La economía informal marcó el ritmo del comportamiento de muchas ocupaciones; qué actividades y qué segmentos sociales son los más perjudicados
La pandemia de Covid-19 y la prolongada cuarentena
irrumpieron en una Argentina con un escenario social caracterizado, desde hace
tiempo, por la existencia de amplios sectores de la población inmersos
en una realidad de falta de acceso al trabajo, o de inserción laboral en
condiciones de fragilidad y vulnerabilidad. Una consecuencia de las
restricciones a la circulación y a la actividad económica dispuestas para
intentar frenar los contagios fue el agravamiento de esa situación. A la vez, a
la escasez o ausencia de posibilidades para muchos de obtener ingresos para sus
hogares se sumó, nuevamente, la tendencia al alza de la inflación. Los datos
que se fueron conociendo en los últimos días permiten trazar un panorama pero,
sobre todo, interpelan y son un llamado de atención contundente respecto de la
necesidad de políticas estables que permitan y promuevan tanto la generación de
puestos en la economía formal, como la preparación de las personas para el
trabajo.
El comportamiento del empleo, según el sector económico
En el segundo trimestre de 2020, el período con medidas más
estrictas de aislamiento social, la cantidad de ocupaciones laborales
cayó un 21% interanual en los 31 principales centros urbanos del país, que
son los considerados en la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec. Más
de 2,5 millones de puestos se perdieron entonces, solo en esos lugares de la
Argentina.
En los trimestres siguientes, con la posibilidad ya de hacer
más tareas, el nivel de caída se fue recortando. En el cuarto trimestre del
año, siempre según cálculos basados en la encuesta del Indec, hubo una
disminución interanual de 5,8%, que se tradujo en 716.000 puestos menos en los
lugares alcanzados por la medición, donde viven casi 29 millones de personas. Algo
que explica en nuestro país ese nivel de recuperación que hubo hasta ahora es,
en rigor, un factor negativo: la elevada informalidad. El mercado laboral tuvo
movimientos muy pronunciados, en cuanto a la destrucción y a la recuperación de
ocupaciones, dentro del segmento de la economía no registrada. Eso se comprueba
al observar, por ejemplo, las tasas de “asalariados sin descuento jubilatorio”
que muestra la estadística del Indec: ese índice cayó de 35,8% a 23,8%
entre el primer trimestre y el segundo del año pasado (lógicamente, no
por una mejora de la situación real, sino por la baja del empleo mucho más
pronunciada entre los no registrados que entre los formales), y subió luego,
hasta ubicarse en el 32,7% en la última parte de 2020.
En la práctica, ese amplio sector de la sociedad no se ve
alcanzado por regulaciones como la prohibición por decreto de los despidos y,
además, en muy buena medida se desempeñan en este escenario personas que
trabajan por cuenta propia, con tareas que incluso suelen ser intermitentes.
Según un informe de la Cátedra Unesco sobre cuestiones
sociales del Instituto Torcuato Di Tella, basado en datos de la EPH, en el
primer trimestre de 2020 (período casi no impactado por la pandemia) el
51,2% de los trabajadores (considerando tanto a asalariados como a
cuentapropistas) estaba en la informalidad.
Entre los factores que explican el comportamiento del empleo
por sectores en 2020 están tanto esa situación, como el nivel de posibilidad de
vender determinados bienes y servicios en tiempos de coronavirus. El sector de
la actividad más perjudicado fue el de hoteles y restaurantes, que cerró
el año con un 38% menos de ocupados que los que tenía en el cuarto trimestre de
2019, lo que representó una pérdida de 190.692 puestos (en el segundo
trimestre, la baja interanual había trepado a casi 47%). Según el Indec,
mientras que en el último cuarto de 2019 el 4,1% de los ocupados relevados por
la EPH estaba en esa actividad, la participación se redujo a 2,7% en igual
período de 2020.
