Cada vez se ve a una mayor cantidad de personas de edad avanzada en muy buena forma física y cognitiva; a la vez, se dedican más recursos económicos a las investigaciones sobre el tema de la extensión de la vida.
El japonés Hiromu Inada hizo historia cuando completó un triatlón a sus
86 años de edad
Un par de videos que se viralizaron en los últimos días
muestran cómo la “revolución senior” va a subiendo nuevos
escalones y no deja de sorprender en su avance. En el primero, el
japonés Hiromu Inada se entrena para competir el próximo 6 de octubre en el Iron
Man de Hawaii, que incluye 3,8 kilómetros de natación, 180 de bicicleta y una
maratón completa (casi 42,195 km). La particularidad del caso es que Inada en
octubre va a estar cerca de cumplir 90 años. Ya en 2018 entró en el Libro
Guiness de los Récords al convertirse en la persona más longeva en completar un
triatlón en menos de límite oficial de 17 horas. Por aquel entonces
estaba a días de cumplir 86 años.
El segundo video viralizado es igualmente elocuente.
Transcurre en el Ayuntamiento de la Villa de Moya, en las Islas Canarias: allí
un escribano tomó, en agosto, constancia del récord de los 12 hermanos
Hernández Pérez, todos con vida, entre 76 y 98 años, que suman en conjunto 1057
años de edad. Es una excepcionalidad estadística sin precedentes. El
acto en Canarias fue hace dos semanas, y el video me lo mandó por Whatsapp
Alberto Naisberg, un ingeniero argentino, especialista en bienestar en personas
adultas, que en abril cumplió 97 años.
“No hay nada en la biología de los seres humanos que diga
que es inevitable envejecer, nada en nuestro diseño que diga que esto
es un destino inexorable”, explica ahora Marcelo Rinesi, un científico
de datos que sigue la agenda de la longevidad extrema de manera minuciosa y
aplica en su propio cuerpo todo lo que sale en la frontera. Actualmente está
tomando algunos senolíticos que se encuentran en fase 3 de testeo: “Tomo
el riesgo, pero no se lo recomiendo a ningún amigo ni familiar. Hay que esperar
aún a tener más datos”, aconseja.
Las dos noticias de los primeros párrafos, la de Inada y la
de los hermanos Hernández Perez, van al corazón de lo verdaderamente
transformador del fenómeno etario que estamos viviendo, que no pasa tanto por
romper el récord de longevidad que hoy tiene la ciudadana francesa Jean Calment
(falleció a los 122) sino en ver, cada vez de manera más masiva, a
personas de edad avanzada en muy buena forma física y cognitiva.
Rinesi cree que es enteramente posible que en 2050 o antes
veamos gente de 80 con el cuerpo y mente de personas de 40-50, por la extensión
de hábitos saludables y por los avances radicales en ciencias de la vida que se
vienen o que ya están ocurriendo. Más temprano que tarde llegará lo que los
especialistas en longevidad llaman “velocidad de escape”: el
momento en el cual por grandes avances en la medicina (Rinesi cree que primero
llegarán en el terreno cardiovascular y luego en el de cáncer) la expectativa
de vida podrá crecer más deprisa que el tiempo que trascurre.
Nuevo mindset
¿Qué significa tener un nuevo mindset (seteo
mental) de longevidad? Entre otras cosas, apunta el científico de
datos, dejar de subestimar el “interés compuesto” que tienen los hábitos
saludables y adoptarlos ya, para poder llegar en la mejor forma posible al
momento de los avances en salud más contundentes. Por otro lado, Rinesi cree
que los médicos tienden a ser poco agresivos o conservadores con la longevidad
extrema. Es un tema de incentivos, dice: “No les pagan ni se los reconoce
porque vivamos más décadas en plenitud. Se conforman con que terminemos
nuestra vida cerca del promedio de nuestro grupo de referencia. No
tienen en cuenta las mejoras radicales que se vienen a futuro, por lo cual hace
sentido someterse a tests y terapias mucho más rigurosas desde antes de avanzar
en la adultez”.
En lo que va del año, las personas más ricas del
mundo y los principales fondos de inversión realizaron apuestas
multimillonarias en el área de extensión de vida. Ya no se trata de
“proyectos mascota” ni de una “ficha”, sino de miles de millones de
dólares. Jeff Bezos amplió su inversión en los laboratorios Los Altos,
mientras que Amazon compró una empresa farmacéutica en 3800 millones de dólares
y quiere revolucionar el negocio de la salud. Google sigue invirtiendo en
Calico Labs, mientras que Lineage Cell Therapeutics cuenta con el apoyo de
BlackRock y Wells Fargo, entre otros. Apple anunció recientemente que sus
dispositivos personales (principalmente el reloj inteligente) este año ya
podrán medir 150 flujos de datos del cuerpo, para aplicar en 17 áreas de la
salud.
“Cualquiera que tenga mucha plata tarde o temprano va
a querer curar el envejecimiento. Lo hicieron millonarios como Bezos, Larry
Page, Larry Ellison o Peter Thiel, entre otros”, sostuvo el escritor del MIT
Review Antonio Regalado en un reporte en el que anunció que Arabia Saudita
decidió, hace semanas, comenzar a operar un fondo de 1000 millones de dólares
al año para atacar desafíos de envejecimiento. Se trata del mayor monto
individual asignado hasta ahora a esta área.
“Hay un renovado optimismo en el ámbito científico por determinar
si existe algo así como un límite infranqueable para la extensión de la vida
humana”, escribió Léo Belzile, uno de los coautores de un estudio
publicado sobre este tema en el Annual Review of Statistics and Its
Application. La base de datos se centró en 13 países con ciudadanos “super-centenarios”
(de más de 110 años) y diez países con personas “semi-supercentenarias” (las
que pasan los 105 pero no llegan a 110). La conclusión del trabajo es
que la extensión posible de la vida “puede ir mucho más allá de cualquiera
observada hasta ahora”.
Este nuevo consenso científico es una novedad porque hasta
no hace muchos años las hipótesis sobre longevidad extrema eran objeto
de burla y ostracismo en la comunidad académica. El periodista Peter
Ward cuenta los abordajes más bizarros sobre este tema en su libro El Precio de
la Inmortalidad (aún no traducido, publicado este año), en un tour a lo largo
de esta agenda en la frontera de la ciencia y también de la pseudociencia. Ward
se adentra en un capítulo en la “Iglesia de la Vida Perpetua” y conversa con el
pastor Neal VanDeRee, que hace ayuno intermitente y tiene una fe ciega en los
avances de la biotecnología. En otra sección, narra las desventuras de quienes
buscaron “criogenizarse” (congelarse para revivir décadas más tarde), con
intentos que empezaron en 1965.
Entre los argumentos favoritos de los “inmortalistas” está
el hecho de que existen algunas especies de animales (muy simples a
nivel celular) que son inmortales. La más conocida es una diminuta
medusa, “Turritopsis dohrnii”, que vive principalmente en aguas del
Mediterráneo, fue descubierta en 1880 y puede volver a ciclos vitales
anteriores. Al lado de ella, las hazañas de longevidad de la francesa Calment,
de los canarios Hernández Pérez o del japonés Inada tienden a empalidecer.
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