Randall S. Peterson y Kristin J. Behfar, en la edición de marzo – abril de Harvard Business Review, plantean que las personas que destacan en el trabajo son aquellas que saben cómo colaborar y competir con sus compañeros. Comprenden con claridad cómo las relaciones en el trabajo intervienen en sus intereses y en los de la organización, consideran cuidadosamente los riesgos de los intercambios y de forma desapasionada deciden lo que tienen que invertir en cada compañero y cuándo no deben hacer nada.
Los autores han estudiado las rivalidades cooperativas en el
trabajo durante más de 25 años y han encontrado que la forma en la que los
profesionales las gestionan puede promover o entorpecer sus carreras. Casi
todas las relaciones tienen sus aspectos positivos y negativos y requieren un
cuidado especial para gestionarse. Para lograrlo lo primero que tenemos que
hacer es en qué lugar estamos nosotros y nuestros compañeros en el espectro de
colaboración.
Una vez que hemos determinado el tipo de relación que
tenemos con nuestro compañero tenemos que decidir qué podemos tolerar y qué
tenemos que evitar y cómo podemos conseguir obtener los beneficios de trabajar podemos
utilizar varias tácticas para gestionarla. Esto requiere que analicemos
cuidadosamente nuestra situación, considerando cómo nuestros intereses comunes
y dispares se alinean con las metas de nuestra organización, preguntándonos qué
es lo que esperamos conseguir y qué es lo que espera la otra parte y si
sus intereses pueden crear un riesgo para nosotros. También juntos.
Según los autores nos podemos encontrar con situación de:
1.- CONFLICTO
En este caso la otra parte está tratando de arrebatarnos
algo que queremos o necesitamos. Es una relación de suma cero en la que una
parte gana y la otra pierde una recompensa deseada, como puede ser el caso de
una promoción. En este tipo de relaciones debemos tener claro qué es lo que
debemos proteger y qué es lo que no podemos dadas las circunstancias. La
confrontación es necesaria y costosa por lo que hay que trabajar de cerca con
los aliados y procurar evitar enfrentarnos al rival solo.
II.- COMPETICIÓN
Este tipo de rivalidad es muy común en organizaciones en las
que la remuneración y las oportunidades se asignan de forma rutinaria valorando
y comparando el desempeño de los profesionales. Nosotros y nuestros compañeros
deseamos las mismas cosas pero las posibilidades son limitadas. A diferencia
del conflicto ganar o perder las situaciones competitivas ofrecen alguna
flexibilidad porque el valor se puede encontrar en otras opciones, aunque sean
menos atractivas. En estos casos reconocer qué es lo que ocasiona la rivalidad
puede facilitar el encontrar una forma de reducir la competición.
III.- INDEPENDENCIA
Se encuentra en la mitad del espectro, que supone la
reducción deliberada de nuestra dependencia de los demás, siempre que sea
posible, evadiendo el problema en lugar de intentar solucionarlo.
IV.- COOPERACIÓN
En una relación de cooperación las dos partes tienen
intereses compartidos pero también tienen otros por separado, por lo que eligen
trabajar juntas en asuntos específicos en los que los intereses están alineados
y no competir en el caso en que no lo estén. Consiste únicamente en una
transacción mutuamente beneficiosa en la que cada parte aporta algo.
Los riesgos son muchos menores que en las relaciones en las
que existe conflicto o competición. El mayor peligro radica en que las cosas
puedan cambiar.
Se produce cuando las dos partes tienen muchos intereses
clave mutuos y ambas se benefician si invierten en una relación de ayuda mutua.
Aunque son relaciones que parecen psicológicamente seguras y prometen la mayor
ganancia mutua son las más difíciles de romper si los intereses cambian porque
los recursos se encuentran entremezclados.
Todos nos encontramos con una variedad de rivalidades
cooperativas en el trabajo, por lo que entenderlas y averiguar cómo se pueden
optimizar es crucial. La solución no está en centrarnos en las relaciones
positivas y evitar las negativas. Debemos ser capaces de reconocer que el
conflicto y la competencia van a surgir inevitablemente entre compañeros pero
que pueden ser gestionados de forma que puedan originar recompensas y que
mientras la independencia puede parecer una solución, raramente es una panacea
y que nuestras metas y las de nuestros compañeros de trabajo evolucionarán con
el tiempo. El éxito en nuestra carrera profesional va a depender de nuestra
gestión de las relaciones, tanto como de otras competencias. Si lo hacemos
correctamente tanto nosotros como nuestras organizaciones se
beneficiarán.
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