Y para
ser como una buena suegra el directivo se debe educar y desaparecer. Es lo que
sostiene Beatriz Muñoz-Seca, profesora del IESE Business School-Universidad de
Navarra, dentro de una serie de normas que describen los recursos humanos del
siglo XXI. El apellido de Beatriz resulta familiar por su abuelo Pedro
Muñoz-Seca, autor de La venganza de Don Mendo. Y es en el teatro
donde Beatriz encuentra muchas de las cosas que requiere el liderazgo para
personas muy cualificadas.
Un
directivo tiene que hacer lo que una suegra: educar y desaparecer.
Cuenta
Beatriz, dentro de la conferencia “Gestionando cerebros de obra” para
TED, que en una ocasión asistió al Teatro Real para ver el ensayo general de La
Traviata. Entonces reparó en un hombre y su dedicación sobre una copa que cogía
el protagonista. No entendió el motivo de tanta atención. Y preguntó. Aquel
hombre le explicó que de la buena colocación dependía que el protagonista
brindara correctamente y de eso la magia del momento. Algo clave para la obra y
su éxito. A Beatriz le resultó asombroso la implicación en
ese pequeño detalle y la perspectiva de cómo este podía
influir en el resultado final. Esa conciencia de lo importante que es cada cosa
en los objetivos globales.
Ahí
vemos, dice, lo que ella denomina pasión. Y para
conseguirla el directivo tiene que poner en práctica una serie de conceptos
nuevos.
El
primero, conseguir respeto, no amor. Dice Beatriz que el entorno de la empresa
no es donde a uno le deben amar. Ese respeto al jefe se genera cuando se hace
eclosionar al empleado, cuando conseguimos que sea feliz. Y, aunque no tiene
que haber amor, sí seducción. Para comprenderlo ella se queda con una
definición que decía que “seducir era hacer que la gente haga lo que tú quieres
que haga y que eso sea lo que ellos quieran”.
También menciona la necesidad de anticiparse, “ir cinco minutos por delante” y de mantenerse en el plano adecuado, sin ejercer un control desmedido. Para este último concepto Muñoz-Seca recurre a esa figura de la suegra de la que el directivo debe seguir ejemplo. Así podrá hacer como el director de escena que no necesitaba estar presente en el teatro el día del estreno de la obra.
También menciona la necesidad de anticiparse, “ir cinco minutos por delante” y de mantenerse en el plano adecuado, sin ejercer un control desmedido. Para este último concepto Muñoz-Seca recurre a esa figura de la suegra de la que el directivo debe seguir ejemplo. Así podrá hacer como el director de escena que no necesitaba estar presente en el teatro el día del estreno de la obra.
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