El segundo sector más afectado por la disminución del empleo
fue el del servicio doméstico, donde la falta de registro
afectaba antes de la pandemia y según estimaciones del Indec, a alrededor del
70% de las trabajadoras. En este caso, la caída en el segundo trimestre había
alcanzado el 38%, mientras que en la última parte del año la cantidad de
personas que dijo trabajar en esas tareas fue un 22% inferior respecto de un
año atrás: hubo 204,228 ocupaciones menos.
En actividades como el comercio, algunas ramas de servicios
y transporte y comunicaciones, las caídas del empleo a fin de año fueron de
12%, 13,5% y 15,8% con respecto a 2019.
Y, mientras que otros sectores tuvieron caídas más
moderadas, en la industria, la construcción y los servicios sociales y de salud
la encuesta oficial detectó un aumento interanual de puestos.
Un año con menos personas en el mercado de trabajo
Por impacto de la cuarentena y de algunas conductas
adoptadas para tratar de prevenir contagios de Covid-19, la tasa de actividad
(el porcentaje de personas que trabajan o buscan trabajo sobre la población
total) cayó de 47,1% a 38,4% en el segundo trimestre de 2020 respecto del
primero, con la salida de 2,4 millones de personas, que pasaron a ser
consideradas inactivas. Eso provocó una contención del índice de
desocupación. En el último cuarto de 2020 la tasa de actividad se ubicó
en 45%, más de dos puntos por debajo del índice de fines de 2019. De
hecho, aun con la suba en la cantidad de activos, a fines del año pasado esas
personas eran casi medio millón menos que en 2019, según la EPH.
De acuerdo con un análisis de la consultora Ecolatina,
mientras que en 2020 la desocupación fue, en promedio, de 11,5%, en el
supuesto de no haber caído la tasa de actividad laboral el índice de los sin
empleo habría rozado el 19%, “un número similar al de la crisis de
2001-2002, cuando promedió el 18% de la población económicamente activa”. La
tasa de desempleo es un porcentaje de las personas que, según la encuesta, son
laboralmente activas. Según el informe, la diferencia con aquel momento es que
aún no estaban las transferencias monetarias a hogares para aliviar el impacto
de la destrucción de empleos en la pobreza (que en 2002 superó el 57%). El
miércoles último se conoció, de todas formas, que en el segundo semestre de
2020 el 42% de las personas era pobre, mientras que en el mismo período de 2019
el índice había sido de 35,5%.
Lo cierto es que la tasa de actividad está todavía por
debajo de los niveles prepandemia (en el área metropolitana, el índice
fue de 44,9% a fines de 2020 y de 48,7% un año antes) y ese hecho
estaría alejando de la vista una parte de la problemática laboral; ¿hasta dónde
la recuperación de la oferta de trabajadores podrá ser absorbida por puestos de
empleo? Y, en todo caso, ¿qué tipo de ocupaciones habrá?
Un mapa de situación con fuertes diferencias
Las inequidades surgidas de la segmentación entre formales e
informales no son los únicos signos de las brechas en el mercado laboral.
Un dato vinculado con ello es que la caída de la
tasa de empleo fue más pronunciada entre las mujeres, de por sí más
afectadas por problemas como la desocupación o la informalidad. El índice cayó
de 44,7% a 41,9% entre los cuartos trimestres de los dos últimos años, lo cual
proporcionalmente representa una pérdida mayor que la sufrida por los varones
(en este caso, la baja fue del 63,6% al 61,4%). El desempleo entre las mujeres
jóvenes, de 14 a 29 años, en tanto, se ubicó en 26% (frente a 18,9% de un año
atrás), y el de los varones de esas edades, en 19% (16,9% a fines de 2019).
Otra brecha está referida a la situación según el lugar del
país. Formosa es, por caso, la ciudad con menor tasa de empleo entre
los 31 centros urbanos que mide el Indec. Solo tiene una ocupación
laboral el 30,7% de la población, en tanto que en la ciudad de Buenos Aires el
índice es de 47,7% y en el conurbano bonaerense, de 37,3%. En los tres casos,
las tasas son más bajas que antes de la cuarentena.
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