José Luis Calvo Azpeitia, socio director del Instituto de Liderazgo, es un experto en desarrollo
directivo. Este es el motivo por el que me he sentado con él y hemos hablado
largo y tendido sobre cómo ve y entiende él el liderazgo. La conversación ha
sido extensa y rica en matices, veamos entonces:
Para ser un buen líder ¿hay que
olvidarse de sí mismo?
No. Es al revés. Para ser un buen
líder hay que ser uno mismo. De lo contrario cuesta mucho más desarrollar un
buen liderazgo. En la medida que tengo que gestionar un equipo grande
debo desprenderme de mi mismo, pero esto no significa que deje de ser la
persona que soy con mis habilidades, capacidades y limitaciones sino que el
foco estará en los demás.
El liderazgo ¿exige un esfuerzo?
El liderazgo no es otra cosa que
generar dirección, alineamiento y compromiso y como es lógico esto demanda un
gran esfuerzo personal, colectivo, del entorno. Al fin y al cabo todo se
traduce en conductas y esto siempre conlleva responsabilidad, asunción de
riesgos, negociación… por eso “liderazgo sin esfuerzo no es posible“.
Ser un buen padre de familia
¿garantiza ser un buen líder en una organización?
Ser un buen padre, es uno de los
procesos más difíciles y complicados del liderazgo que uno tiene en la vida,
porque trabajas con tus hijos y estos te persiguen siempre. Lo que tú haces
bien o mal en casa tiene una gran repercusión. Hay que enseñarles la forma que
uno tiene de ver la vida al tiempo que es necesario respetar su libertad
para que ellos opten por su propia forma de ver las cosas. Sin duda es de las
cosas más complejas. Es difícil que alguien que sea un mal padre pueda ser un
buen directivo.
La democracia ¿genera líderes?
Utilizamos, con frecuencia,
vocablos que son engañosos. Con facilidad decimos: líder de la oposición, líder
del partido… y sin embargo en muchísimos casos no existe tal liderazgo. No es
la democracia la que crea líderes sino más bien el sistema de partidos, ya que
estos generan cabezas visibles que son los que hacen de portavoces a la hora de
transmitir a la sociedad un programa o proyecto. En realidad hacen falta menos
líderes y más liderazgo, porque es eso lo que democracia demanda.
El corto plazo ¿condiciona el
estilo de liderazgo?
No lo condiciona, pero exige otro
tipo de liderazgo más ejecutivo, más consensuador, más técnico. El corto plazo
requiere respuestas menos creativas, hay que ir a lo inmediato y casi a lo ya
conocido. Un poco más de lo mismo pero con urgencia. El largo plazo conlleva más
dosis de riesgo porque exige poner de acuerdo a más gente.
¿Es posible liderar una
organización sin liderarse a sí mismo?
El que a nivel personal no es
capaz de dirigirse, alinearse y comprometerse a sí mismo es difícil que lo haga
en una organización. En cualquier programa de desarrollo directivo lo primero
que se debe trabajar es el liderazgo personal, porque el liderazgo va de
adentro hacia afuera y no al revés como tradicionalmente se pensaba.
¿Quién soy yo?
Es una pregunta fácil con una
respuesta difícil. Uno nunca se mira a sí mismo, son los demás los que le ven,
observan, tienen percepciones sobre mí… Paradójicamente soy el único que no se
ve así mismo. Es fácil tener una imagen de quien creo que soy yo, fácil si uno
se dedica a ello e invertimos tiempo. Una de las carencias sociales es lo poco
que pensamos sobre nosotros mismos. ¿Quién soy yo? La respuesta que doy es la
mía, mi imagen, pero tal vez no es la que los demás ven. Lo más importante es
tratar de averiguar cómo me ven los demás para intentar cambiar en aquellas
cosas en las que deba hacerlo.
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