Cristina Fernández de Kirchner fue reelecta por una amplia mayoría y gobernará Argentina hasta 2015. Su victoria se debe a varios factores: la división y debilidad de la oposición, la buena coyuntura económica y una virtud que no todos le reconocen, el fuerte liderazgo que ha ido consolidado progresivamente desde el fallecimiento hace un año de su esposo, Néstor Kirchner.
En un primer momento muchos analistas consideraron que su popularidad se debía solo al llamado “efecto viudez”: el fallecimiento del líder justicialista le habría permitió a la señora “K” generar empatía con la ciudadanía y prácticamente duplicar su aprobación, alcanzando en noviembre de 2010 entre el 65% y el 75% de popularidad (dependiendo de la consultora), que ha mantenido hasta hoy. Meses antes del fallecimiento de Kirchner había empezado una leve recuperación en las encuestas pero se aceleró tras la muerte de su esposo.
“La viudez de Cristina fue su escudo y su lanza al mismo tiempo, y supo usarlas. No se puede negar que la muerte de Kirchner contribuyó a este presente. Ella se apoya en su gestión y encarna la imagen de un gran poder simbólico. La mujer que sufre y llora y se recupera al mismo tiempo”, considera la académica Beatriz Sarlo.
Efecto viudez, economía y oposición descabezada
La muerte de su esposo y ex Presidente de la nación, Néstor Kirchner, además de sacudir el escenario político nacional, puso fin a las especulaciones que señalaban que él sería el sucesor de Cristina Fernández en la Casa Rosada.
“Es el dolor más grande que he tenido en mi vida. Es la pérdida de mi compañero durante 35 años, compañero de vida, de lucha, de ideales. Una parte mía se fue con él y está en Río Gallegos”, dijo Cristina Fernández vestida de luto y visiblemente emocionada en su primer discurso tras la desaparición de su marido.
Sin embargo, no sólo el “efecto viudez” le ha significado ocupar el sillón presidencial por cuatro años más. Una oposición fragmentada y sin liderazgos claros ha posibilitado que CFK se imponga sin siquiera correr el riesgo de tener que disputar el máximo cargo de la nación en una segunda vuelta.
Se ha enfrentado a ocho candidatos y ninguno reúne ni el 20% de apoyos: Ricardo Alfonsín (Unión para el desarrollo social), Eduardo Duhalde (Unión Popular), Hermes Binner (Frente Amplio Progresista), Elisa Carrió (Coalición Cívica), Alberto Rodríguez Saá (Convergencia Federal), y Jorge Altamira (Frente de Izquierda).
Ya lo expresaba a fines de mayo pasado el periodista argentino Joaquín Morales Solá en su columna del diario La Nación señalaba que “la oposición parece ser la primera en haberse convencido de que Cristina Kirchner ya ganó. Sólo esa certeza explicaría tanta desorientación y, sobre todo, tantas deserciones cuando falta menos de un mes para que concluyan todos los plazos de inscripción de candidatos”.
La mayoría de los argentinos tiene de ella una imagen positiva o muy positiva. Así lo confirman los diversos sondeos de opinión realizados en los últimos meses, en los que la Jefa de Estado. Incluso en los ítems en los que obtiene menor aprobación, ésta no baja del 50%. Es más, en una plaza como Buenos Aires, donde históricamente el vencedor no ha sido el peronismo, alcanza una aprobación del 64,2% y registra un rechazo de sólo el 14,1%, según publicó el mes pasado la consultora Equis.
Esta buena evaluación por parte de los argentinos puede estar directamente relacionada con la bonanza económica, que ha elevado los índices de consumo como ha destacado Eduardo Duhalde cuando dijo que “cuando la sociedad está consumiendo no escucha”.
“Todavía se ve un escenario interno que no será afectado por la crisis internacional. No parece un tema que tenga un impacto muy grande sobre el panorama económico argentino”, indicó el economista Eduardo D’Alessio.
