El target principal de Grupo Arcor, niños y adolescentes, es también su objetivo de trabajo con la comunidad.
El mundo ha atravesado en las últimas décadas múltiples transformaciones económicas y sociales. En ese marco, ha tenido lugar el agravamiento de las condiciones de vida de gran parte de la población mundial, entre otras razones, por la influencia de los procesos de globalización. Es en este contexto, en el que las empresas están llamadas a un mayor protagonismo en el campo social.
Desde sus inicios, el Grupo Arcor lleva adelante su práctica empresarial buscando crecer a la par de las comunidades en donde opera. Comprometida con el desarrollo económico, social y ambiental de la sociedad, la compañía se involucra en mejorar las condiciones de vida de los sectores más vulnerables, especialmente la infancia.
Esta vocación social, heredada de los fundadores de la empresa, tuvo un punto saliente con la creación, en 1991, de la Fundación Arcor, en respuesta al deseo de la compañía de que todas las acciones en la Argentina se articularan de un modo más organizado y efectivo, que incluso les permitiera un alcance y una eficacia mayores. Este objetivo, logró un alcance regional con la aparición del Instituto Arcor Brasil en 2004, y que se consolidó con la Política de Inversión Social en 2007.
Los niños y adolescentes son los sujetos a los que principalmente la empresa destina los productos que pone a disposición del mercado. Siguiendo este foco estratégico para el negocio y sumado a la situación de vulnerabilidad socio – económica y cultural por la que transitan la mayoría de los niños de nuestro país, el Grupo Arcor concibe a la infancia como la causa principal de su inversión social. En este sentido, el acceso a la educación como una herramienta promotora de oportunidades ha sido una constante entre las prioridades de la Empresa.
Así, el accionar de la Fundación, que se enmarca en la Política de Inversión Social del Grupo, tiene su foco central en los niños y las niñas, con la misión de contribuir para que la educación sea una herramienta de igualdad de oportunidades.
La brecha existente entre los niños que viven en ambientes que favorecen el ejercicio pleno de sus derechos y los que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad, se acrecentó en las últimas décadas. Esa distancia es difícil de acortar si no se despliegan acciones que optimicen sus condiciones de vida, promoviendo todos sus derechos, y en nuestro caso, especialmente el derecho a la educación, concebido como una de las puertas de acceso a otros derechos humanos.
Invertir socialmente en una causa –aquí, la educación de la niñez - permite organizarnos en torno a ella y medir los resultados e impactos alcanzados, a fin de mejorar continuamente nuestra propia práctica. Y dado que la infancia tiene en sí misma la capacidad de ser un punto de encuentro para los distintos actores sociales (de los sectores públicos, privados y de la sociedad civil), resulta necesario concurrir con otras organizaciones para contribuir en la solución de sus problemáticas.
Es en este sentido que es necesario diseñar, planificar y ejecutar estrategias de inversión social transversales a las distintas áreas de la empresa y en articulación con los distintos actores de la sociedad, a través de las cuales se pueda hacer protagonista a la propia comunidad y generar condiciones para que pueda organizarse y actuar autónomamente.
Santos Lio. Gerente de Fundación Arcor
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