Experiencias

Rodolfo Salas: Facilitador y potenciador sobre conocimientos de liderazgo, estrategia, marketing y gestión de los negocios.

Fortalezas: Dirigir, inspirar e integrar a otros con una gran energía, Aceptar cambios de forma positiva, Desarrollar relaciones con otros, Ser más visible y Tener un alto grado de compromiso.

domingo, marzo 23, 2014

Los 3 hábitos más difíciles en la cotidianidad del líder

Hazte a ti mismo.

Dale Carnegie nos mostró hace más de 58 años, unos principios que han sido la base para más de una empresa exitosa en el mundo, no sólo en el área de productos sino también en servicios. Este hombre, se centró en las habilidades interpersonales de los individuos y en cómo mejorarlas para desarrollar mejores relaciones con clientes, empleados y futuros socios de empresas.

A través de su libro más reconocido, el cual lleva como título “Cómo ganar amigos e influir sobre las personas”, Carnegie, hace un despliegue de principios y de razonamientos que han ayudado al liderazgo, de su época y la actual, a lograr avances inesperados. Creía firmemente en la doctrina de la asunción de la responsabilidad, donde se dice que cada uno de nosotros somos responsables de la vida que tenemos y lo que en ella sucede.
Carnegie, intentó mostrar en sus libros, que es posible cambiar el comportamiento de las personas, cuando cambiamos nuestra actitud hacia ellos. Los 3 hábitos más difíciles para incorporar al desarrollo humano, son los siguientes:
“No critiques, no condenes, ni te quejes”
Los tres van impresos en el día a día, tanto tú como yo puedes escuchar cómo la gente critica, condena a otros y se queja de cualquier circunstancia que viva en ese momento.
Para crear un buen hábito, debemos des-aprender los malos hábitos. Los verdaderos líderes con disposición a desarrollar equipos evitan a toda costa caer en este paradigma. Saben que criticar, condenar y quejarse no llevará a la resolución de incidencias o situaciones con su equipo. Por el contrario su preocupación constante es redirigir esa pauta, cambiarlo en algo positivo, romper el paradigma definitivamente con acciones contundentes.

Stephen R. Covey, en su libro “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva”nos mostraba en el capítulo 1, como vivimos nuestros principios, los que nos han sido inculcados y que creemos fehacientemente que son la verdad más grande en el universo, que no somos capaces de contradecir porque los creemos verdaderos y absolutos. Nos decía cómo puede afectarnos un paradigma, que es la percepción que tenemos de la realidad, el modelo o concepto, depende de la situación, del caso o el espacio de desarrollo del conflicto. Así que nuestra percepción hace que reaccionemos de una manera determinada, dando respuesta a la situación de la manera que pensamos es la mejor.
Claro, que esto, está basado en valores y principios que nos fueron enseñados desde muy temprana edad, tomando en cuenta si respondemos bajo las dos siguientes premisas: la ética de la personalidad o la del carácter.
De modo pues, que las diversas reacciones ante la posibilidad de fracaso de un miembro del equipo y la forma cómo reacciona el líder es parte de esos principios, valores y paradigmas que llevan marcados en su código de ética personal.
¿A quién se la hace fácil dejar de criticar, condenar y quejarse?
Estas tres tendencias son prácticas habituales, en el ámbito profesional y en el personal. Así que son las más difíciles, pero no imposibles.
¿Cómo desechar estos malos hábitos?
Con el tratamiento de la inteligencia emocional, pero también con la firme decisión de crear nuevos y buenos hábitos en nuestras vidas, para aprender en el camino a nuestro desarrollo personal.
Vete al bar o al café más cercano y siéntate allí a observar lo que sucede, escucha atentamente, te encontrarás con una manada sumergida en esas malas prácticas, y sí, llega a surgir de ese grupo, uno que tenga una idea distinta, que aporta ideas, sugiere soluciones y dice que se debe trabajar desde nuestra pequeña área para dar una contribución a mejorar las cosas; entonces, justo ésa buena alma, será condenada por las miradas, las críticas y los argumentos de quienes defienden una postura contraria.  
Los líderes deben luchar día a día, en su fuero interior para permanecer con una posición que los lleve a crear buenos hábitos, donde lo principal es el primero de los principios de Carnegie: “No critiques, no condenes, no te quejes”. Ellos trabajan para ver lo positivo y destacarlo, dan reconocimiento y apoyo a su equipo incluyendo a toda la gente a su alrededor; no se quejan, trabajan arduamente para cambiar las situaciones que se les presentan y asumen su responsabilidad ante todas las fases de su vida. Sólo se logra, con la decisión firme del cambio y la práctica constante de este principio.
"Cuando algo nos desagrada es mucho más fácil criticar y censurar que tratar de comprender el punto de vista del prójimo. Con frecuencia es más fácil encontrar defectos que pronunciar elogios. Es más fácil hablar acerca de lo que uno quiere que de lo que quieren los demás. Y todo es así."
Dale Carnegie 

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