El empleado debe ser
prudente y su jefe debe atajar el problema cuanto antes.
La situación de Gerard Piqué en la selección española de
fútbol, donde los pitos contra su persona han generado inquietud, tiene más de
una disyuntiva trasladable al mundo de la empresa. ¿Se debe decir siempre lo
que uno piensa? ¿Es posible trabajar bien con un clima tan fuerte en contra?
¿Cómo debe actuar un directivo cuando se genera un ambiente laboral tan
extraño?
"Decir lo que piensas es sinónimo de sinceridad e
independencia, pero es algo que siempre tiene que ir acompañado de prudencia y
sentido de la oportunidad", afirma Santiago Álvarez de Mon, profesor de
IESE. Algo similar opina Ceferí Soler, profesor de Esade, para el que "no
se puede renunciar a las emociones y sensibilidades, pero sí manifestarlas con
cautela. Un trabajador o un directivo tiene que saber que siempre es él quien
se debe adaptar a la cultura de la empresa y no al revés". Es lo que
"se denomina como el dilema de la autenticidad, pero en realidad hay una
idea romántica de ésta. No vale con decir Yo soy así. Ser fiel a tus valores no
te puede hacer inflexible y la definición de uno frente al otro, ya sea
Cataluña frente a España, Barça versus Madrid, o el departamento comercial
frente al de marketing, no es buena para el grupo", opina Margarita Mayo,
de IE Business School.
Los tres profesores coinciden en que un clima exterior tan
beligerante contra un trabajador no se puede prolongar en el tiempo. "Hay
trabajadores que se crecen ante situaciones así por su carácter y confianza,
mientras que a otros simplemente les gusta que se hable de ellos. En cualquier
caso, un ambiente de este tipo no se puede mantener. Hay que afrontar el
conflicto y las organizaciones sanas lo hacen", señala Álvarez de Mon.
Hay que actuar
Soler cree que en el mundo de la empresa se atajaría
rápidamente un caso Piqué porque "las compañías viven de sus productos y
servicios, y no se pueden permitir que salgan perjudicados por una cuestión
interna. Si se diera un clima así, generaría una gran preocupación y se
buscarían soluciones cuanto antes porque la siguiente etapa del problema puede
ser peor". "En los casos mediáticos a veces es mejor dejar correr el
tiempo, pero por sí solo no arregla nada", señala Álvarez de Mon. Las
consecuencias de la situación actual podrían llegar hasta el propio jugador
porque "los problemas externos acaban teniendo consecuencias
profesionales", dice Mayo, que añade: "Cuando hay en juego emociones,
es mejor tomar medidas cuanto antes".
Lo mismo ocurre cuando se atisba una mala relación con un
compañero, como ha quedado patente entre Piqué y Ramos. "El superior por
encima de ellos debe crear una agenda común teniendo en cuenta la sensibilidad
de cada uno. Primero debe construir un clima que favorezca la conversación y
luego reunirles para que limen sus problemas. Para ello hace falta un directivo
dialogante, pero firme", sostiene el profesor de IESE, para el que
"la diversidad de criterio es enriquecedora, pero a los pulsos personales
hay que ponerles coto". La solución a estos casos dependerá de la
profesionalidad de los implicados, pero ante la ausencia de ésta es el
directivo el que tiene que hacer su trabajo.
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