Más allá de la pirámide de la jerarquía
de las necesidades (técnicas de motivación), es importante recordar que la
pieza fundamental para enfocar el camino al éxito de nuestras aspiraciones, es
la voluntad para quererlo.
Ya conocemos la célebre pirámide, en
la que cada estrato nos indica qué peldaño debemos subir para alcanzar el
siguiente. O sea, primero tener resueltas las que podríamos llamar necesidades
fisiológicas, como la alimentación, la higiene, un lugar donde dormir, la
ropa,…
El siguiente estrato es la
seguridad. O sea, tener resueltas nuestras necesidades de dinero, lo que
cubre nuestros gastos, nuestras deudas y nuestras necesidades fundamentales.
El tercer peldaño es el hecho de
tener resueltas nuestras necesidades sociales. Los amigos, el deporte,
salir a cenar a un restaurante, ir de vacaciones.
El cuarto es el reconocimiento.
Estar reconocidos por lo que hacemos, o donde frecuentamos, o el coche que
llevamos, o nuestra apariencia, o cualquier elemento de reconocimiento social.
Hasta este punto, están los estratos
llamados “factores higiénicos” de las necesidades.
El siguiente estrato ya es el de
la autosuperación. El que implica el esfuerzo personal y la mejora
de nuestras condiciones anteriores. Son los llamados factores motivadores.
Yo estoy dispuesto a romper la
baraja.
Estoy firmemente convencido que los
factores motivadores son los que se perciben cuando se ha alcanzado
un objetivo, aunque sea paso a paso, sin grandes zancadas. Con pequeños
triunfos. Una pirámide con más escalones.
La voluntad de mejorar tu situación,
las ganas de crecer y aprender, y la fuerza que da la actitud y el apoyo de las
personas que siempre están a tu lado, son fundamentales para alcanzar metas.
Aunque sean pequeñas.
Es necesario mirar a tu alrededor y
poner en marcha aquellos resortes que nos pueden ayudar a conducir nuestros
pasos directamente a lo que necesitamos y a lo que queremos.
Primero debemos admitir que vamos a equivocarnos,
que vamos a tener algún fracaso y que no todo va a ser como nos esperamos. Pero
con ello debemos aprender cómo no debemos hacerlo, o por qué camino no debemos
circular.
Está casi todo en crisis, y
sabiéndolo, debemos marcarnos objetivos realizables y honestos con nuestra
situación y nuestro entorno, que podamos conseguir. Y marcarnos un plazo. Una
fecha. Un día en el cuál puede que lo consigamos o casi lo consigamos, o no. Si
no lo conseguimos, debemos volverlo a intentar, ordenando de nuevo las fechas y
lo que debemos conseguir. Y cuando lo hayamos alcanzado, debemos premiarnos.
Pequeños premios, pero que nos recuerden que hemos conseguido nuestro objetivo.
Y marcar el siguiente. Otro pequeño
paso. Otro objetivo. Otra fecha.
Lo que está claro es que nadie nos va
a regalar nada, y que no debemos contar con el factor suerte. Es nuestro
trabajo, nuestra constancia, nuestra ilusión, nuestra voluntad, nuestra
actitud, la que nos permitirá seguir y alcanzar el siguiente reto.
Os animo a ser constantes. A tener
ilusión, a aprender en cada cosa que nos suceda, en cada minuto de nuestro
camino, porque los pequeños triunfos, con persistencia, se
convierten en grandes logros.
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