En su visita al país,
la líder de emprendedorismo de Singularity University, Sandra Miller, habló de
innovación.
"Moon
shot thinking". El concepto usado por Google, alude a imaginar sin
límites, hasta lo aparentemente imposible. Sólo de esa forma se pueden crear
soluciones para los desafíos más grandes de la humanidad que Singularity
University (SU), un centro de innovación ubicado en el campus de la Nasa en
Silicon Valley, se propuso resolver. Sus productos bien podrían ser producto de
la ciencia ficción. Y sino... ¿quién podría creer que en el mundo real
astronautas imprimen 3D en el espacio? Créalo. La propia Sandra Miller, líder
del área de emprendedores de SU, se maravilla al contarlo. En su paso por la
Argentina, como parte del cuarteto de especialistas de la universidad que la
semana pasada participó en InnovatiBA, Miller dialogó con LA NACION sobre las
cualidades de los emprendedores con futuro, y las tendencias para las nuevas
compañías, en base a su experiencia al frente de la aceleradora de start ups
del centro innovador.
-¿Qué cualidades
tienen los emprendimientos que seleccionan?
-Combinan un alto potencial en el desarrollo de una
tecnología en un área exponencial, y la relación con alguno de nuestros grandes
desafíos globales [medio ambiente, alimentos, energía, seguridad, pobreza,
educación, salud global y espacio]. Además, tenemos en cuenta algunas
consideraciones típicas de los inversores que también se dan aquí: el equipo de
fundadores, su historial y experiencias, que estén abiertos a sumar las piezas
que les faltan. Y un buen concepto de negocio en un mercado razonable, que
desde el inicio tenga en cuenta la validación del usuario, aunque eso refute
todo lo que se ha asumido.
-Aquí se dice que el
equipo pesa más que la idea ¿es igual en SU?
-Cuando los inversores evalúan dos start ups distintas, con
dos ideas, eligen la del equipo más fuerte, porque las cosas siempre pueden ir
mal, y un buen equipo puede "controlar las bombas" y también estar
abierto a ir detrás de otras oportunidades.
-¿Qué atributos
tienen en común los estudiantes de SU?
-Curiosidad extrema es lo primero. Están por encima del
promedio en lo que hacen, en su exploración y autoaprendizaje para capacitarse
en áreas que exceden a su entrenamiento universitario. Y eso los hace llegar
más allá. Es un balance entre temeridad y ambición en el buen sentido, mezclada
con empatía hacia quienes están expuestos al problema que buscan solucionar.
Además, vemos como un valor los fracasos de los que aplican; miramos que hayan
ido más allá de lo típico del área de sus estudios.
-¿Cuál es su
diagnóstico sobre el emprendedorismo en la región?
-Están empezando a pasar cosas muy buenas aquí. Es
importante que exista una creación de valor razonable como resultado de las
inversiones de riesgo, porque sino, no estarán allí para la siguiente ola de
start ups. Y estoy sorprendida de ver cómo se está empezando a ver esa creación
de valor en los ecosistemas. Se ve en adquisiciones y, aunque es menos
frecuente, en empresas que llegan a ser públicas, y eso es importante en el
ciclo de las start ups, porque luego esos emprendedores inspiran e impulsan a
otros, o ellos mismos crean nuevas empresas.
-¿Cómo se alienta la
innovación disruptiva?
-Hay que tener una diversificación en los inversores, que
están mirando el riesgo. En el corto plazo, si los copy cuts (modelos de éxito
afuera que se replican) son rentables y tienen un mercado, está bien. Siempre
que haya también una visión de más largo plazo, particularmente orientada a la
tecnología que sale quizá de las investigaciones de universidades, fuente de
muchas de las más grandes ideas que se generan. Tener un balance de ambas, depende
de qué se hace en el país, por ejemplo, para proteger la propiedad intelectual,
y que eso justifique el riesgo.
-¿Se puede aprender a
pensar fuera de lo convencional?
-Pensar "out of the box" depende de pensar lo
suficientemente en grande, y darse la libertad de retroceder y no limitar las
ideas inicialmente. Entonces, se puede empezar un proceso que comienza por
pensar cuál es el problema a resolver, sobre la base de los problemas más grandes
del mundo. Y luego, ir profundo sobre lo que está pasando, porque hasta que no
se caracterice la necesidad completamente, será difícil crear una solución.
Tener una idea que nunca nadie tuvo y que impacte, demanda un trabajo muy duro
de investigación.
-¿Qué ejemplo start
up destaca de las que ha visto en SU?
-Hay un caso particularmente interesante: Made in Space, una
compañía creada por alumnos de 2010 que empezaron a pensar cómo poner una
impresora 3D en el espacio. Cuatro años después, colocaron en la estación
espacial internacional la primera impresora 3D zero gravity que imprimió los
primeros objetos en el espacio. Lo hicieron sin dinero de inversores, sino
préstamos de NASA, del gobierno y algunos contratos.
-Usted maneja también
el "Foro de los ángeles" (un grupo de inversionistas de Silicon
Valley). ¿Cuál es la clave para desarrollar esta fuente de financiamiento?
-La actividad de los inversores ángeles es muy social.
Típicamente, otros inversores o fundadores de compañías que han sido exitosas,
alientan esta actividad. Pueden comenzar siendo muy pocos, o aún sin ser
inversores, hacer conexiones. Las relaciones pagan y es la forma de empezar a
construir un ecosistema saludable. Pero hay alternativas. El crowdfunding está
jugando un rol cada vez más significativo, aunque no es smart money (inversores
que además de dinero, aportan relaciones, mentoreo, etc).
-¿Que oportunidades
ve en la región para las nuevas compañías?
-Un ejemplo es el área de cyber seguridad, que tiene enorme
potencial porque es un problema que crece al ritmo en que se multiplica la
cantidad de dispositivos conectados.
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