El concepto está de moda, y con razón. Al igual que la “resiliencia” (del latin resilio, saltar o rebotar) de un metal, la energía de deformación que puede ser recuperado de un cuerpo cuando cesa la causa o fuerza que produce la deformación, se entiende como “resiliencia” aplicada a las personas: su capacidad de recuperación al trauma, a los contratiempos, o a las vicisitudes que depara la vida.
Y vicisitudes y contratiempos, en el contexto actual..no podemos decir que nos falten. Las organizaciones, los equipos, las personas en su individualidad, todos sentimos que somos vulnerables ahora más que nunca a la incertidumbre, a la pérdida de la confianza, y muchas otras pérdidas que huelga mencionar.
Resiliencia, y no resistencia, porque a diferencia de esta última, que implica soportar sin alterarse, luchar contra o negar el golpe, la resiliencia admite el golpe de fortuna, reconoce el dolor o el trauma, lo mira de frente, no niega el padecimiento, pero busca la vía de superación.
La resiliencia implica resurgir y adaptarse: es admitir que el padecimiento ha ocurrido, y que es sensato y humano reconocer que hemos sido vulnerados por tanto es ya parte de la recuperación.
¿La resiliencia puede ser aprendida? Los que formamos en Resiliencia, ¡por supuesto diremos que si! Que la resiliencia es un proceso que se gestiona, y no sólo un atributo.
Recogiendo el modelo de Keith McFarland en su fascinante libro “Bounce” (botar), los seis principios de la Resiliencia para directivos son:
1. Abraza la realidad, no la niegues, mírala de frente y diagnostica bien la situación, admitiendo los errores.
2. No niegues la ansiedad y el miedo, absórbela, gestiónala, disciplinando tu diálogo interno: cambia el miedo que paraliza por el miedo a la parálisis.
3. Gestiona el proceso mental: separa el problema de las emociones, trata las causas y no los síntomas. Enfatiza el “yo controlo” versus “controlan Ellos”. Elimina la auto-complacencia que culpa a fuerzas oscuras todo lo que te ocurre.
4. Gestiona tus recursos, alinéalos con tu plan: ejemplo, eliminar a personas que son claves para producir valor en el futuro, no es un buen negocio. Por el contrario, no eliminar a gastos superfluos puede ser tu Némesis.
5. Gestiona la misión, tu misión, en el sentido militar: ¿Cuál es la próxima colina que tenemos que conquistar? En fin, ¡un plan!
6. Trabaja la moral: Nadie quiere estar cerca de un agorero que esconde la cabeza por miedo a que el cielo se caiga sobre su cabeza.
¡Casi nada!
Fuente: El blog de los expertos en RRHH
Diana J. Clarke
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