En el ámbito empresario y comercial,
el trabajo cotidiano de titulares o dueños de negocios obliga a los mismos a
armar reportes de gestión, medir la evolución de indicadores de ventas,
económicos y financieros. Es decir, se considera el dinero y la rentabilidad.
Las empresas deben ser rentables para poder subsistir y crecer.
Ahora la pregunta es ¿Para hacer
dinero, se debe dejar de lado el corazón y los escrúpulos? Lo que hoy está cambiando en el mundo de los
negocios no es la necesidad de hacer dinero, sino la manera de hacerlo. Durante
el Siglo XX, construimos una sociedad de consumo y desde entonces, sociedad y
consumo quedaron atados para siempre. Una cosa explica la otra.
La gente expresa
sus valores y creencias a través de lo que compra, siendo los productos y las
marcas signos de su identidad, por lo que el trabajo del empresario y
comerciante implica involucrarse en la vida cotidiana de sus clientes y en su
cultura. Esto exige realizar un abordaje desde una perspectiva diferente.
Comprender una cultura
implica descubrir que lo que une a los consumidores, es ante todo, que son
personas. En la actualidad, para comprender lo que está sucediendo, la economía
es una variable necesaria, pero no suficiente. La gente sigue a aquellos que
realmente logran entender cuáles son sus nuevos deseos. Si lo importante pasa
por la vida cotidiana, aquellos que mejor puedan involucrase con la
cotidianeidad tendrán más chances de ser aceptados.
Hoy la gente no
está comprando ni productos ni servicios ni ideologías políticas. Está
comprando empatía, y siguen a aquellos que, de uno o de otro modo, los ayudan a
tener una vida un poco mejor. La empatía es una actitud y una habilidad que se
expresa en los vínculos interpersonales, considerando que cuanto más abiertos
estemos a nuestras emociones, más hábiles seremos para interpretar los
sentimientos de los demás.
Comprender la
cultura y empatizar con la sociedad se constituye en una necesidad creciente
para el mundo de los negocios. Mirémoslo de esta manera: en el siglo XVIII
estábamos en la era de la Agricultura, y éramos básicamente granjeros. En el
siglo XIX evolucionamos hacia la era Industrial y por eso fuimos operarios. En
el siglo XX continuamos evolucionando y llegamos a la era de la Información, y
allí fuimos trabajadores del conocimiento.
El autor
norteamericano Daniel Pink habla de la
necesidad de combinar y desarrollar el uso de los dos hemisferios
cerebrales porque estamos yendo según el título de su libro “De la era de la
Información a la Era del Concepto”. Esto implica ser, en el siglo XXI
“Creativos y Empáticos”.
Compartiendo la
visión de este autor, hay una amenaza latente que crece día tras día para las
empresas y los gobiernos. Aquellos que no logren construir un modelo de gestión
basado en esta nueva manera de ver a la gente perderán capacidad de atracción.
Si gobierno y empresa no saben mirar el interior del prójimo serán los
consumidores y ciudadanos comunes los que mirarán para otro lado.
Es un modelo al
revés de lo que venimos conociendo hasta acá: antes, las personalidades
creativas terminaban resultando incómodas en todos los ámbitos por pensar
diferente. Por no seguir un caminito lógico, tenían enormes dificultades para
acercarse a las organizaciones (en muchas ciudades, y más aún en las ciudades pequeñas
atadas a viejos paradigmas todavía los tienen).
Pero señores empresarios y políticos
prepárense. El talento es el nuevo bien en el corto transcurso del siglo XXI.
Gustavo Sarnari. Director en Centro de Entrenamiento y Capacitación Pyme 2.0
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