Más pesado y más torpe.
Literalmente eso es lo que obtienes con el paso del tiempo cuando no manejas el
estrés de forma efectiva. Por desgracia, se trata de un factor de vida para
todos los que viajan en el carril de alta velocidad empresarial. La buena
noticia es que si se maneja de manera correcta, el estrés puede estimular tu
energía, ayudar a que se resuelvan tus problemas cotidianos y aumentar el
rendimiento de tu memoria.
Existen varias razones por las
cuales el estrés mal manejado se puede convertir en una crisis. En primer
lugar, puede provocar falta de sueño, lo que derivaría en una interrupción de
la regulación de insulina y, por lo tanto, en aumento de peso. Además, a
niveles altos puede resultar en efectos adversos en la memoria y comprometer tu
sistema inmunológico.
Si eres dueño de negocio o
administrador general de una organización y casi todo el tiempo estás
estresado, entonces quizá también tu equipo se encontrará en la misma
condición. Considera que las neuronas espejo en el cerebro detectan cuando
nuestros jefes están molestos y reflejan la emoción.
¿Cuál es el resultado? Cuando el
líder está molesto, todos en la oficina se ponen ansiosos. La toma de
decisiones, el respeto común y la colaboración se van por la ventana. En
resumen, le dices adiós a tus mejores colaboradores.
La solución está en no tensarse
demasiado debido al estrés. Hay algunas cosas muy sencillas que te ayudarán a
asegurar que el fuego en tu estómago se convierta en el combustible que
necesitas para generar tu próxima gran idea, y no una nueva úlcera. Aquí tienes
los primeros pasos para lograr este cambio en tu vida.
Dormir. Mientras duermes repasas
las actividades y sucesos del día, de modo que se codifican en tu memoria. Se
hacen asociaciones que te permiten resolver problemas que te acosaron durante
la jornada. Incluso una siesta de 10 minutos resetea las neuronas que
estuvieron expuestas al estrés en tu cerebro. De esta manera, puedes tomar
mejores decisiones y reaccionar de manera más apropiada frente a las
situaciones que te estresan.
Antes de una reunión o
presentación importante, asegúrate de que estás lo más descansado posible. Así,
te aseguras de que tu cerebro haga su trabajo por ti, y no en contra tuya.
Recuerda que después de cuatro noches consecutivas de sólo cuatro o seis horas
de sueño, terminarás con la misma agudeza mental como si hubieras consumido
varias copas de vino, pero sin divertirte.
Si bien es diferente en cada
caso, lo cierto es que muchos adultos necesitan dormir entre siete y nueve
horas por noche. Cuando no se tiene este descanso, los eventos negativos y las
emociones se magnifican y regresan con facilidad, en tanto que los recuerdos de
lo positivo disminuyen.
Todo está claro: si estás
estresado porque no manejas tu día de forma apropiada, no dormirás bien. Lo que
haces mientras estás despierto es crítico para proporcionarle a tu cerebro el
descanso que necesita para resolver cosas durante el sueño. Lo que lleva al
siguiente punto.
Piensa positivamente. ¿Te has
dado cuenta cómo algunas personas no se molestan por cosas que a ti te
enloquecen? Toma una lección de meditación budista y esfuérzate para ver todo
con menos estrés. La idea es que los objetos no pueden ser estresantes por
ellos mismos, más bien tú los interpretas de esa forma. Por eso, vale la pena
reorientar tu estrés en algo más positivo.
Por ejemplo, cuando obtengas un
rechazo de un cliente –como un obstáculo más hacia el “sí”–, piensa que
eventualmente lo obtendrás de otro prospecto. No te paralices y estreses por
esa razón. Mejor, sigue adelante y vuelve a intentarlo.
Sueña despierto. Deja que tu
mente viaje. A la mayoría se nos ha dicho que soñar despierto es un mal hábito,
pero las investigaciones muestran que en realidad nos permite ser más
creativos. Cuando reducimos el estrés de la hormona cortisol, la mente es capaz
de acceder a regiones de nuestro cerebro que no están disponibles cuando estamos
estresados.
Así que cierra tu puerta, apaga
cualquier elemento electrónico y literalmente divaga durante 10 minutos. Deja
que tu mente viaje. Los flashazos que emerjan del interior podrían ser tu
próxima idea millonaria.
Ríe. Sin duda, es uno de los más
rápidos inhibidores de estrés. Contrarresta el cortisol y permite que tu
cerebro aprenda y piense nuevas cosas. Cuando te pones serio, te encuentras en
un formato de protección; sólo te sirve para resolver problemas viejos, no para
crear futuro. La recomendación es la siguiente: bromea, convive con gente
graciosa, ve videos divertidos en YouTube y hasta ríete cuando vayas camino al
banco.
