Hace tiempo alguien me dijo una
frase presente hoy en día “somos lo que hacemos”, es curioso porque esta frase
marca una creencia y es que tus actos determinan quien eres. Es paradójico pero
creerlo significa entrar en una trampa sin salida, ponerse un cepo al
desarrollo y la evolución, a ser otra persona, ser quien quieres ser.
Por otro lado diría que no
hacemos desde quienes somos. Una breve reflexión, cuando haces desde quien eres
¿de dónde viene esa determinación y decisión?, ¿de fuera o de dentro? cuando
haces desde el interior, desde quien realmente eres ¿cómo te sientes? y no se
trata de qué consigues, sino cómo te sientes.
Hay una dualidad entre quien soy
y mi hacer, lo que hago. Es algo diferente quien soy en realidad, mi esencia,
lo que me realiza, lo que sueño, lo que me hace sentir bien, mis valores,
diferente a lo que hago, mis pensamientos, lo que me digo, las acciones que
realizo, lo que digo a otros.
¿Puedes pensar en alguna ocasión
en que has actuado y no te has sentido bien? es posible que no puedas decir el
qué, pero te sientes mal. Es posible que hayas hecho lo que otros digan, lo que
te han enseñado que es necesario hacer, pero no te hace sentir bien.
Todos tenemos un mundo interior,
un universo completo que va desde quien soy hasta aquello que hago, y ese hacer
comienza desde el interior. Sin haber movido un dedo en el mundo exterior, me
estoy diciendo muchas cosas interiormente, después vendrá la acción exterior.
Normalmente los textos sobre
liderazgo se centran más en el hacer exterior, en las acciones del líder y los
resultados, el impacto que marca alrededor, en su entorno. Sin embargo hay algo
antes de impactar el entorno y es mi mundo interior, desde donde después
ejecuto y actúo en el exterior.
Hay una ley milenaria, una
sabiduría, que no podemos pasar desapercibida: La Ley del Espejo. Está
demostrado que somos seres permeables al entorno, neurológicamente se ha
demostrado la existencia de las neuronas espejo y está documentado, activa
nuestra empatía y más mecanismos de conexión con el exterior. Las neuronas
espejo son maravillosas para comprender lo que sucede alrededor y sintonizar en
consecuencia. Sin embargo, antes de sintonizar, antes de actuar de nuevo en el
exterior, pasamos de nuevo por nuestro mundo interior donde decidiremos cómo
actuar en función de lo que recibimos.
La ley del espejo determina que
reflejamos en el exterior nuestro mundo interior, lo que me digo, mis
creencias, marcan mi mundo alrededor, de lo que carezco también carecerá mi mundo
alrededor, de aquello que tengo interiormente abundará en mi mundo exterior. Es
importante saberlo “mi” mundo exterior, porque el entorno es tan variado e
interpretable como ojos lo observen, solo veré y sentiré “mi” mundo exterior
que será diferente del de otra persona, aunque sea la misma habitación y los
mismos hechos.
Hay un libro del mismo título “La
Ley del Espejo” del japonés Yoshinori Noguchi que ilustra maravillosamente la
Ley del Espejo y su aplicación en la vida, también el libro toma un ejemplo
particular y real, al final del libro amplía el concepto para hacerlo más
aplicable a otras circunstancias y áreas de la vida, personal o profesional.
Es curioso porque recientemente
me encuentro con un libro sobre liderazgo cuya peculiaridad es que clasifica
los tipos de liderazgo, o cómo un líder lo lleva a cabo, en función de lo que
dice, y no tanto lo que dice a los demás sino lo que se dice a sí mismo, lo que
se dice a sí mismo condiciona su manera de percibir, vivir y actuar en el
entorno.
Dave, John y Halee en su trabajo
“Tribal Leadership” determinan diferentes niveles de liderazgo y líderes, la
buena noticia es que son secuenciales y se puede avanzar, de hecho todos los
líderes que participan reconocen haber evolucionado en cada una de las etapas:
- Nivel 1. “La vida es un
asco”. Calculan que las personas dentro de las organizaciones que pertenecen a
esta categoría son alrededor de un 2%. De hecho las personas que viven marcadas
por la creencia “la vida es un asco” suelen estar más fuera del sistema y las
organizaciones. Si por un momento pensaras “la vida es un asco”, si realmente
estuvieras convencida, convencido ¿cómo actuarías? fíjate que “la vida es un
asco” significa que no hay salvación, todo es una mierda y no hay remedio, no
puedo esperar nada mejor, el mundo va en contra, no hay un salvavidas y aunque
me lo tiren para ayudarme seguro que va a salir mal. Las acciones externas
de las personas instaladas en esta creencia normalmente les llevan a
reafirmarse en su creencia y es difícil que tomen decisiones para salir de ahí.
Cómo ayudar a salir de ahí no es el objeto de este post, en el libro abundan
sobre ello, la buena noticia es que hay personas que salen, también es cierto
que hay personas que entran en esta creencia, de hecho todos en algún momento
hemos vivido en esta creencia.
