Ya en 1954, en el capítulo 5º de su libro “La práctica del management” Peter Drucker definía las dos funciones básicas de una empresa comercial: comercialización e innovación.
La innovación la definía como “la provisión de más y mejores bienes y servicios”. “No es suficiente para el negocio proveer bienes y servicios cualesquiera”, decía Drucker: “Debe proveerlos mejores y más económicos. Para un negocio no es necesario crecer, pero sí mejorar constantemente”. Y añadía:
“La innovación puede tomar la forma de un menor precio… Pero puede también consistir en un producto nuevo y mejor (aún a mayor precio), una nueva comodidad o la creación de una nueva demanda. Puede consistir en encontrar nuevos usos para productos conocidos. … La innovación puede tener lugar en cualquiera de las fases del negocio. Puede innovarse el diseño, el producto, las técnicas de comercialización… el precio o el servicio…la organización de la gerencia o sus métodos….La innovación abarca todas las formas comerciales. Es tan importante para un banco, una compañía de seguros o un comercio minorista, como para una industria o una empresa técnica….En la organización de una empresa comercial la innovación no se puede considerar como una función extraña, más de lo que se considera a la comercialización. No está limitada al planeamiento técnico o a la investigación, sino que se extiende por todos los aspectos del negocio, todas las funciones, todas las actividades. No está limitada, repito – decía Drucker- al negocio de fabricación. La innovación de la distribución de una compañía de seguros o de un banco es tan importante como la innovación de la fabricación…. Todas las unidades gerenciales del negocio deberían también tener una clara responsabilidad y metas definidas en cuanto a innovación.”
De modo que para Drucker, el mejor maestro del management del siglo XX, que se consideraba en deuda con Joseph Schumpeter, la innovación no se limitaba al área de I+D, sino que tenía un sentido amplio que afectaba a toda las funciones de una empresa , fuese industrial o comercial.
Me considero pues un enano a hombros de un gigante, cuando afirmo en la página 24 de mi libro que “No hay que confundir la I+D+i con innovación… La innovación en un sentido amplio sería .. una nueva manera de hacer las cosas que resulta en un cambio positivo para la empresa y para sus clientes… Sería todo cambio basado en conocimiento que generara valor, tanto de la empresa como de su oferta.”
De modo que si usted trabaja en una PYME en la que no haya un departamento específico de I+D+i, eso no significa que no pueda innovar. Siga los consejos de Drucker expresados hace más de medio siglo. Y si decide leerse mi libro descubrirá cuánto le debo a Drucker, y no sólo a él, claro está, sino a otros grandes maestros del management, porque cualquier libro tiene un linaje intelectual lejano y múltiple y por eso confío en que a todos mis lectores les importe más qué es cierto que quién está en lo cierto y que en consecuencia ni les alivie que recurra a la cita de una autoridad en una materia ni les alarme cuando dejo de hacerlo.
Eric Barba
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