Oscar Anzorena comienza su artículo contándonos de un famoso guerrero que volvía de batallar portando con orgullo su invicta espada en la cintura, encontró junto al camino un grupo de gente escuchando a un maestro espiritual. Se ubicó entre las personas más alejadas, y por un rato estuvo escuchando al maestro hasta que, irritado por lo que le parecía pura charlatanería, interrumpió la enseñanza bruscamente:
¡Lo único que tú haces es hablar! Las palabras no sirven para nada. A las palabras se las lleva el viento.
El maestro lo miró un instante, y con gran serenidad le contestó:
Sólo un necio como tú, cuya cabeza está acobardada y medio vacía por los golpes recibidos, puede decir una estupidez de ese tamaño.
El guerrero saltó como un resorte y en cuatro grandes pasos estaba frente al maestro con su espada lista para partirlo en dos:
¿Qué es lo que te has atrevido a decirme?
Oh, no te había reconocido dijo el maestro, pero veo en tu agilidad, destreza y valentía, a uno de los más hábiles guerreros que haya pisado nuestra tierra y te presento mis respetos.
El soldado bajó su espada, sonrió satisfecho, y volvió a ocupar su lugar entre la gente.
Espero le dijo el maestro mirándolo con una sonrisa que en el futuro tengas más respeto por las palabras, ya que con ellas te hice venir hasta mí y te llevé al infierno de la furia, para luego calmarte y volverte a tu lugar.
A partir de ese día, el soldado se unió al grupo que seguía al maestro y fue su discípulo por muchos años.
Generalmente se desconoce la importancia que tiene el hablar en nuestro desempeño laboral y, como el soldado de nuestro relato, decimos frases como: "el problema es que la gente habla mucho y trabaja poco", "si hablamos menos, vamos a trabajar más", "hay que dejar de conversar y ponerse a trabajar".
Estas expresiones reflejan las creencias profundamente arraigadas de una sociedad cuya base productiva estuvo signada por el trabajo manual y la generación de bienes tangibles. Si bien esa sociedad, tal cual la conocimos durante varios siglos, ha dejado de existir, todavía perviven los paradigmas que rigieron su dinámica social.
En el mundo actual tendremos que generar nuevas teorías y concepciones que den cuenta de los diferentes desafíos que enfrentan las personas en los diversos ámbitos de su desempeño. En este sentido, la resignificación y revalorización de la comunicación y su vínculo con el accionar humano, es una de las claves que nos permite encarar cuestiones que van desde el desarrollo personal hasta la productividad del trabajo del conocimiento.
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