¿Puedes recordar algún momento en
tu vida donde realmente has estado en la convicción de que “la vida es un
asco”? a veces pasa algo en nuestras vidas que nos marca tan profundamente… la
vida solo puede ser un asco…
- Nivel 2. “Mi vida es un
asco”. Podría parecer que es lo mismo, pero ¿qué cambia? si piensas en ello
¿cuál es la diferencia en ti de pensar “la vida es un asco” a “mi vida es un
asco”? de repente hay esperanza, vivo convencido que mi vida es una mierda
aunque sé reconocer y ver alrededor otras vidas que sí brillan. Tengo poca
autoestima, me siento débil, actúo más mecánicamente y por normas, es fácil que
pase algo y baje a nivel 1.
El nivel 2 es un lugar de queja y
sentirse víctima, haces, vives y te esfuerzas pero nada te acompaña, los demás
no te ayudan y todo es culpa de otros o de las circunstancias. ¿Cuántas
personas conocemos que actúan así? y además ¿en qué momentos yo he actuado y
pensado así? Es típico en esta fase esforzarse mucho en un trabajo y tener un
jefe que sientes te limita, no te deja crecer, estás esperando tu momento para
saltar y nunca llega, no haces más que lamentarte. Lo has visto en los demás y
sabes que si se presentara la oportunidad podrías sobresalir, hacerlo mejor,
posiblemente algo grande. Sin embargo no haces nada distinto que esforzarte y
seguir en el mismo camino, lamentando un jefe que tapona tu desarrollo.
La gran mayoría de la población
en las organizaciones pertenece al nivel 2 y en un concepto de organización
tradicional como es concebida incluso hoy en día parece un nivel y una
comunidad necesaria. Podría parecer que Nivel 2 solamente puebla los puestos
bajos en un organigrama, podría ser la mayoría aunque se han encontrado
personas en Nivel 2 a todos los niveles de organizaciones, incluyendo alta
dirección.
Un líder en nivel 2 puede tener
una causa, algo por lo que sigue luchando y dejándose la piel. Sin embargo no
se siente realmente capaz, posiblemente ni siquiera cree merecerlo, no son los
demás, es que no da el siguiente paso para ir a por ello.
- Nivel 3. “Soy el mejor”.
Algo ha cambiado, ahora tienes la fuerza y te sientes capaz, sabes que eres
buena, bueno, en lo tuyo. Puede que se presentara la circunstancia que te
permitió dar el salto, normalmente es que una persona en nivel 2 ha tomado una
decisión para cambiar su paradigma y saltar a nivel 3. Una promoción no implica
pasar a nivel 3, puedes tener un nuevo jefe y circunstancias similares.
Hay algo implícito en “Soy el
mejor” y es que “soy el mejor, y tú no”. Por supuesto hay algo maravilloso en
esta creencia, la perseverancia, la lucha, creerse capaz, la energía y la
motivación. De repente te sientes imparable, el espacio es infinito y solamente
pueden frenarte tus fuerzas, los recursos y el tiempo. ¿Puedes verlo? ¿qué
sería para ti ahora saber que “soy el mejor” y estar convencido de ello?
Las personas en nivel 3
normalmente han alcanzado un cierto nivel de responsabilidad y liderazgo real,
tienen una intención clara sobre otras personas, conseguir de ellos lo
necesario para lograr su objetivo. De hecho es un perfil muy enfocado en
objetivos y resultados. Quieren lo mejor de los demás para sí mismos. Lo que es
difícil en este nivel es comprender el impacto que consiguen en el entorno.
Porque, cuando tu relación con
otras personas se establece desde el “soy el mejor, y tú no” ¿cómo es el trato
hacia los demás? efectivamente, ves a otros como meros recursos, no hay real
interés en las otras personas, de hecho cuando miran a otra persona están
viendo el objetivo o el resultado no a un igual, a otra persona. Un líder en
nivel 3 conoce el discurso, acude a cursos y talleres de crecimiento y
herramientas, y pone todo en aras de su causa, su objetivo. Sin embargo, aunque
pronuncie un gran discurso, normalmente llega a los demás como algo vacío, poco
creíble. Es típico que un líder en nivel 3 hable de “equipo”, “hacer comunidad”
y demás. Sin embargo su comportamiento y los hechos quedan muy patentes a los
demás y no acompañan el discurso. Si “soy el mejor, y tú no” nunca podré verme
como un igual y nunca me comportaré como si fuéramos realmente un equipo. Eso
las demás personas lo perciben claramente.
Cuando otra persona escucha a un
líder en nivel 3 hay algo muy presente en las palabras: “Yo”, entonces si estoy
escuchando a un líder en nivel 3 me queda muy claro que su interés no soy yo
como persona, su interés y su intención es él en sí mismo, ella en sí misma.
Hay algo que comparten las
personas en nivel 3 con el nivel 2: la queja y el victimismo. Un líder en nivel
3, precisamente porque “soy el mejor, y tú no”, es incapaz de delegar
realmente, es incapaz de confiar totalmente, acaba cargando con una cantidad
descomunal de trabajo y supervisión, no da espacio a los demás para
desarrollarse. Un líder en nivel 3 encuentra un límite en su desarrollo, él
mismo, ella misma. Su tiempo, sus recursos, su propia energía serán el límite
hasta donde le alcancen.
