En los últimos años hemos pasado de entornos de trabajo muy cerrados, estructuras 100% verticales, a una política empresarial marcada por el fomento de las relaciones entre los empleados, y entre jefes y subalternos, tendiendo hacia estructuras que tienden más a lo horizontal. Esto ha cambiado la forma en la que se ejerce el liderazgo en las organizaciones del siglo XXI.
Esta evolución dentro de los recursos humanos ha afectado sobremanera a los altos cargos, los jefes, cuyo perfil y cualidades ahora distan mucho de las de hace unas décadas. En especial, el cambio se ha producido en su actitud respecto a los trabajadores, ahora más vistos como "compañeros de trabajo" y, siempre con ciertas licencias, a los que se intenta tratar "de tú a tú".
Las claves de este liderazgo del siglo XXI están en tres puntos fundamentales: conocer a tu equipo de trabajo, reemplazar miedo por confianza y generar una cultura de la colaboración.
Conoce a tu gente
La primera y principal decisión que debe asumir un líder es que debe delegar. Una única persona no sabe, ni puede ni debe hacerlo todo. Por eso, los líderes se tornan efectivos cuando aceptan que no pueden hacer todo para todos. Y es ahí donde entra en juego este punto: conoce a tu equipo y así sabrás qué tareas desempeñará cada uno de los miembros del mismo, sacando lo mejor de ellos.
Una vez identificadas las cualidades que distinguen a las personas, las claves es observar qué es lo que aportan al equipo y a continuación averiguar cómo apoyar sus particulares fortalezas.
Reemplaza el miedo con confianza
Del miedo disfrazado de presunto respeto (de hace unos años) se ha pasado a la confianza, a relaciones más directas y personales entre los empleados y sus superiores.
Hay que crear una cultura con un alto índice de confianza, reemplazando el temor mediante la focalización de los mensajes, con discursos correctos y cercanos y no penalizando los errores de forma indebida. Obviamente, recompensando los ciertos y el trabajo bien hecho siempre reconocido.
Esa confianza ha de transmitirse a todos y cada uno de los miembros de la plantilla. Esto es especialmente importante en momentos de crisis como la actual, en las que quienes tienen mejor desempeño, más confianza en sí mismos, saben afrontar mejor su trabajo y son capaces además de aportar soluciones o contribuir a la mejor marcha de la compañía.
Generar una cultura de colaboración
Independientemente del contexto en el que se opere, siempre es necesaria la colaboración entre todos los trabajadores. Remar en la misma dirección es la clave para que el entorno laboral sea más sano y la actividad más productiva.
Si a ello añadimos, nuevamente, la situación de crisis que atravesamos, en España ahora, más que nunca, necesitaríamos de esa cultura de colaboración. Es decir, aplicándolo a una pyme o compañía, se trataría de que todos los empleados pudieran aconsejar y dar su particular visión respecto a procesos de gestión del negocio, de forma que se puedan reducir gastos, por un lado, y mejorar el servicio y los productos, por otro.
En definitiva, podríamos resumir señalando que los líderes de hoy en día necesitan ante todo conocerse a sí mismos y entenderse. A raíz de ese conocimiento íntimo viene todo lo demás: conocer en profundidad a las personas con las que trabajas, saber qué es lo mejor de cada una de ellas y procurar maximizar esas fortalezas. Es ahí donde está el momento de delegar responsabilidades y tareas, sabiendo quién puede hacerlas de forma adecuada.
Todo esto ha de contribuir a la generación de un clima de confianza en el equipo, entre todos los miembros de la plantilla. Dejar a un lado el miedo y que el líder, el jefe, se acerque más a estos, lo que llevará en consecuencia a la creación de entornos de trabajo colaborativos, la clave para superar la actual crisis económica.
Por supuesto, todo esto ha de mantenerse en el tiempo y no debería ser flor de un día. La constancia es la clave para llevar a buen puerto todo proyecto empresarial.
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