Desde las soluciones buscadas por algunas ciudades para
los traslados cortos en áreas muy concurridas hasta los viajes espaciales, en
el campo de la movilidad de producen novedades importantes en los últimos
tiempos.
El uso de bicicletas creció de forma significativa en las ciudades, como es el caso de Buenos Aires. Fabian Marelli - LA NACION
Semanas atrás, en
una conversación sobre el tiempo creciente que insumen los traslados de los
hijos preadolescentes a colegios y distintas actividades, el creativo Nicolás
Pimentel le comentó: “Más que a la pubertad, nos estamos enfrentando a un
desafío más difícil: el de la Ubertad”.
Pimentel había
tuiteado el año pasado una idea que tuvo más de un millón de lecturas: “¿Cuál
es el rol de las madres y padres según la edad de sus hijos?
• De 0 a 6 años:
para ellos sos Google.
• De 6 a 9 años:
AppStore
• De 9 a 16 años:
Uber.
• De 16 a 24:
MercadoPago.
• De 24 hasta que se
van del hogar sos Airbnb.”
En esta “era de los
padres Nasdaq” sobrevuela un concepto que popularizó el economista de Harvard
Clayton Christensen, padre de la teoría de la disrupción.
Christensen, que falleció
en enero de 2020, proponía dejar de pensar a los productos como tales
en un mercado, para pasar a pensarlos a partir de “los trabajos que deben ser
realizados” (jobs to be done). El ejemplo clásico es que uno no
compra una perforadora de pared, sino “un agujero en la pared” (el resultado) y
eso pueden ser distintos tipos de máquina o alguien que venga y lo haga: las
respuestas se multiplican.
Este concepto es
central para entender el futuro del transporte, según uno de los más
interesantes expertos en micromovilidad, el rumano-estadounidense Horace Dediu.
Dediu tiene un
doctorado en Computación en Estados Unidos. Su analogía favorita con lo
que puede pasar con el transporte es la de lo que ya sucede con nuestras ayudas
digitales: primero tuvimos una computadora de escritorio, luego una
laptop, una tableta y un celular inteligente: usamos cada una de acuerdo al
“trabajo a realizar”. Con el auto, dice Dediu, en la actualidad hay una
única solución para todo, muy ineficiente. Él cree que pronto usaremos
un abanico de opciones: micromovilidad eléctrica, plataformas para compartir
vehículos mucho más cómodas, bicicletas, etcétera.
“En el último siglo
y medio construimos un sistema de transporte que es muy arcaico e ineficiente.
Consiste en empaquetar a una persona con un auto enorme y pesado; creo que con
algo de perspectiva histórica esto se va a ver en unos años como un
‘accidente’. Este error se va a subsanar en algún momento y vamos a
volver a una forma más lógica de transportar gente”, explicó Dediu en
una charla reciente con el tecnólogo Azeem Azhar, para su plataforma
Exponential View.
¿Qué novedades se destacan en este negocio? Hay muchas: algunas de ciencia ficción
y otras que remiten a medios de transporte anteriores al automóvil. En el
reciente lanzamiento del vertical LA NACION Movilidad se repasaron algunas de
las principales.
Nueva era espacial. Entre las novedades más futuristas está sin
duda el inicio de los viajes al espacio de civiles, con la misión de SpaceX que
partió hace un mes y medio del Centro Kennedy. A bordo de la nave que orbitó
durante 20 horas antes de dirigirse a la estación espacial internacional
estuvieron Michael Lopez-Alegría, un exastronauta de la NASA convertido en
empleado de Axiom que estuvo al mando de la misión; el empresario israelí Eytan
Stibbe; el inversor canadiense Mark Pathy, y el magnate inmobiliario con sede
en Ohio Larry Connor.
Algunos fiascos. No todas son rosas en la agenda futurista del transporte. El
aumento de la velocidad de cambio hace que también queden más rápido “desnudos”
algunos gurúes con pronósticos que no se cumplen. El más notorio de ellos es el
de la demora en las opciones de vehículos auto-manejados, que a mediados de la
década pasada se vaticinaban ya masivos para este momento. Si bien casi todas
las automotrices están trabajando con iniciativas en esta línea, los
cronogramas demoran más de lo que se pensaba y hay consenso en que las primeras
fases de automanejo serán para transporte de carga y delivery (sin vidas en
juego), o para “corredores” de transporte simples (tipo metrobús) que impliquen
menos complejidad para la inteligencia artificial a cargo.
Acelerador de pandemia. Las cuarentenas estrictas hicieron que muchas ciudades
restringieran la circulación de vehículos y que, así, aumentara el uso de las
bicicletas. Esta no es una “agenda de ciencia ficción” pero sí un cambio
dramático en favor de una herramienta de micromovilidad que existe desde hace
dos siglos. Según datos del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, los viajes
en bicicleta pasaron de ser el 4% del total al 10% luego del Covid. Dediu
resalta que a nivel global un 80% de los traslados son a menos de dos millas:
en nuestra cabeza tendemos a pensar que hay más viajes que son más largos, pero
en realidad la distribución estadística sigue una ley de potencias. Hay algunos
casos paradigmáticos de este fenómeno: en Jakarta, capital de Indonesia, el uso
de bicicletas se multiplicó por cinco y se redujo sustancialmente la
contaminación en la zona urbana.
Agenda de clima. En los últimos dos años la cantidad de dinero que fluye a fondos de
inversión de riesgo (VC) para proyectos vinculados a la mitigación o adaptación
al cambio climático pasó del 4% al 12% del total, según la firma PwC. Y de esa
porción, el vertical que más acapara la atención e inversores es el de
“transporte”, principalmente con alternativas de electrificación de vehículos,
nuevas formas de almacenar en baterías, etcétera.
Varianza extrema. El economista especializado en nueva movilidad Leonardo Valente
(columnista del nuevo vertical de la nacion) sugiere mirar muy de cerca lo que
sucede en China: “Son algo así como ‘los reyes de la varianza’, con
autos-soluciones de 1200 dólares que son poco más que un carrito de golf hasta
un super-deportivo que rompió el récord en Nurburgring al acelerar a 100
kilómetros por hora en 2,7 segundos. Un abanico muy rico y variado para
analizar”.
Cambio cultural. La mayor conciencia ambiental es uno de los motivos principales por los
cuales un 40% de quienes cumplen 18 años en Estados Unidos optan por no sacar
la licencia de conducir. Históricamente, esa variable, considerada
culturalmente como un sinónimo de pasaje a la adultez, superaba el 90% (quienes
sí la sacaban). El dato figura en el último libro de la diseñadora de futuros
Jane McGonigal, Imaginable (Bantam Press). McGonigal está segura de que ya
pasamos el “peak auto” (el momento de la historia donde hubo más gente
manejando vehículos motorizados) y aporta otro dato: un 78% de las personas que
viven en ciudades en España, Alemania, Bélgica, e Inglaterra se mostraron a
favor de mantener las restricciones de circulación de autos de la pandemia para
mejorar el aire respirable y disminuir la polución sonora. Si esto se mantiene,
la “Ubertad” a la que hacía referencia Pimentel se transformará en algún tipo
de traslado con micropubermovilidad.
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