Entrevista a Peter Gruss (Presidente de la Sociedad Max Planck - Alemania), realizada por Xavier Pujol Gebellí.
Mientras en España se anuncian nuevos recortes para las partidas de I+D, que se suman a los del curso pasado, en Alemania se ha alcanzado un pacto por la investigación, con amplio consenso de las fuerzas políticas y los agentes económicos y sociales, que garantiza presupuestos adicionales para las distintas instituciones científicas germanas. Peter Gruss, presidente de la Sociedad Max Planck, el buque insignia de la investigación de excelencia alemana, cree que la medida persigue reforzar la competitividad, especialmente respecto a la pujanza de China, y asegurar una rápida salida a la crisis actual.
Varios países europeos están recortando sus presupuestos en I+D, pero Alemania sigue el camino opuesto. ¿A qué lo atribuye?
Estamos convencidos de que la investigación es la piedra angular para el desarrollo económico y social de nuestro país y también de Europa. De ahí que nuestros agentes políticos y económicos hayan pactado un aumento sostenido de los presupuestos en I+D durante los próximos cinco años. Para la Sociedad Max Planck el aumento supone 250 millones de euros (sobre un presupuesto de 1.600 millones).
¿Para qué invertir más en un país como el suyo?
En números absolutos, la inversión de China en I+D es mayor que la europea y para 2015 probablemente supere a la de EE UU; nos han superado ya como país exportador en productos de calidad. La única forma de ser competitivo, como lo está siendo China, es invertir más y mejor en innovación.
¿En qué hay que invertir para conseguir buenos resultados?
Para que la inversión tenga sentido es necesario un sistema de investigación funcional, lo cual implica tener capacidad para mejorar productos y tecnologías, al mismo tiempo que mecanismos para favorecer innovaciones disruptivas, aquellas que marcan un antes y un después.
¿Qué papel tiene en este esquema la investigación básica?
Es esencial. Mire si no lo que está ocurriendo con la biotecnología, de la que surgen casi el 70% de los productos farmacéuticos. En ningún caso habría sido posible sin el concurso de la ciencia básica. Nuestros economistas nos dicen que es preciso potenciarla y al mismo tiempo invertir más que nuestros competidores para ser competitivos comercialmente.
¿Pero lo normal es que las empresas y los Estados no inviertan en plena crisis?
Cada crisis nos proporciona una oportunidad. Todo el mundo sabe que hay una clarísima correlación entre inversión en I+D y éxito comercial. Un político bien asesorado sabe que invertir ahora en ciencia de frontera es crucial para el desarrollo y la innovación.
¿Cómo y en qué?
En nuestro caso, alcanzando el 3% del PIB para mantener la competitividad con respecto a Estados Unidos y China. Europa debe hacer un esfuerzo, puesto que muy pocos países invierten cifras similares.
¿Esa cifra no va a ser posible sin el concurso de la industria?
En Alemania, la industria aporta ya dos tercios de la inversión en I+D, pero eso no ocurre en otros países. En España, por ejemplo, invierte solo un tercio, lo que obliga al Estado a invertir muchísimo más para alcanzar una cota razonable. Ese es un objetivo poco realista.
¿Cómo atraer la inversión del sector privado?
Los Gobiernos deben incentivar la inversión. Pueden ser incentivos fiscales, financiación para investigar en las empresas, ayudas para establecer cooperaciones o colaboraciones con instituciones de investigación académicas... Hay herramientas para conseguir que la inversión resulte atractiva para las empresas.
Si usted fuera empresario, ¿en qué invertiría?
En nanociencias, nuevos materiales y tecnologías de la información, la inversión es ahora misma más que atractiva. Cada país debe valorar qué le interesa más en función de sus fortalezas.
¿Pues Europa no parece estar por la labor?
Europa está incrementando su inversión en I+D. Pienso que los cambios se van a materializar en el VIII Programa Marco, que entrará en vigor en 2015.
¿Qué otros cambios prevé?
La población europea envejece. Si queremos mantener nuestro poder económico, tendremos que ser atractivos para incorporar talento de otros países. Ahora mismo ya no producimos suficiente para cubrir nuestras necesidades en ingeniería, química, física, matemática o informática. Solo en Alemania se pierden 70.000 puestos en estas áreas.
¿Para qué?
Por ejemplo, para la electromovilidad. Con la tecnología actual difícilmente podrá existir una verdadera industria del coche eléctrico, demasiado caro y poco competitivo. Necesitamos investigación básica en electroquímica. Por tanto, físicos, químicos, ingenieros, informáticos y un largo etcétera de expertos.
¿Qué planes tiene para los institutos Max Planck?
Con el incremento de presupuesto se pondrán en marcha nuevos institutos, por ejemplo de sistemas autónomos (robótica inteligente) con científicos especializados en neurociencias y nuevos materiales e ingenieros. Se trata de trabajar en robots que puedan reaccionar de forma inteligente ante estímulos o señales externas. En energía, interesa sobre todo la conversión energética. Las áreas de interés son la fotosíntesis sintética y el almacenamiento de hidrógeno como posible combustible para los coches del futuro. Un tercer campo es la biología teórica, además de la sintética y de sistemas.
¿Nada en Humanidades?
Al contrario. Vamos a fundar un centro dedicado a Estética Empírica en la que fundiremos a neurocientíficos y artistas para comprender cómo se adquiere la percepción y se transforma en arte. Un último campo va a ser, en colaboración con el CSIC, estudiar cómo distintas culturas (musulmana, cristiana y judía) vivieron juntas en el medievo y cuales son los límites. Si entendemos como convivían, tal vez podamos inferir mecanismos para mejorar nuestra convivencia actual.
¿Contribuirán estos centros a resolver el conflicto de las plantas transgénicas?
Alemania tiene un problema con la biotecnología verde, pero por razones ideológicas. Racionalmente, no veo motivo alguno para estar en contra; al contrario, pienso que esta tecnología acabará por imponerse en el mundo. El camino es irreversible, y lo que opinen los alemanes carece de importancia.
Fuente: elpais.com
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