Si trabajas a un ritmo tan rápido
y duro como la mayoría de los emprendedores, lo más seguro es que el estrés se
encontrará en tu camino. Pero con un cambio de perspectiva, el sueño y el
tiempo destinado para descansar te serán de utilidad para sacar a flote la
mejor forma de resolver los conflictos que se te presenten a diario. Además,
tendrás un pensamiento creativo y colaborativo, lo que te hará infalible.
Ahora bien, recuerda que tu
habilidad para hacer dinero es directamente proporcional a la de resolver
problemas para tus clientes. Encontrar soluciones efectivas es una de las
características más valiosas que puedes tener como empresario. El perfeccionar
esta aptitud es la base para obtener beneficios esenciales. Por ejemplo: ganar
tiempo, hacer dinero y encontrar la próxima gran idea para tu negocio.
Existen tres mitos acerca de la
resolución de problemas, que deben eliminarse antes de hablar sobre cómo
volverse efectivo en este renglón.
Mito 1. Resolver problemas y el
pensamiento crítico, son lo mismo.
Hecho. Solucionar conflictos es
un derivado de su primo más grande: el pensamiento crítico. Y más bien tiene
que ver con el tema inmediato, mientras que su pariente es un elemento
necesario para asuntos de estrategias a largo plazo.
Mito 2. Los que son buenos para
resolver problemas intuitivamente desenfundan el arma.
Hecho. La intuición es una parte
importante del proceso. Sin embargo, investigaciones muestran que las personas
que son más sistemáticas para solucionar conflictos obtienen un mejor resultado
utilizando recursos bien planeados.
Mito 3. Si encuentras una buena
solución, eres bueno para resolver problemas.
Hecho. Hay cinco pasos para superar las dificultades y debes seguirlos todos
para llegar a ser un emprendedor juicioso y profesional.
Toma nota de cada uno de ellos y ejecútalos con éxito:
1. Identificar. Determinar el conflicto
correcto para trabajar en él es con frecuencia el punto en el que la mayoría de
la gente se equivoca. No es tan simple como crees, pues saltarte este paso es
bajo tu riesgo.
Piensa en un negocio que tiene
dificultades con el flujo de efectivo. Podría haber varias razones que
expliquen esta situación. Para llegar a ellas, hay que realizar las preguntas
precisas y ser un detective astuto. No olvides que el que es bueno para
resolver problemas, por lo regular, cuestiona muchas cosas para saber lo que en
realidad sucede, en lugar de adivinar y tomar decisiones fáciles.
2. Idear. Ahora que tienes una
pequeña lista de lo que puede ser el problema, haz una lluvia de ideas para
generar todas las soluciones posibles. Para eso, mete a la gente más creativa
de tu equipo en una oficina a fin de que propongan diferentes alternativas. Sin
embargo, aún no descartes ninguna posibilidad.
El proceso mental fisiológico de
generar ideas no es el mismo que el que utilizas para evaluarlas, y tampoco
pueden activarse al mismo tiempo. Ambos son procesos críticos. Por esta razón,
no interrumpas el primero para darle paso al segundo. Todo lleva su
tiempo.
3. Evaluar. Aquí es cuando ponderas las
propuestas que tuviste durante la fase anterior. Primero, dales valor a las
ideas basadas en el impacto de un objetivo, y después analiza su complejidad.
¡Ojo! Complejidad no quiere decir dificultad. Más bien se determina por dos
factores: tiempo y dinero.
¿Puede la idea dar buenos
resultados en el tiempo disponible y se ajusta a las limitaciones del
presupuesto? También pregúntate qué tanto impacto tendrá, tomando la
complejidad que implicará como referencia. La fórmula perfecta: ideas de alto
impacto con complejidad baja.
4. Ejecutar. Es otro paso que el
promedio de los que resuelven problemas se saltan. No es bueno tener un gran
plan y luego estropearlo en su ejecución. Todos hemos estado en esas juntas
donde la lluvia de ideas termina en algunas nobles intenciones. Evita esto y
traza un plan para realizarlas. No forzosamente tienes que ser el ejecutor,
pero sí debes asumir parte de la responsabilidad de la implementación.
5. Re-examinar. El último paso es dar un
seguimiento al progreso de la solución y determinar si es la correcta. Habrá
ocasiones en las que el problema aún exista porque la salida no era la
indicada. No tires la toalla. Regresa al paso dos y continúa hasta encontrar la
alternativa que buscas.
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