Programas de estímulo al consumo, como el Ahora 12, no es el
mejor camino para reactivar.
La caída profunda en el ingreso de los hogares y el endeudamiento inédito que les dejó la cuarentena marcan una realidad: esta vez no será el consumo interno la locomotora de la recuperación, sino el crecimiento en la actividad industrial.
La situación es atípica. La masa de ingresos de la economía
se achicó. El poder adquisitivo familiar está 20% abajo del que había
antes de la cuarentena; el 67% de los hogares mantiene algún tipo de
deuda y por la incertidumbre se está cambiando consumo por ahorro en
dólares. Con los mayores atrasos en las deudas bancarias crecen las
transferencias de dinero por intereses al sector financiero lo que le resta
disponibilidad para consumir. Además, con muchos trabajadores todavía parados, es
difícil que la demanda pueda empujar la economía sin recuperación del
ingreso disponible del hogar.
La cuestión es ¿cómo recuperarlo? La solución
está en la industria. Si la producción aumenta, demanda empleo, activa
las cadenas de proveedores, y los trabajadores parados reciben ingresos que se
destinan a consumo, activando el comercio y los servicios.
Ese círculo no es poesía y comenzó a suceder pero
hay que darle fuerza y velocidad. La industria vive una situación particular.
Los controles a las importaciones obligados para contrarrestar un tipo de
cambio atrasado, están impulsando la producción más rápido que la
demanda. En la medida que la producción se acomoda a los nuevos protocolos
y normaliza su funcionamiento, va empujando al resto de la economía.
Las estadísticas de INDEC y el sector privado van
confirmando esa dinámica. Por ejemplo, según el Indice General de Actividad
(IGA) que elabora la consultora de Orlando Ferreres, en agosto la industria
cayó 9,2% anual mientras el comercio 12,7%. Pero si se quitan a los hipermercados,
las ventas comerciales de agosto cayeron arriba de 17%, según la medición que
realiza CAME.
Desde el Ministerio de Desarrollo Productivo vienen fomentando
inversiones para acelerar este proceso aprovechando el cierre
transitorio de la ventanilla importadora, una situación que no será
permanente. Con un importante caudal de programas, ofrecen subsidios y
créditos a tasas bonificadas para empresas vinculadas a la Economía del
Conocimiento, salud, tecnología, industria pesada, turismo, parques industriales.
Pero no alcanza sin la colaboración de otras instituciones, como el sector
financiero o la AFIP, que ayuden a bajar costos de producción. La Argentina ya
lo intentó en el gobierno de Cristina Kirchner y falló justamente por la
dificultad para que las empresas locales sean competitivas en calidad
y costos.
Pero por otro lado, en esta dinámica que se promueva para
acelerar la recuperación hay que ser cautelosos. Lanzar programas como
el Ahora 12 puede agravar el problema. Lo que menos necesitan los hogares
hoy es más deuda, sino más ingresos para saldarlas. El argentino no es un buen
gestor de sus consumos con tarjetas y las tentadoras cuotas con los altos
costos por pagos parciales o fuera de término, deterioran la economía futura
del hogar.
Nos enfrentamos frente a dos caminos: rebotar o
crecer. Para un rebote vulnerable alcanza con traccionar el consumo con
programas que debilitan las finanzas personales. Un crecimiento
sólido requiere del impulso a la industria para crear rápidamente empleo,
inversiones y en lo posible, exportaciones. Es el camino a la estabilidad y a
la recuperación del bienestar perdido en la cuarentena.
Victoria Giarrizo es Investigadora del IIEP-Baires (UBA)
No hay comentarios:
Publicar un comentario