También es
evidente, que pocos son los directivos que tienen capacidad y voluntad para
aplicar esta maravillosa combinación. Como digo, no es cuestión de disponer de
conocimientos teóricos, sino de voluntad de aplicarlos.
El arte de
dirigir no es una cuestión de matemáticas o de aprender cómo funciona el Plan
General Contable. Dirigir eficientemente implica voluntad y deseo de aplicar lo
aprendido y efectuar un cambio, si cabe, en nuestros patrones de dirección.
Tener
interés por nuestros empleados, interesarnos por sus deseos, necesidades,
aplicar la empatía, ser flexibles, escucharles, motivarles, etc. Todo eso, no
se podrá conseguir si no tenemos la voluntad de provocar el cambio, por mucha
teoría que conozcamos.
El estilo
ideal, es aquel que se adapta a cada empleado. No podemos aplicar para todos el
mismo estilo. El liderazgo situacional; dirigimos en función del individuo y de
la situación.
Y tampoco,
deberemos utilizar para un empleado, siempre el mismo estilo. En alguna
ocasión, un trabajador preferirá un estilo democrático y tal vez, en otras
ocasiones tendremos que utilizar un estilo más paternalista.
Ahí reside
la habilidad del líder en reconocer qué estilo utilizar en cada momento.
Es el jefe
quien debe estar al servicio del equipo y no a la inversa. Este “nuevo”
paradigma, rompe con muchas estructuras mentales establecidas hasta la fecha,
pero nos ayuda a comprender, que en la medida en que seamos capaces de
satisfacer las necesidades de todos los componentes del equipo, los resultados
serán mayores.
Todavía,
en la actualidad, son muchos los directivos que no consideran prioritario el
ocuparse de su equipo. O confunden en qué consiste ocuparse de su equipo.
Ocuparnos
de nuestros colaboradores implica interesarnos por su motivación, fortalecer la
cohesión dentro del equipo, no tratar como simples medios a las personas que
lideramos, estar próximo a los empleados, ser percibido como uno más dentro del
grupo, etc..
Un jefe no
es un líder. El jefe es quien ejecuta lo que el líder ha planificado. El líder
es quien marca la ruta. Es un gestor de oportunidades.
Es fácil
ser jefe, pero difícil llegar a ser líder. Muchos altos ejecutivos, simplemente
tienen el poder formal, cedido por la organización, pero no tienen el poder que
le otorga el equipo. El verdadero líder consigue “hacer”, no por la autoridad
formal que posee, sino por la autoridad que le otorgan sus “seguidores”.
Y ustedes
¿Son jefes o líderes?
No hay comentarios:
Publicar un comentario