¿Quo Vadis? ¿A dónde quieres ir tú? ¿Tu
empresa? ¿Tu comunidad? ¿Tu país?…¿Lo sabes? Tal vez pienses que, con todos los
problemas que tienes o tenemos, lo mejor y lo único que se puede hacer es ir
capeando el temporal hasta que éste amaine. Con ello probablemente, lo que
ocurrirá es que el nubarrón sea cada vez más y más negro.
Además te sientes solo y
pienses que “no te entienden”, que “no valoran” lo que estás haciendo. No te
siguen. La gente está quemada y no hay manera de hacer que se comprometan. “Con
la que está cayendo y no ven que lo que hay que hacer es apagar el fuego, los
fuegos”, te repites. “Si me entendieran y me hiciesen caso, todo iría mejor”,
insistes para ti. Tienes claro que sin su compromiso, difícilmente saldréis
adelante. Entonces te preguntas, ¿Cómo…? ¿En qué medida te están
funcionando las estrategias actuales para inspirar a las personas? ¿En una escala de 1 a 10? No llega a
10, ¿verdad? ¿Cuatro, tres…? ¿Qué podrías hacer alternativamente que hiciese
que tu respuesta fuese 10?
Aún no sabemos ni qué ni cómo,
pero por un momento imagina que mañana, o incluso hoy mismo, se produce algo
extraordinario. Algo que tiene un impacto extremadamente positivo en el nivel
de entusiasmo de las personas en tu organización, empresa, comunidad, o incluso
en la sociedad, en el mundo. Sigue imaginando…tal vez necesites dejar de seguir
leyendo este artículo. Sobe todo, sigue imaginando…Ha ocurrido algo
extraordinario y…¡Imagina!
¿Qué dirían las personas que estás haciendo que no hayas hecho
anteriormente? ¿Qué harían que no estén haciendo actualmente? ¿Qué
sería posible desde ese entusiasmo renovado?
Lo más probable es que
estuviesen sintiendo que el trabajo que hacen les permite crecer y cambiar a
nivel personal, tener autonomía, y sobre todo sentirse parte de un proyecto con
propósito. Sentirían que pueden, a través de su trabajo, honrar sus valores personales
y expresar creativamente su talento. Explorarían abundantes posibilidades y
colaborarían estrechamente, compartiendo un sueño colectivo. Se arriesgarían
con coraje, para seguir encontrando el camino que les lleve a donde tú les has
propuesto, mediante una visión inspiradora y con sentido.
Les habrías explicado con
honestidad cual es la situación actual, cuales son las dificultades y retos a
los que os enfrentáis. Al mismo tiempo les habrías invitado a liderar
creativamente con el propósito de hacer lo que realmente importa,
colectivamente. Estarías compartiendo el liderazgo con todos.
Mantendrían su mente, su
corazón y su voluntad abiertos de par en par a la escucha colectiva. Se
llevarían a cabo conversaciones profundas, donde todas las voces encontrarían
el espacio para expresarse. Nadie se sentiría marginalizado. Todos podrían
convertir sus quejas en peticiones. Nada se quedaría enquistado. Habría tiempo para la
reflexión, y tiempo para la acción, en este orden. La energía fluiría, dejaría
de estar estancada. Se equilibraría la acción en el corto plazo para impulsar
el desempeño, con la estrategia a largo plazo para un impacto positivo en el
mundo. Buscaríais “dejar huella”, trascender.
Las relaciones entre todos
serían generosas y auténticas. Todos estarían dando lo mejor de sí mismos,
aportando pasión, iniciativa y creatividad. Y con ello, los resultados serían
extraordinarios, y sobre todo significativos, con sentido. Los viernes, antes de ir de fin
de semana, se celebrarían los éxitos de la semana. En lugar del típico, “menos
mal que es viernes”, se oiría algo así como: “tomamos una cerveza”.
Tu mismo te sentirías genial, lleno de energía y plenitud.
Todo esto es imaginado, sí.
Pero al imaginarlo ya es, de alguna manera realidad. ¿Te
gustaría llevar a tu grupo, equipo, empresa, comunidad, país…a un lugar así? Entonces imagina ese lugar, decídete a
ir hacia allí, porque el camino importa, si sabes dónde vas.
Y le dijo el rey (también en el
país de las maravillas): “Comienza en el principio, y continúa
hasta que llegues al final: entonces detente.”
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