Experiencias

Rodolfo Salas: Facilitador y potenciador sobre conocimientos de liderazgo, estrategia, marketing y gestión de los negocios.

Fortalezas: Dirigir, inspirar e integrar a otros con una gran energía, Aceptar cambios de forma positiva, Desarrollar relaciones con otros, Ser más visible y Tener un alto grado de compromiso.

sábado, diciembre 04, 2010

Actitud emprendedora

Cada vez más personas eligen emprender como una vía para profesionalizar su talento, una alternativa a considerar en estos tiempos, sobre todo cuando se cuenta cierto recorrido profesional y una cierta actitud ante la vida.

Un emprendedor tiene una idea y siente el impulso de llevarla a cabo, a pesar de los obstáculos que se encuentra y de la oposición directa o indirecta que ejercen muchas de las personas y factores que le rodean. Llegar a serlo dependerá de cómo sea su percepción de fracaso y de la forma en que se relaciona con su zona de confort, ya que se ha demostrado estadísticamente que la probabilidad de éxito será alta si se ha tenido algún fracaso previo.

La zona de confort es el conjunto de ambientes y comportamientos con los que nos sentimos seguros y sin riesgo, y que sin embargo, representan una barrera mental –no real- entre nosotros y lo que deseamos. Es donde la mayoría de los emprendimientos fracasan, porque dejamos de ser productivos para limitarnos a habitar ese lugar pequeño donde nos resguardamos del mundo. Es donde dejamos de aprovechar las oportunidades para crecer y emprender que la vida diariamente nos brinda. Un lugar en que ejerce influencia sobre nosotros por su seguridad aparente, y por el que muchas veces seríamos capaces de pagar un precio demasiado alto, sacrificando los sueños y la vida misma.

Superado el miedo al fracaso, el primer ingrediente necesario para emprender es la visión de negocio, que empezará con la detección de nuevas oportunidades pero que no puede mantenerse sólo en el campo de las buenas ideas, sino que hay que acompañarlo de talento y estudio, para ser capaces de ofrecer propuestas de valor a las necesidades detectadas en los clientes, y otras competencias de negocio, como negociación, buena gestión y financiación, entre otras.

El segundo ingrediente es el asociativo, porque un buen líder nunca está solo y debe saber elegir a los compañeros de viaje adecuados, crear un equipo de valor y tejer una buena red de colaboración externa, con los que se establezca un buen modelo de comunicación e integridad. Todo ello y mantenerse enfocados y con plena dedicación, será necesario para sostener los períodos de esfuerzo que ciertamente llegarán y requerirán paciencia, perseverancia y cierto sacrificio, manteniendo la visión firme en el espíritu y el propósito comunes.

Por otro lado, los grandes éxitos empresariales suelen basarse en ideas muy simples, de puro sentido común, que se persiguen con pasión y perseverancia, manteniendo el enfoque en la oportunidad de negocio y apoyándola después en el Plan de Empresa. No en vano, la historia sigue el curso de los propósitos y deseos, porque como decía John Lennon: “La vida es lo que nos pasa mientras hacemos otros planes.”

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