Hazte a ti mismo.
Dale Carnegie nos
mostró hace más de 58 años, unos principios que han sido la base para más de
una empresa exitosa en el mundo, no sólo en el área de productos sino también
en servicios. Este hombre, se centró en las habilidades interpersonales de los
individuos y en cómo mejorarlas para desarrollar mejores relaciones con
clientes, empleados y futuros socios de empresas.
A través de su libro más reconocido, el cual lleva
como título “Cómo ganar amigos e influir sobre las personas”, Carnegie, hace un despliegue de
principios y de razonamientos que han ayudado al liderazgo, de su época y la
actual, a lograr avances inesperados. Creía firmemente en la doctrina de la
asunción de la responsabilidad, donde se dice que cada uno de nosotros somos
responsables de la vida que tenemos y lo que en ella sucede.
Carnegie, intentó mostrar en sus libros, que es
posible cambiar el comportamiento de las personas, cuando cambiamos nuestra
actitud hacia ellos. Los 3 hábitos más difíciles para incorporar al desarrollo
humano, son los siguientes:
“No critiques, no condenes, ni te quejes”
Los tres van impresos en el día a día, tanto tú
como yo puedes escuchar cómo la gente critica, condena a otros y se queja de
cualquier circunstancia que viva en ese momento.
Para crear un buen hábito, debemos des-aprender los
malos hábitos. Los verdaderos líderes con disposición a desarrollar equipos evitan a toda costa caer en este paradigma.
Saben que criticar, condenar y quejarse no llevará a la resolución de
incidencias o situaciones con su equipo. Por el contrario su preocupación
constante es redirigir esa pauta, cambiarlo en algo positivo, romper el
paradigma definitivamente con acciones contundentes.
Stephen R. Covey, en su libro “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva”, nos mostraba en el capítulo 1,
como vivimos nuestros principios, los que nos han sido inculcados y que creemos
fehacientemente que son la verdad más grande en el universo, que no somos
capaces de contradecir porque los creemos verdaderos y absolutos. Nos decía
cómo puede afectarnos un paradigma, que es la percepción que tenemos de la
realidad, el modelo o concepto, depende de la situación, del caso o el espacio
de desarrollo del conflicto. Así que nuestra percepción hace que reaccionemos
de una manera determinada, dando respuesta a la situación de la manera que
pensamos es la mejor.
Claro, que esto, está basado en valores y
principios que nos fueron enseñados desde muy temprana edad, tomando en cuenta
si respondemos bajo las dos siguientes premisas: la ética de la personalidad o
la del carácter.
De modo pues, que las diversas reacciones ante la
posibilidad de fracaso de un miembro del equipo y la forma cómo reacciona el
líder es parte de esos principios, valores y paradigmas que llevan marcados en
su código de ética personal.
¿A quién se la hace fácil dejar de criticar,
condenar y quejarse?
Estas tres tendencias son prácticas habituales, en
el ámbito profesional y en el personal. Así que son las más difíciles, pero no
imposibles.
¿Cómo desechar estos malos hábitos?
Con el tratamiento de la inteligencia emocional, pero también con la firme
decisión de crear nuevos y buenos hábitos en nuestras vidas, para aprender en
el camino a nuestro desarrollo personal.
Vete al bar o al café más cercano y siéntate allí a
observar lo que sucede, escucha atentamente, te encontrarás con una manada
sumergida en esas malas prácticas, y sí, llega a surgir de ese grupo, uno que
tenga una idea distinta, que aporta ideas, sugiere soluciones y dice que se
debe trabajar desde nuestra pequeña área para dar una contribución a mejorar
las cosas; entonces, justo ésa buena alma, será condenada por las miradas, las
críticas y los argumentos de quienes defienden una postura contraria.
Los líderes deben luchar día a día, en su fuero
interior para permanecer con una posición que los lleve a crear buenos hábitos,
donde lo principal es el primero de los principios de Carnegie: “No
critiques, no condenes, no te quejes”. Ellos trabajan para ver lo
positivo y destacarlo, dan reconocimiento y apoyo a su equipo incluyendo a toda
la gente a su alrededor; no se quejan, trabajan arduamente para cambiar las
situaciones que se les presentan y asumen su responsabilidad ante todas las
fases de su vida. Sólo se logra, con la decisión firme del cambio y la práctica
constante de este principio.
"Cuando algo nos desagrada es mucho más fácil
criticar y censurar que tratar de comprender el punto de vista del prójimo. Con
frecuencia es más fácil encontrar defectos que pronunciar elogios. Es más fácil
hablar acerca de lo que uno quiere que de lo que quieren los demás. Y todo es
así."
Dale Carnegie
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