Experiencias

Rodolfo Salas: Facilitador y potenciador sobre conocimientos de liderazgo, estrategia, marketing y gestión de los negocios.

Fortalezas: Dirigir, inspirar e integrar a otros con una gran energía, Aceptar cambios de forma positiva, Desarrollar relaciones con otros, Ser más visible y Tener un alto grado de compromiso.

jueves, septiembre 17, 2015

Estos son los personajes más tóxicos de la oficina

En cualquier equipo hay buenos y malos profesionales. El problema se produce cuando los malos, además de no cumplir los objetivos, frenan el trabajo de los demás. Esos son los llamados tóxicos.

Empleados fósiles, compañeros quejicas, trepas que sólo buscan una promoción sin hacer méritos para ello y jefes tóxicos que frenan el buen funcionamiento de un equipo trabajan codo con codo con profesionales responsables orientados a resultados. Todos ellos forman la fauna de una oficina. Todos tenemos que convivir con un espécimen difícil o con un colaborador que obstaculiza nuestro trabajo. Eso sí, éstos no son la norma sino la excepción en una plantilla. Pero sus actitudes obstaculizan el trabajo bien hecho.

Para identificarles, lo ideal es conocer qué es un compañero tóxico. Según Paco Muro, presidente de Otto Walter, "es aquel que perjudica al conjunto, el que crea mal ambiente, problemas y calamidades. Los peores son los tóxicos intencionados, los que actúan de mala fe". Aunque lo cierto es que es complicado elegir cuál de todos ellos es más dañino, pues todos, en mayor o menor medida, contaminan la marcha de un equipo. Si Genoveva Vera, coach y experta en liderazgo, tuviera que elegir a los peores señalaría "al opositor, porque se pierde mucho tiempo intentando convencerle de cualquier decisión que se tome; el beligerante, ya que afecta de forma negativa, lo que altera y desequilibra los ánimos del resto; y el quejica, porque por no oírle sus compañeros suelen responsabilizarse de tareas que él no quiere realizar, lo que produce una sobrecarga de trabajo al resto".

Los peores son aquellos que actúan de mala fe 
y que son malintencionados con el resto

Y esto a pesar de que, como señala Montse Ventosa, presidenta de Truthmark, "se calcula que un 10% de las personas son detractores y algo así como antiempresa". Sin embargo, "cada vez son más los profesionales conscientes de que el trabajo forma parte de la socialización y es una manera de sentirse realizado, de crecer como persona y a nivel laboral", añade. Además, con las reducciones de plantilla que ha sufrido la mayoría de empresas, "ha quedado más a la vista quién es equipo y quién no. Cuando todo va bien, es más fácil camuflar las miserias, pero cuando las cosas se complican se ve la esencia de cada uno, y quién estaba comprometido sólo a las maduras", sostiene Paco Muro.

¿Mal necesario?

Lo que cabría preguntarse es si estos personajes son realmente necesarios en la oficina para alcanzar ese equilibrio entre el yin y el yang laboral. Para Genoveva Vera, "todo lo que existe es porque tiene una función. Yo quiero pensar que lidiar todos los días con personajes de este tipo te hacen crecer como persona y como profesional. Tu capacidad emocional y tus habilidades sociales aumentan de forma exponencial porque, después de superar con más o menos éxito el trato con dichos especímenes, hace que tu relación con el resto de personas sea como una balsa de aceite".

Para que la situación no se desmadre está el jefe, que debe actuar con los miembros de su equipo "de forma personalizada, tratando a cada uno de ellos según su estilo personal. La gestión de personas del futuro pasa del café para todos a la customización, de hablar con las plantillas a tratar con las personas de manera individual", explica Montse Ventosa. El líder que haga este seguimiento pormenorizado sabrá detectar al tóxico cuando se presente, aunque como advierte Muro, "el tóxico casi siempre va más allá, por tanto es mejor una vacante que un personaje de este tipo". Si un trabajador no hace más que poner zancadillas y entorpecer, hay que actuar para que no merme a todo el equipo.

Un espécimen difícil de extinguir: El mal jefe

En un escenario como el actual, tras la cantidad de despidos colectivos que muchas empresas se han visto obligadas a hacer, parece que dos especímenes se han impuesto por encima del resto en aquellos equipos en los que el jefe también es un personaje tóxico: el pelota y el chivato. Así lo cree, al menos, Genoveva Vera, 'coach' y experta en liderazgo, quien explica que "no hay ningún mal líder que no tenga en su corte de favoritos a estos dos perfiles, necesarios para tener toda la información bajo su control y, a su vez, su ego alimentado".

"Hay algunos responsables equivocados, que creen que con el miedo a perder el empleo, los trabajadores están más felices", dice Paco Muro, presidente de Otto Walter. Pero el miedo nunca ha sido un buen instrumento de liderazgo, "por eso hay mucho jefe incapaz de manejar con acierto la exigencia, que tiene un trato inadecuado con el equipo y piensa, además, que se lo puede permitir". Y éste no es el único ejemplo. Hay otros responsables que se cuelgan medallas que no se han ganado cuando su equipo cumple algún objetivo, y que tienden a culpar a alguno de sus colaboradores cuando las cosas no salen como deberían. Muro cree que en cuanto mejore la situación del mercado laboral, "los mejores del equipo huirán de esos líderes impresentables y descubrirán que lo que han sembrado es desprecio".

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