Si buscáramos la palabra líder en google, encontraríamos más
de cuarenta y siete millones de referencias. Y no es extraño. El liderazgo
fascina, es necesario pero desgraciadamente, no siempre abunda en nuestras
organizaciones y en nuestra sociedad. Los motivos son varios. Por un lado, liderar personas es posiblemente uno de los
retos más complicados, ya que no somos máquinas predecibles; las escuelas
tampoco nos enseñan a liderar ni es algo que se pueda adquirir estudiando un
libro, y por último, el mundo cambia a una velocidad de vértigo y lo que nos
servía en el pasado puede estar ahora obsoleto. Por ello, el liderazgo tanto
político, social como empresarial requiere de nuevas habilidades capaces de
adaptarse a los cambios que vivimos. ¿Imposible? En absoluto, aunque no siempre
fácil. Veamos qué dicen algunos investigadores en la materia.
Cuando se hablan de las cualidades del líder, Peter Drucker,
uno de los grandes referentes en el mundo de las organizaciones, afirma que el
liderazgo es una cuestión de autoridad e influencia. El líder lo hacen sus
seguidores, lo sabemos. En investigaciones que realizamos en España, se
destacan otras habilidades: la capacidad de marcar objetivos, hacer sentir
importante y útil a los colaboradores, así como ser ejemplo en los
comportamientos (esta última cualidad, desgraciadamente, a veces brilla por su
ausencia…). Y cuando he preguntado en twitter, las personas añaden más rasgos:
flexibilidad, humildad, optimismo, visión a largo plazo o generar el entusiasmo
en quienes les rodean, entre otras. Sin embargo, la insatisfacción en la
sociedad y en las empresas por sus líderes invita a pensar que todavía queda
mucho por avanzar, como ha demostrado Roselinde Torres.
En un estudio que llevó a cabo junto a su equipo,
preguntaron a 4.000 compañías por la efectividad de sus programas de desarrollo
de liderazgo y el resultado fue que el 58 por ciento manifestaron no sentirse
satisfechas con ellos, ya que eran muchos los casos en los que no sabían a
quién destinar a los puestos críticos. Esto refleja que a pesar de la inversión
en desarrollo del talento, más de la mitad de compañías muestran fallos a la
hora de desarrollar líderes que cubran sus necesidades. Es posible que las
organizaciones sigan formando a sus líderes bajo modelos del pasado, que no
siempre ayudan a prepararles para un futuro tan incierto como el que vivimos.
Así pues, veamos a continuación algunas de las cualidades que han de reunir los
líderes, basándonos en la investigación de Torres y en lo que personalmente he
observado en el desarrollo de liderazgo desde hace quince años, que nos pueda
servir a todos nosotros independientemente de si tenemos equipo o no:
- Es cuestión de actitud. Ser líder requiere una serie de comportamientos que no solo se aprenden estudiando qué han hecho otras personas. Se desarrolla enfrentándose a situaciones donde pongan en juego el manejo de la incertidumbre y la toma de decisiones difíciles. Por ello, cuando te enfrentes a una situación compleja en donde no existan soluciones a priori, piensa que es un buen momento para entrenar tus habilidades de liderazgo.
- Abrir el campo de interés. ¿Qué hacemos con nuestro tiempo libre, qué leemos, qué temas nos interesan…? Cuando he tenido la oportunidad de trabajar con líderes muy admirados por sus equipos, todos ellos coincidían en un interés por otras cuestiones más sutiles, como la literatura, la filosofía, la música o, incluso, la poesía. Los líderes se mantienen alerta, son curiosos y cultivan una parte de sí mismos más allá de los negocios o las organizaciones. ¿Cuáles son tus intereses?
- Diversidad de la red personal y profesional. La capacidad para desarrollar relaciones con personas que son diferentes a uno mismo es esencial en los futuros líderes. Y las diferencias pueden ser físicas, culturales, socioeconómicas… Y a pesar de la magnitud de las diferencias, el líder debe generar confianza para que todos cooperen en el logro de un objetivo común. Las buenas respuestas las darán los equipos diversos y eso solo se consigue si somos capaces de abrir nuestra red de contactos.
- Coherencia. Cada vez más habrá más transparencia en las redes sociales sobre cada uno de nosotros. Por ello, necesitamos ser coherentes con lo que decimos y hacemos. No consiste en comunicar adecuadamente a través de nuestras palabras, sino hacerlo a través de nuestros actos.
- Crítica constructiva y sincera. Si solo tenemos a nuestra alrededor personas que únicamente nos dicen lo maravillosos que somos, será muy difícil poder avanzar. Necesitamos gente que nos cuestione y que nos ayude a crecer. Para eso, es imprescindible tener una mente abierta y una actitud humilde… Sin humildad, es imposible el aprendizaje.
- Valentía. El pasado no justificará los éxitos del futuro (como ha quedado evidenciado esta semana por los resultados de la selección española). Por ello, los líderes han de saber renunciar a cosas en las que triunfaron y salir de la zona de confort. A veces puede resultar incómodo, pero es la única alternativa para poder navegar en aguas desconocidas.
Referencias:
Jericó, Pilar (2008): La nueva gestión del talento, Pearson.
Intervención de Roselinde Torres en TED en 2013.
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