La mayor parte del universo de
personas activas está en ocupaciones precarias o informales o en el
desempleo / Fuente: LA NACION - Crédito: Aníbal Greco
La informalidad y la vulnerabilidad en el mercado de trabajo
son problemas de larga data sobre los que no hay debates de fondo; el impacto
es sobre los derechos actuales y sobre el sistema previsional
Ser asalariado y estar debidamente registrado, o hacer
tareas por cuenta propia con continuidad en el tiempo y aportando al sistema de
seguridad social, es una situación minoritaria en la Argentina de, por lo
menos, los últimos diez años. De cada 100 personas que declaran estar
laboralmente activas (es decir, trabajan o buscan trabajo), 43 están en una
condición de "empleo pleno": más allá de ocupar un puesto en relación
de dependencia o de desempeñarse de manera autónoma, son formales, y por ellos
el régimen jubilatorio recibe contribuciones.
¿Y el resto? Según datos recientemente difundidos por el
Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA),
casi 30 de cada 100 personas que integran la fuerza laboral están en situación
de "empleo precario": son asalariados que no tienen descuentos
jubilatorios, o bien cuentapropistas no profesionales que no están registrados,
o bien patrones o empleadores que se mueven por fuera de los límites de la
formalidad.
Otro 14,8% de la población activa, en tanto, está en el
"subempleo inestable", haciendo tareas temporarias por las que
reciben poco dinero, trabajando sin salario, o haciendo tareas como
contraprestación de un plan de empleo. Y un 14,2% del universo de quienes están
laboralmente activos sufre el desempleo; es decir, no tiene ocupación pero la
busca y está disponible para trabajar.
Los datos surgen del relevamiento hecho entre julio y
octubre de este año por la UCA y, si bien la pandemia y la cuarentena
empeoraron el mapa laboral y social de la Argentina, la problemática de las
elevadas tasas de informalidad y precariedad es de larga data. En 2010, el
primer año de la serie del trabajo del mencionado observatorio, la tasa de
empleo pleno era de 43,8%, muy similar a la de 43,6% registrada este año.
En el período, el índice más alto se dio en 2011 (45,1%) y
el más bajo, en 2016 (41,4%). Así, más allá de algunos altibajos, no hubo
cambios sustanciales en una realidad que afecta los derechos actuales de
millones de personas y que desafía el presente y el futuro del régimen
jubilatorio.
Sin que se previeran soluciones de fondo a la problemática
de las personas que llegan y que llegarán a la edad de retiro sin los aportes
requeridos por el sistema, en los últimos tiempos se recurrió al parche de las
moratorias previsionales, que no estuvieron acompañadas por un análisis de
costos y de necesidades de financiamiento. En 2016 se dispuso la vigencia de
una prestación no contributiva, la PUAM que, entre los aspectos que algunos
señalan como cuestiones a corregir, otorga igual nivel de ingreso mensual (el
80% del haber mínimo), sin importar si la persona nunca tuvo aportes o si, en
cambio, sí los tuvo pero no llega a los 30 años exigidos para la jubilación.
Este año se observó, en comparación con 2019 y con los años
previos, una caída de la participación que tienen los subempleados inestables
en el total de personas que conforman la fuerza laboral (de 20,6% a 14,8%), y
un incremento de la tasa de desocupación (de 10,9% a 14,2%). El comportamiento
de esas variables confirma el dato que ya se había conocido por informes del
Indec (referidos al segundo trimestre del año, en el que la cuarentena fue más
estricta), respecto de que las restricciones dispuestas para ejercer
actividades golpearon en forma mucho más fuerte a los hogares más vulnerables.
Es, en rigor, lo que pasa en cada crisis.
Si se mira el segmento de la población de nivel
socioeconómico más bajo, siempre según los datos difundidos por la UCA, se
observa que el empleo pleno solo es una realidad este año para el 7,7% de los
laboralmente activos. Y en este caso sí hubo un deterioro fuerte respecto de
2019, cuando ese índice era de 12,3% (un nivel también, claro está, muy bajo).
En este grupo, el desempleo subió de 15,1% a 25,8% entre 2019 y 2020,
considerando un período (julio a octubre) en el que seguían las restricciones pero
había pasado ya el momento en el que más limitada estuvo la actividad.
Otra manera de observar las diferencias en la dinámica del
mercado laboral que desfavorecen a los más desprotegidos, es a partir de los
datos de la situación de los trabajadores según su condición de
"pobres" o "no pobres". En el primer caso, la desocupación
se incrementó de 17,6% a 28,3%, y el subempleo inestable cayó de 40,8% a 24,6%
de la población activa, entre 2019 y 2020. Ganaron participación quienes tienen
empleo pleno, pero no por un crecimiento de las ocupaciones de calidad, sino
porque los trabajadores formales fueron los menos afectados, mientras que
muchos de los que estaban en tareas precarias dejaron de pertenecer al universo
de personas activas (sobre el cual se calculan esos porcentajes), al pasar a la
inactividad laboral.
Entre los trabajadores no pobres, el desempleo se mantuvo
casi sin cambios, en el 7,4%, y el subempleo inestable cayó de 12,0% a 10,1%.
El índice de desempleo, de todas formas, está impactado por
las particularidades de este año. Al tiempo que hubo una muy fuerte pérdida de
ocupaciones (pérdida temporaria en algunos casos y definitiva en otros),
también ocurrió un incremento de la tasa de personas inactivas, es decir, del
porcentaje de quienes no buscan una ocupación. Y ello, por las limitaciones
para hacer tareas y también para encarar una búsqueda. Según un ejercicio de
simulación hecho por los analistas de la UCA, si no hubiera estado el
"efecto desaliento" entre los trabajadores, la desocupación hubiera
sido cercana al 28,5%.
El relevamiento del que surgen los datos, que reflejan la
complejidad de la problemática social y laboral en la Argentina, incluyó a 5728
hogares de centros urbanos con 80.000 y más habitantes.
1 comentario:
Me gustó el texto ya que es un análisis informativo y completo que ofrece una visión clara de los desafíos estructurales del mercado laboral en Argentina. Proporciona datos y contextos que son esenciales para comprender la magnitud del problema y la urgencia de encontrar soluciones.
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