Y es que Cristina Fernández ha sabido promocionar a Argentina como un país que crece mientras en el resto del mundo reina la incertidumbre: “hoy podemos decirle a los argentinos que en un mundo que se derrumba estrepitosamente, mientras se insiste en aplicar las mismas recetas que a nosotros nos llevaron a la implosión en el 2001, estamos mejor preparados que nunca para enfrentar un mundo difícil, complejo y en crisis”.
Un fuerte liderazgo
Lo que muchas veces se olvida es que detrás de Cristina Kirchner hay también un liderazgo político. Lo admiten sus aliados cercanos como el ex vicepresidente Carlos “Chacho” Álvarez quien cree que la presidenta tiene un “liderazgo muy fuerte”…y hasta algunos de sus rivales como la candidata a gobernadora bonaerense por el Frente Amplio Progresista (FAP), Margarita Stolbizer, ha admitido que tiene “una visión muy positiva como líder” de la presidenta Cristina Kirchner, ya que “asumió un liderazgo sin abandonar la emocionalidad de la pérdida” de su esposo, el ex presidente Néstor Kirchner.
Algunos analistas han definido así su estilo de gobierno: de fuerte “matriz unipersonal…ejercido como le gusta a la Presidenta”. Para Jorge Fernández Diaz, del diario La Nación,”su gloria radica, sin embargo, en la prehistoria de este escrutinio, cuando cayó por errores propios y supo levantarse, y sobre todo cuando logró sobrevivir a la muerte de su socio y mentor y pudo instaurar su personalísimo estilo de poder”.
Y Julio Blanck de Clarín abunda en ese mismo punto: “La primera presidencia fue un regalo de Kirchner. La segunda acaba de ganársela por las suyas, por derecha y por derecho, sin deberle nada a nadie. Ni siquiera a Kirchner, porque lo que la mayoría de la sociedad percibe como su verdadero gobierno y su verdadera estatura como presidenta y candidata, nacieron el día que El se murió. Las ayudas de los que ya no están pueden ser útiles para construir climas, épicas, ficciones que embellecen el pasado reciente; pero no deciden el voto popular”.
El ex jefe del gabinete argentino, Alberto Fernández, ahora alejado del kirchnerismo, explica muy bien las claves del liderazgo cristinista: “el núcleo duro sigue siendo el mismo. Pero ella sumó a algunos de los hombres que estaban cerca de Kirchner para adoptar las principales decisiones. Ella debió fortalecerse y sacar a relucir todas sus dotes y su inteligencia para seguir gobernando; yo la conozco bien y no me sorprende”.
Sus dotes oratorias y su confianza en sí misma han ido asentado su actual liderazgo, con mensajes, como el publicado en su cuenta de Twitter (@CFKArgentina) el pasado 18 de octubre, en el que tomaba las banderas clásicas del peronismo, la defensa de los sectores populares: ”cada vez que me pregunto de dónde sacamos tanta fuerza, miro a un argentino o a una argentina a los ojos y lo entiendo todo”… o lemas setentistas: “yo voy a estar siempre del lado del combate contra la desigualdad, por más libertad, más democracia, más derechos humanos, más pluralidad”.
Ha consolidado así una coalición política, el Frente para la Victoria (heterogénea coalición de peronistas de izquierda y derecha), y social como apunta Beatriz Sarlo en el diario El País: “la adoran los sectores más empobrecidos (que subsisten gracias a los planes sociales pero que están casi definitivamente excluidos del trabajo y de los sueños de ascenso). La respetan sectores medios, porque les parece decidida y llena de coraje; y piensan esto mientras enarbolan sus bolsas de compras y sacuden sus tarjetas de crédito. Tiene un grupo creciente de capitalistas amigos, entre ellos los grandes empresarios mineros, que son acusados de depredadores, no pagan casi impuestos y reciben una silenciosa bendición presidencial”.
Además, Cristina Kirchner contará a partir de hoy con otro punto a su favor y es que, como señalaba Sarlo, “el Gobierno que resulte de estas elecciones será el más fuerte y concentrado de los últimos 30 años…Al ganar estas elecciones la presidenta reafirma una legitimidad de origen. La va a votar más del 50% del padrón…El plebiscito electoral reafirma a Cristina Fernández”.
Fuente: Informe para Infolatam por Rogelio Núñez y Patricio Smith
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