Los empleados piden mentores que sean un ejemplo y que los inspiren; las empresas exigen una mirada global, liderazgo responsable y transparencia.
“¿Cuál es su filosofía sobre el liderazgo?”, preguntó el presidente mientras servía una taza de té a su joven y sorprendido interlocutor. “¿Cómo inspira a su equipo para que ofrezca el máximo?”, completó mientras el sol inundaba su despacho.
“Dando el ejemplo. Siempre intento liderar con el ejemplo”, respondió ese día de 1995 François Pienaar, capitán de los Springboks. “Es exactamente así”, aprobó Nelson Mandela, líder del Congreso Nacional Africano (ANC, por las siglas en inglés) transformado ya en primer mandatario de Sudáfrica. Y mirando al rubio rugbier afrikáner pensó en voz alta: “Pero, ¿cómo hacer para que sean mejores de lo que creen que son? La inspiración, tal vez. Necesitamos inspiración para superar nuestras expectativas”.
La escena real relatada en el famoso libro de John Carlin El factor humano y trasladada al cine a través de la mirada cinematográfica de Clint Eastwood en la película Invictus invita a reflexionar sobre qué cualidades exigen trabajadores y empresas a sus líderes.
Un sondeo informal en Twitter (@LNempleos y @LNeconomía) y Facebook en el que se preguntó por tres características esenciales para los jefes de hoy arrojó como resultado dos exigencias casi mayoritarias: ejemplo e inspiración.
Aprender, enseñar, ser ejemplo, generosidad y mentoring (ser mentor) son condiciones que aparecieron con asiduidad en las respuestas de unas 25 personas. Entusiasmo, espíritu, motivación e inspiración completaron el cuadro. También surgieron otras competencias soft (suave) -más allá de la idoneidad profesional o técnica- que los empleados valoran ligadas, sobre todo, a la comunicación (“que sepa escuchar”), el trabajo en equipo (“que genere un buen clima”) y algunas cualidades personales como la integridad, honestidad o humildad.
“El liderazgo cambió con las nuevas generaciones”, afirma Nicolás Fernández Löbbe, socio de la consultora Biset + Fernández Löbbe y entrenador del seleccionado argentino de rugby seven. “Antes el líder entraba a un lugar y no volaba una mosca. Hoy hay mucha más comprensión, flexibilidad y se exige un ida y vuelta permanente a la hora de escuchar los reclamos”, agrega.
“Actualmente hay que conocer más a la persona y, en ese sentido, la función del líder es pensar cómo llegar a cada uno para saber qué quiere, valora e inspira. Con ese conocimiento, se empieza a buscar diferentes maneras de incentivarlos”, explica Fernández Löbbe.
Es difícil encontrar líderes. En cambio, sí se multiplican los jefes. ¿Qué explica la diferencia? En su libro Elementos esenciales del liderazgo, John C. Maxwell, experto en el tema y fundador de Equip, describe: “El jefe da órdenes a sus trabajadores; el líder los adiestra. El jefe depende de su autoridad; el líder, de su buena voluntad; el jefe inspira miedo; el líder, entusiasmo; el jefe dice ‘yo’; el líder, ‘nosotros’; el jefe se ocupa de la culpa de la falla; el líder se ocupa de la falla”.
Ese contraste ya conoce de arrepentidos. “Durante muchos años fui un líder de estilo autoritario”, admite Juan Carlos Rabbat, rector de la Universidad Empresarial Siglo 21 y vicejefe de Gabinete en el gobierno de la Alianza. “Esto hizo que no pudiera formar equipos ni aprender a delegar, ya que ese estilo se basa en el control y la desconfianza”, dice.
Inspirado en el coaching (entrenamiento ejecutivo), Rabbat afirma que cambió su forma de liderar y gracias a eso aprendió a delegar tareas y a confiar en sus empleados. Esto derivó en la creación de un equipo de trabajo que juzga mucho más formado que él mismo. “Nadie obtiene buenos resultados jugando solo”, concluye.
“La palabra crea mundos”, cita Rabbat al estructuralista francés Pierre Bourdie, y agrega: “El líder es el encargado de llevar la visión, el sueño y de crear la motivación para hacer realidad lo que todavía no existe”.
Un jefe debe ser hoy, además de un psicoanalista en potencia, un árbitro justo y un buen gerente de Recursos Humanos. “El empleado quiere un líder que lo escuche”, estima Andrea Grobocopatel, vicepresidenta de Los Grobo y directora del Centro de Liderazgo y Organizaciones en Crecimiento de la Universidad Católica Argentina (UCA). “Buscan coherencia en el mensaje, equidad en el trato, comunicación clara y retribución, no sólo monetaria, por sus tareas”, añade. La especialista dice también que, sobre todo en las pymes, se exige precisión en los roles y en los objetivos.
La historia define de manera distinta a sus líderes. “Las competencias soft no eran cosas que se tuvieran en cuenta a la hora de contratar”, explica Laura Genoni, coordinadora de desarrollo y capacitación de Alejandra Salinas & Asociados.
Según Genoni, hace dos décadas los especialistas sólo ponían el foco en las competencias técnicas o la experiencia que una persona pudiera demostrar. “Hoy por hoy, el cambio más significativo acerca de lo que se espera de un líder en una organización es que se busca que sepa armonizar equipos, que tenga inteligencia emocional, que pueda dirimir conflictos y solucionarlos, y que sea flexible e innovador para manejar personas y equipos.”
El arribo de la Generación Y es otra de las causas del cambio de paradigma en el liderazgo. “El mundo laboral cambió. Las nuevas generaciones desafían a las estructuras verticales y rígidas”, estima Diego Kirschenbaum, director de la consultora Capital Humano. “Adquieren más poder y autonomía los grupos de trabajo, mediante el reemplazo de equipos de competencia por otros de colaboración”, sostiene. “El líder democrático toma decisiones tras potenciar la discusión del grupo”, agrega. En ese sentido, según el experto, se trata de un líder cada vez más humano y menos omnipotente.
Lo que piden las firmas
Las empresas también cambiaron el perfil de líderes que buscan. Laura Gaidulewicz, del Centro de Liderazgo y Organizaciones en Crecimiento de la UCA, explica que la globalización delegó nuevas responsabilidades, por lo que se exige mirar a todos los actores de la sociedad -empresarios, proveedores, accionistas, entre otros-, teniendo en cuenta no sólo el plano económico, sino el social y el medioambiental.
“Quienes tomaron las decisiones durante la crisis de 2008 tenían una mirada sesgada y orientada al beneficio financiero”, explica Gaidulewicz. “Por eso surgieron nuevas formas de liderazgo, no sólo en lo técnico sino en lo ético. Ganó lugar la transparencia y la rendición de cuentas, ya que el líder no es sólo responsable de lo que pasa con los accionistas, sino en relación con todos los niveles”.
Rabbat cree que un verdadero líder tiene que cumplir, por lo menos, con tres características esenciales en la empresa. Primero, ser un líder. “Se trata de una posición que no te da el cargo, sino tu equipo”, estima el académico.
En segundo lugar, dice que debe pensar en paralelo y no en serie, lo que se traduce como “la capacidad de resolver muchos problemas en forma simultánea”. Por último, es preciso que tenga capacidad estratégica para aprender a priorizar y adaptar la estrategia según el contexto.
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