Romano Prodi recuerda cómo convenció a Alemania de que dejara entrar a la endeudada Italia en la eurozona: “Apoyen nuestra incorporación y compraremos su leche”, dijo.
Cuando Prodi recorría zonas agrícolas de Alemania tras asumir como premier de Italia en 1996, habló de un gran “lacteoducto” desde Baviera, apuntando a la caída del 40% en tres años en la lira que afectaba las ventas de productos lácteos. “Si Italia hubiera quedado fuera de la eurozona, una enorme cantidad de exportaciones alemanas habría peligrado”, dice Prodi.
Alemania oyó el mensaje y permitió que se flexibilizaran las reglas de entrada para crear un mercado de 16 países para sus exportadores. Ahora los contribuyentes alemanes pagan la cuenta, mientras Europa rescata economías divergentes atadas a una sola moneda y con poco control sobre sus impuestos y gastos nacionales.
Las consecuencias son una cuenta de 860.000 millones de euros por un atracón de deuda encabezado por Grecia y la creciente inquietud de que una moneda diseñada para durar para siempre pueda desaparecer.
“Existe el gran problema de una desintegración potencial del euro”, dijo ayer el ex presidente de la Reserva Federal de EE.UU. Paul Volcker. “La disciplina en política económica y fiscal que se esperaba no ha estado presente hasta el momento en algunos países.”
Pero un brutal ajuste fiscal no resolverá los problemas de competitividad, señalan algunos expertos.
Nouriel Roubini, de la Universidad de Nueva York, dijo el martes que Grecia y otros países “rezagados” de la eurozona quizás se vean obligados a abandonar la moneda común en los próximos años para impulsar sus economías.
Una “depreciación real” en el euro es necesaria para restaurar la competitividad de países como España, Portugal e Italia, señaló. El euro seguirá como moneda de un número menor de países que tienen “fundamentos fiscales y económicos más fuertes.”
Para leer más haz click aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario