Freek Vermeulen,
professor asociado de Estrategia en London Business School, en el boletín
de London Business School Review del
pasado 4 de agosto alertaba sobre tres errores en los que caen los directivos
con frecuencia a la hora de tomar decisiones para fijar estrategias.
Los altos directivos responsables de establecer estrategias
no lo tienen fácil, tienen que tomar decisiones hoy que van a influir en el
desempeño de su organización en el futuro, pero no pueden tener la certeza de
cómo van a resultar ni de cuál va a ser la respuesta de los competidores y
clientes. Para contrarrestar este hecho los expertos recomiendan hacer
“benchmarking” para conocer lo que hacen los mejores para aprender de ellos y
tener la agilidad suficiente para poder introducir los cambios necesarios
dependiendo de lo que funcione o no.
Vermeulen tras examinar el impacto de numerosas decisiones y
prácticas estratégicas y tras entrevistar a numerosos altos ejecutivos plantea
que existen tres trampas en las que
es muy fácil caer:
1.- La trampa del
corto plazo. El primer problema, que hace que los directivos sean incapaces
de comprender las consecuencias de sus decisiones estratégicas es que, con
frecuencia, las elecciones tienen distintos efectos a corto y a largo plazo.
Éstos son capaces de entender las consecuencias a corto plazo de sus decisiones
correctamente, pero no tienen la misma facilidad para prever el impacto a largo
plazo. De hecho, puede darse el caso de que después de muchos años en los que
se siguen experimentado los efectos negativos de una decisión los directivos
tengan dificultades para identificar la causa de sus problemas, debido al largo
tiempo transcurrido entre la causa y el efecto y por tanto continúan con la
misma línea deficiente de acción.
2.- La trampa de los
efectos colaterales. Otro problema surge cuando una determinada decisión
estratégica dirigida a mejorar una parte de la organización tiene consecuencias
inesperadas en otro departamento de la
misma.
Hay que buscar los efectos indirectos que son difíciles de
prever. No hay que olvidar que las organizaciones son sistemas complejos
formados por muchas partes y que cuando los problemas aparecen en una parte de
las mismas resulta complicado entender que su causa raíz puede encontrarse en
otro departamento.
3.- La trampa del
error de observación. Aparece cuando se considera que los innovadores
obtienen mejores resultados que los que no lo son. Aunque es verdad que unos
pocos innovadores pueden obtener grandes resultados, en otros muchos casos sus
propuestas pueden fallar y no ser rentables mientras que el rendimiento de los
no innovadores suele ser más estable, por lo que no hay que menospreciarles.
Para evitar estas
trampas, Vermeulen propone que los directivos:
1.- Estén muy atentos y se mantengan alerta durante el
proceso de toma de decisiones.
2.- Piensen en los posibles efectos a largo plazo, en las
potenciales consecuencias indirectas y en las diferencias en la variabilidad.
3.- No se apoyen exclusivamente en la observación simple,
puede no ser suficiente.
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