Una investigación relevó los aspectos emocionales que afectan el regreso de los empleados a sus espacios físicos de trabajo.
La pandemia no sólo trajo consecuencias
sanitarias y económicas. También produjo un fuerte impacto emocional, tanto
a nivel subjetivo como social. Cuarentena, distanciamiento y barbijos
implicaron tanto distancia física como emocional, y la incertidumbre domina la
vida cotidiana.
En este escenario, el estudio del investigador Marcelo
Manucci, experto en incertidumbre y gestión del cambio, relevó casi 50 papers
internacionales publicados durante el segundo semestre de 2020 sobre las
consecuencias psicosociales de la pandemia.
Más allá de diferencias culturales y organizacionales, el
patrón común registra altísimos niveles de ansiedad, preocupación, enojo
y frustración, además de descreimiento, apatía y falta de confianza.
"Gallup mide el compromiso social hace 10 años, y en el
reporte de emociones ya en 2019 se registraron los niveles de estrés, preocupación
y odio más altos de la década en el mundo, principalmente en países
desarrollados. La pandemia exacerba esos niveles. El cóctel es mucho más
complejo con el virus", dice Manucci.
Los efectos de esta conmoción se sienten también dentro del
mundo laboral. ¿Cómo impactan estas emociones en la vuelta al trabajo?
A medida que aflojaron los aislamientos y se retornó a los
espacios laborales comunes, las organizaciones en todo el mundo
armaron protocolos para proteger a sus trabajadores. Sin embargo,
"los protocolos que se comparten en las organizaciones son sanitarios, pero
eso no cubre los cuidados emocionales", observa Manucci.
Con la hipótesis de que el marco emocional y
psicológico será el que determine la capacidad de resiliencia y
recuperación de los grupos laborales ante los nuevos desafíos, Manucci,
psicólogo y doctor en Comunicación, propone distintas dimensiones de
intervención en las organizaciones para las nuevas condiciones emocionales de
desempeño.
"La recuperación de las organizaciones y la resiliencia
no tienen que ver con los protocolos sanitarios. Regresar a un trabajo
enmarcado en la sospecha, en la falta de creatividad y en la incertidumbre no
permitirá esa recuperación", asegura.
Mundo incierto
Según el estudio de Manucci, hay que considerar al
menos tres aspectos en los que la pandemia impacta en el mundo laboral.
Por un lado, hay un "incremento de las amenazas". Pasado más de un
año desde el descubrimiento del virus, el peligro está lejos de haber sido
despejado. La vacunación avanza lentamente y nuevas
cepas y segundas olas se ciernen en el horizonte cotidiano. Distintos países
entran y salen constantemente de diversos grados de confinamiento. Todo esto
provoca altísimos niveles de ansiedad e incertidumbre.
"Está amenazada la continuidad del trabajo y hay una
amenaza física permanente. En lo organizacional, hay una amenaza respecto de lo
compartido: qué va a pasar con el rol, con la actividad de la organización. Son
todas dimensiones que abren una brecha de incertidumbre", explica Manucci.
La consecuencia son niveles de ansiedad "equivalentes
a un estrés post traumático, que puede llevar a fobias o a ataques de
pánico", agrega.
Un segundo aspecto se relaciona con que la pandemia
"arrasó con las recetas y procesos clásicos", señala Manucci.
"Hoy, en términos generales, las organizaciones tienen enorme necesidad de
creatividad. Necesitan reinventar procesos, pero al mismo tiempo no hay
referentes que te puedan guiar: nadie sabe concretamente cómo dar los próximos
pasos, ni siquiera en lo sanitario".
Según algunos de los estudios relevados por Manucci, la
pandemia comprimió en dos meses profundos cambios que se hubieran desarrollado
en 10 años. "Esto develó algo que ya estaba en la sociedad:
organizaciones rígidas, sin creatividad, sin capacidad de respuesta y profundas
desigualdades sociales", dice.
El tercer aspecto es la inercia laboral.
"Venía de antes, pero la pandemia la agrava y se hace visible con la
gente que no quiere volver a trabajar", explica el experto.
En este caso, "se necesita recuperar el entusiasmo y el
sentido del trabajo en la vida cotidiana. Cuando tu presente se transforma en
tu futuro, y tu rol se vuelve intrascendente, crece el riesgo, desde accidente
industriales, a descuidos y corrupción, porque cuando todo se torna gris,
apático, uno baja la guardia", señala Manucci.
Abordaje
A partir de su estudio, publicado en el journal Human
Resource Development International, Manucci propone algunas líneas de
intervención para las organizaciones.
Por un lado "las organizaciones tienen que definir los
temas que van a compartir con su gente. Tener en claro, cuando van a
recibirlos, las ideas clave y específicas para que la gente llegue
a la organización con un conjunto de ideas claras sobre pasos actuales
y futuros y el alcance de esos pasos en el tiempo. De lo contrario, con la
ambigüedad, crece la incertidumbre", desarrolla el experto.
Por otra parte, recomienda el entrenamiento de los cuadros
medios, que son "los traductores de esta ideas en el día día de las personas"
y la creación de espacios para que la gente pueda participar.
Finalmente, asegura, "los líderes tienen hoy un rol
inspirador fundamental para poder sostener el rumbo. Para devolverle a las
personas entusiasmo, compromiso y agradecimiento".
"La incertidumbre prepara el cuerpo para luchar o huir,
no para confiar, crear, planificar", asegura Manucci. Por eso, abordar
las amenazas, recuperar la creatividad y devolver el entusiasmo son
las tres grandes tareas de las organizaciones para morigerar el impacto de la
pandemia en los espacios de trabajo. "El año pasado fue sanitario. Este va
a ser el año de lo psicosocial", sentencia Manucci.
No hay comentarios:
Publicar un comentario