Los
jóvenes que inician su carrera no encuentran una vida como la de ‘El Lobo de
Wall Street’; largas jornadas laborales, depresión, crisis de conciencia y
dudas existenciales son los retos.
Por décadas los jóvenes han
soñado con su primer trabajo en Wall Street, su cheque de seis cifras en el
primer año, el prestigio, y el acceso a los vestíbulos de algunos de los bancos
más aclamados.
Pero la realidad es mucho menos
glamorosa, de acuerdo con “Young Money”, un nuevo libro escrito por el
periodista Kevin Roose que recoge las vidas de los analistas que comienzan su
carrera en Wall Street, en sus dos primeros años en Goldman Sachs, Bank of
America, JPMorgan Chase y Credit Suisse.
La verdad, descubrió Roose, es
que la vida de estos veinteañeros no consiste tanto en salidas nocturnas y
lujosos estilos de vida, sino en jornadas semanales de 100 horas, jefes
inseguros, angustiosas presiones y crisis de conciencia.
“Muchas de las personas, cuando
se imaginan a Wall Street, tienen la imagen de ‘El Lobo de Wall Street’, gente que gana mucho dinero, que
conduce autos veloces, que consume cocaína”, dijo el periodista a CNNMoney.
“Los jóvenes no viven para nada así”.
Es cierto que a los analistas se
les paga más de 100,000 dólares apenas salir de la universidad para trabajar en
algunos de los bancos más prestigiosos del mundo. Y también es cierto que estos
puestos de trabajo les dan entrada a las mejores escuelas de negocios, firmas
de capital riesgo y fondos de cobertura.
Pero todo ese dinero y esas
oportunidades tienen un precio: no ver la luz del día durante jornadas y
jornadas, quedarse en el trabajo toda la noche solo para revisar 30 o 40 veces
un proyecto, que te griten en público por una coma fuera de lugar o una hoja de
cálculo que no tiene el formato correcto.
Pesadillas bursátiles
Roose narra en su libro que un
analista de Goldman sopesó la posibilidad de escapar al trabajo si lo
atropellaba un auto, y si ese respiro valía un par de costillas rotas.
Otro tenía en su dormitorio un
reloj de cuenta regresiva que marcaba el número de días, minutos y segundos que
faltaban para terminar sus dos años en el banco.
Un analista de
Citigroup le contó
a Roose que cuando fue diagnosticado con una enfermedad autoinmune que le
obligaba a tomar tiempo del trabajo para recibir tratamiento, le preocupaba ser
“penalizado por su debilidad”.
Dos estrategas de Goldman incluso
comenzaron a planear un “éxodo masivo de los analistas del primer año”,
bautizándolo como Wall Street Drop Day -algo así como el Día de la
Renuncia- en el que todo el mundo anunciaría su dimisión el mismo día, para
luego inundar Internet con sus “historias de horror”. Incluso reservaron el
nombre de dominio wallstdropday.com en caso de que su plan llegara a
realizarse.
“Su entusiasmo inicial por
laborar en el banco más respetado de Wall Street se había evaporado
rápidamente, y una depresión devastadora había echado raíces”, escribió el
periodista.
Conciencia crítica
Las largas jornadas y la presión
de los de arriba no era lo único que mortificaba a los analistas. Roose
descubrió que a algunos les costaba mucho lidiar con la idea de trabajar en
Wall Street justo después de una crisis financiera mundial provocada por las
acciones de las mismas firmas en las que trabajaban.
Lo que les punzaba especialmente
era el movimiento Occupy Wall Street, que comenzó en Zuccotti Park, en el
corazón del distrito financiero de Nueva York. Cientos de jóvenes graduados
universitarios se habían unido al movimiento para protestar contra un sistema
en el que las grandes corporaciones, sobre todo las empresas financieras, tienen
el poder de escribir reglas que benefician desproporcionadamente a una minoría
rica.
“Los jóvenes cuyas vidas seguí pasaban una
enorme cantidad de tiempo dudando y cuestionando lo que les habían enseñado, y
cuestionando si querían estar en el medio financiero”, nos dijo Roose. “Muchos
de ellos veían a los manifestantes de Occupy Wall Street, que eran de su misma
edad, al otro lado de la ventana de su oficina, y lo pasaban mal cuando
pensaban que ellos estaban del lado opuesto”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario