No hace falta gastar millones de euros en marketing para llamar la atención de los consumidores. Grandes dosis de creatividad y saber elegir el canal, buscando el equilibrio entre precio y audiencia, son los ingredientes de la receta perfecta.
En los años ochenta, el austriaco Dietrich Mateschitz lanzó Red Bull, bebida con la que nació una nueva categoría de producto: las bebidas energéticas. Mateschitz publicitó su marca de una forma accidental, pero exitosa. Las autoridades alemanas prohibieron su fórmula de composición. Esta decisión fue la mejor publicidad de la bebida energética, ya que todos los fines de semana, cientos de jóvenes alemanes, incitados por la curiosidad de probar algo prohibido, cruzaban la frontera austriaca para comprar este producto. Hoy, Red Bull tiene su propio equipo de Fórmula 1.
La historia de este emprendedor pone de manifiesto que no hace falta invertir miles de millones en marketing y publicidad para tener éxito, sino que contar con una idea ingeniosa es más que suficiente. A partir de ahí, la clave está en saber repartir los recursos para promocionar un producto o un servicio adecuadamente. Por ejemplo, de nada sirve anunciarse en un canal nacional si sólo el área de actividad de la compañía es local o regional.
La radio es un medio más barato que la tele, tan sólo hay que saber ajustar adecuadamente el mensaje. Y, por supuesto, Internet es el medio ideal para llegar a un público cada vez más segmentado a bajo coste. A veces, gratis.
Colgar un vídeo en una red social o poner un anuncio en un buscador o un banner estático en una página web porque es barato no sólo puede resultar una pérdida de tiempo, sino también de recursos.
Creatividad
Los expertos en marketing señalan que “es más importante la creatividad y la imaginación que los grandes presupuestos”, aunque, por supuesto, contar con recursos suficientes también ayuda. En Internet, por ejemplo, hay que tener claro que ser original es la clave. Hacer lo que ya han hecho otros suele tener poco resultado entre los internautas, acostumbrados a recibir miles de impactos de información cada día.
Combinar los medios tradicionales con las nuevas tecnologías es la situación ideal, aunque hay que conocer cada canal y el coste que pueden tener. Una página de publicidad en un diario nacional puede superar los 6.000 euros, mientras que en una edición regional no supera los 1.000 euros. En televisión, una campaña puede superar los 300.000 euros si se trata de un canal que emite en todo el país, mientras que los que sólo se ven en una provincia o Comunidad Autónoma cobran diez veces menos.
La web sigue siendo la alternativa más barata. Contar con una página propia tiene un coste de diseño y lanzamiento de aproximadamente 1.500 euros. No olvidar nunca poner los datos de contacto e indicar claramente aspectos como el precio o la forma de realizar un pedido y las garantías que se ofrecen. A partir de ahí, la creatividad es libre.
No se trata de ser polémico, porque, aunque a veces funciona, no siempre se pueden controlar las reacciones negativas que se generen. Un vídeo comercial en la Red sirve para los clientes o para explicar cómo funciona un producto, pero no como reclamo, salvo que la idea sobre la que se estructure sea lo suficientemente llamativa como para que el boca a boca funcione.
Y, los más pequeños, no deben olvidarse de su reclamo más importante: el escaparate. Es el canal más tradicional, pero también el más importante a la hora de despertar el consumo impulsivo.
Fuente: expansion.com
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