijo de Poseidón, Dios
que se caracterizaba por predecir el futuro y por tener gran capacidad para
adaptarse a los cambios y versatilidad. Os podéis imaginar las características
de las Protean Careers: a diferencia de las carreras lineales de
progresión ascendente, y enfocadas a las necesidades de la organización, éstas
son las que planifica y dirige el propio profesional en función de sus
necesidades y preferencias, considerando que cada profesional es el responsable
de su desarrollo y de moldear su carrera. Pasamos a entender las carreras
profesionales no como un pacto con la organización, sino, un acuerdo contigo
mismo. De este tipo de carreras profesionales hablaba Santi Garcia en su
post “Empleados
protéicos”.
Carreras profesionales líquidas
Pero estamos en tiempos
líquidos… “hemos pasado de lo sólido, estable, repetitivo, a lo flexible
y voluble, tiempos en los que las estructuras sociales ya no perduran el tiempo
necesario para solidificarse y no sirven como marcos de referencia. La
incertidumbre nos ha llevado a renunciar a la planificación a largo plazo, el
olvido se presenta como condición de éxito. Bauman
Estamos en la era de las carreras
profesionales líquidas – aunque más que una carrera parece un viaje de
aventura- . Carreras que exigen que los profesionales sean flexibles, que estén
dispuestos a cambiar de profesión, a reinventarse continuamente, a cambiar de
país sin problemas, a abandonar compromisos y lealtades.
En los
tiempos que corren, las carreras profesionales (como las conocíamos hasta
ahora) han muerto:
o
No
hay trabajo ni empresas para toda la vida (mejor dicho: no hay trabajo, te lo
tienes que inventar)
o
Surgen
nuevas profesiones que hace 10 años no podíamos ni imaginar, ¿cómo íbamos a planificarlas?
o
Vivimos
en entornos de globalización, no sabemos en qué punto del globo acabaremos
trabajando
o
Nuestra
marca personal es líquida, permeable, cambiante, flexible se adaptará a
nuestros diferentes momentos profesionales
¿Qué
hacer ante esta nueva situación?
Nadie lo
sabe pero el sentido común nos dice que:
o
Deberíamos
estar monitoreando y evaluando constantemente el mercado de trabajo para –
preveer futuros desarrollos, tendencias, cambios de la industria y el mercado
…. Y adelantarnos a ellos.
o
Deberíamos asumir riesgos, aunque menos calculados de lo habitual, ya no tenemos
referencias para calcularlos.
o
Adquirir nuevas habilidades,
relaciones y valores necesarios para afrontar los
cambios
o
Marcarnos
objetivos y planificar, pero con la suficiente cintura y flexibilidad como para cambiar de rumbo.
o
Convertirnos
en nómadas del
conocimiento (knowmads) que gracias al aprendizaje invisible
que nos aporta la red y la nueva cultura del compartir, somos mucho más dueños de nuestro
conocimiento y de nuestra carrera profesional.
o De nuevo adquieren importancias
nuestros Entornos
Personales de Aprendizaje (EPA) imprescindibles en la gestión
del conocimiento y aprendizaje continuo, para el continuo desarrollo, y
observación del mundo.
¿Qué papel juega RRHH en todo esto?
¿Cómo
gestionamos el compromiso, el engagement de los profesionales de
nuestras organizaciones?
¿Cómo acompañamos a los
profesionales de nuestra organización en el viaje hacia su desarrollo
profesional?
Los de RRHH no somos sherpas,
somos compañeros de viaje, que podemos ayudar a las personas de nuestra
organización a adquirir las habilidades necesarias para
disfrutar de la aventura: flexibilidad, resiliencia, adaptabilidad, tolerancia,
apertura, capital social, curiosidad, innovación, creatividad, capacidad para
gestionar la incertidumbre, improvisación.
Y dotarlos de las herramientas
necesarias para su autodesarrollo y su aprendizaje invisible: Los
Entornos Personales de Aprendizaje (EPA)
Hace un tiempo escribía la
siguiente reflexión en el post “Atrapados en una
celda de oro” que
sigo sin saber contestar:
Está claro que cada uno es
responsable de sí mismo, de su evolución y crecimiento; aunque considero que
las organizaciones, deberían desempeñar un rol en la sociedad de contribuir
a construir un mundo mejor, contribuir a través del apoyo en el aprendizaje
y crecimiento personal de sus trabajadores. Necesitamos organizaciones que
lideren y se comprometan para encontrar significado en el mundo. Aunque….es
claramente un riesgo invertir en el desarrollo personal de alguien que puede
dejar la empresa en cualquier momento y probablemente gracias a ese crecimiento
vital ¿Como le retorna a la empresa la inversión realizada para ayudar a crecer
a alguien?
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