El líder en nivel 3 no es
consciente de ello y echa la culpa a los demás, las personas de su equipo no le
acompañan, no responden como le gustaría, el límite está en los demás que no
son capaces y no se suman a sus objetivos, a su causa.
¿Conoces alguien así? ¿Has tenido
jefes así?
¿En qué momento has actuado y
pensado así?
Un líder en nivel 3 tiene una
causa, una visión, un sueño por el que lucha, sabe que lo merece y que puede,
es incansable en el esfuerzo. Hay líderes en nivel 3 que dejan la vida en el
intento, llegando a la jubilación y años más tarde, echando la mirada atrás,
evaluando lo que han conseguido frente a lo que les hubiera gustado conseguir.
- Nivel 4. “Somos los
mejores”. Un líder en nivel 4 necesita haber pasado profundamente por el nivel
3, en otro caso puede ser un líder sin fuerza. Si lo piensas por un momento
¿qué cambia desde “soy el mejor” a creer “somos los mejores”? la mirada del
líder no se centra en el “Yo” sino que se mueve al “Nosotros”, sigo teniendo
una causa, puede que varíe en su visión, ahora sé que es necesario que
participes de la causa para poder conseguir algo más grande. Ahora sé que no
hay límites y que juntos podemos conseguirlo grande, infinito, imparable.
¿Cómo son las relaciones que
establece un líder que cree “somos los mejores”? el líder en nivel 4 se
involucra al mismo nivel, crea igualdad más allá de la jerarquía, favorece y promueve
relaciones multipersonales o grupales, los foros, la comunicación, la
expresión.
Un líder en nivel 4 tiene
presente, es totalmente consciente y actúa en base a la siguiente premisa:
“Si quieres construir un barco,
no empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo, sino que
primero has de evocar en los hombres el anhelo de mar libre y ancho.” [Antoine
De Saint Exupery]
Y llegamos a uno de los puntos
clave de los líderes de nivel 4 para conseguir que el equipo se contagie de
nivel 4 y funcione a pleno rendimiento y sin límites: Valores
Cada individuo en su mundo
interior, no en lo que hace o se dice, sino en su esencia, en quien realmente
es, cada uno tenemos nuestros valores. A su vez el equipo, esa entidad que da
paso a “nosotros” pasa a tener los suyos propios. El líder en nivel 4 se
preocupa y vela porque los valores del equipo, del “nosotros” resuenen con los
valores individuales de miembro, de cada “Yo”. Esto implica que el líder
realmente ve a la persona y no un recurso, conecta y da espacio a la expresión
y hace el esfuerzo porque cada individuo tenga su porción de realización, de
resonancia, de pertenencia en el equipo. Porque, si yo no gano nada, si no hay
nada para mí en este equipo ¿cómo puedes esperar que aporte y esté motivado?
¿cómo puedes pedirme todos los días mi mejor esfuerzo? cuando hay resonancia de
valores, nadie ha de pedírtelo, ni siquiera el líder, sale solo.
A partir de ahí, es importante
que la causa por la que luchamos sea de “nosotros”, no mía como líder de este
equipo. De nuevo si siento que estoy participando en una causa que tiene
sentido para mí como miembro del equipo, sé para qué estoy trabajando y
esforzándome, hay algo para mí en conseguirlo, no necesito que nadie me pida
implicación o compromiso, lo doy porque lo siento y sé para qué estoy en esto.
Ahora que hemos explorado y
realizado un viaje por los diferentes tipos y niveles de liderazgo, te invito a
algunas reflexiones:
Como líder, nada es inocente en
lo que haces y siempre es tu responsabilidad desde el impacto que produces en
el entorno, toma tu responsabilidad y evalúa lo que te devuelve el entorno con
sinceridad y honestidad, también puedes preguntar a personas ajenas que hayan
observado y sepas que van a ser sinceros.
Escucha lo que te dices, esas
frases o creencias que te repites en tu día a día, en el fondo ¿qué transmiten?
“la vida es un asco”, “mi vida es un asco, la de otros no”, “soy el mejor, tú
no” o “somos los mejores”. Somos responsables de lo que pensamos y nuestras
propias creencia, porque desde ahí actuamos e impactamos a nuestros alrededor.
Somos tan responsables de eso como cualquier industria de lo que impacta
alrededor, podemos generar productos valiosos y a la vez residuos tóxicos,
podemos generar productos más valiosos y también residuos conciliables con el
entorno y que lo beneficien.
La pregunta es ¿realmente quieres
mejorar tu liderazgo o quieres seguir en la complacencia? se puede hacer
diferente, hay organizaciones y equipos que lo hacen diferente, escucha lo que
te dices.
Bibliografía:
- “La ley del espejo”.Yoshinori
Noguchi
- “Tribal
leadership. Leveraging Natural Groups to Build a Thriving Organization”. Dave
Logan, John King & Halee Fischer-Wright.
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