Todo es Uno. Contradictorio. El modelo educativo influye de manera determinante en las personas y, a través de estas, en las Organizaciones, sociales y empresariales. Son las personas las que aplican unos teóricos valores constituidos a los largo de cientos de años.
La forma en que nuestra sociedad aplica los valores, modificándolos al mismo tiempo, transforma la realidad en la que tenemos que desarrollarnos. Tenemos que desarrollarnos, no enfrentarnos.
El mes pasado he tenido la oportunidad de asistir a varias conversaciones donde he escuchado como se ponían en contraposición dos maneras de interpretar los mismos valores. Juzguen ustedes:
• Imagen frente a rigor
• Flexibilidad frente a coherencia
• Rectificación constante frente a credibilidad
• Todo vale frente al objetivo a largo plazo
• Regatee corto frente a la planificación
• Mezquindad de pensamiento frente a seguridad
• Incultura frente a lo popular
• Fracaso frente al aprendizaje
• Sacrificio frente al esfuerzo
• Tolerancia frente a la aceptación
• Ser frente al hacer
Escuche muchas más contraposiciones, pero me perdonarán que nos les aburra y, que les deje un espacio a pensar otras muchas. Les invito a compartirlas.
En nuestras Organizaciones esta cultura también ha llegado, consecuencia directa sobre la generación de compromiso y la productividad. Igual que recomendamos que los proyectos de cambio deben partir desde la cúpula de la Organización, con un plan estratégico definido, y objetivos concretos. Lo mismo pasa con los valores. Mientras nos manejemos en una sociedad que se mueve como pez en el agua en la columna izquierda de las contraposiciones, no conseguiremos en las empresas tener todo el efecto que debiéramos. Al contrario confundiremos.
Es necesario que desde la responsabilidad social empresarial nos hagamos cargo de la situación y consigamos transmitir a la sociedad, políticos incluidos, los valores que hace que nuestras empresas funcionen y tengan una posición en el mundo: el esfuerzo, el rigor, la planificación, la credibilidad, la cultura y con todo ello la toma de decisiones, la aceptación del riesgo y ¿por qué no? el aprendizaje continuo.
En un mundo donde la confianza se rompe, se ha roto, no podemos dejar en manos de quien o quienes la han roto que la recuperen. Ellos son parte del problema y por tanto no de la solución. Ocurre lo mismo en los equipos de trabajo. Cuando el líder pierde la confianza de su equipo, éste no funciona. Ese líder tendrá que recorrer un largo trecho para recuperarla, cosa que no siempre es posible en función de las circunstancias de mercado.
Hoy las empresas deben enseñar a la sociedad el camino. Deben marcar la meta. La confusión constante entre el ser y el hacer hace que las Organizaciones no avancen o, lo hagan en el ámbito de la mediocridad. El verdadero líder es capaz de despegarse de sus creencias personales para desempeñar el papel que en cada momento es mejor para su organización. Hoy estamos llegando al ojo del huracán que nos llevará a un nuevo mundo. Necesitamos líderes.
Le decía un sordo a un mudo, habla más alto que no te oigo.
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