Experiencias

Rodolfo Salas: Facilitador y potenciador sobre conocimientos de liderazgo, estrategia, marketing y gestión de los negocios.

Fortalezas: Dirigir, inspirar e integrar a otros con una gran energía, Aceptar cambios de forma positiva, Desarrollar relaciones con otros, Ser más visible y Tener un alto grado de compromiso.

lunes, noviembre 22, 2010

La queja del líder

Le pasó hace unas semanas a un antiguo compañero, actualmente directivo en una multinacional. Se le acerca el Director General y comienzan a despachar rutinariamente un punto de un importante proyecto que llevaban a cabo. Al poco el Director General comienza a manifestar su incomodidad porque determinados aspectos no estaban resueltos y ni siquiera en vía de resolución. La cuestión es que la responsabilidad sobre dichos aspectos no recaía sobre mi antiguo compañero sino sobre un colega suyo del mismo nivel jerárquico.

Según fue avanzando la conversación en este sentido, el Director General fue generalizando sobre otras situaciones similares del pasado (y aun algunas actuales) en las que se puso de manifiesto un elevado grado de ineficacia, hasta llegar a calentarse y realizar manifestaciones claramente descalificadoras del colega de mi amigo. Desde “estoy harto del inútil este” hasta “no sé qué hacer con él”.

En el fondo mi amigo estaba de acuerdo con esas apreciaciones. Conocía a su colega desde hace más de cinco años y la opinión que se había formado de tal directivo coincidía totalmente con esas indignadas manifestaciones.

Ahondando en la indignación mi ex compañero se preguntó porqué el Director General se lo decía a él y no directamente al interesado. Si piensa de él que es un inútil, que lo despida o, al menos, que se lo diga y busque la forma de corregir la situación.

El Director General, en su desahogo, consiguió que mi ex compañero incrementara un sentimiento de agravio comparativo que, hasta el momento, había sido solo incipiente. Con su política de gestión este Director General había conseguido tener un inútil y un incipiente “quemado".

Este hecho me dio pie a pensar en el estilo de gestión de nuestros directivos. ¿Cuántas veces un Directivo no se atreve a poner en claro la evaluación de su colaborador? ¿Cuántas veces eso genera sentimientos de agravio comparativo y compañeros “quemados”?

Dicho de otra forma. Cuando los directivos hablan (hablamos) de desmotivación, de plantilla desmotivada… ¿cuántas veces hacen (hacemos) examen de conciencia y revisamos en qué hemos contribuido a tal desmotivación?

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