Experiencias

Rodolfo Salas: Facilitador y potenciador sobre conocimientos de liderazgo, estrategia, marketing y gestión de los negocios.

Fortalezas: Dirigir, inspirar e integrar a otros con una gran energía, Aceptar cambios de forma positiva, Desarrollar relaciones con otros, Ser más visible y Tener un alto grado de compromiso.

martes, octubre 16, 2012

Dirigir personas ¡Alguien tiene que hacerlo!


Gestión de incompetentes. Un enfoque innovador de la gestión de personas / Gabriel Ginebra. Editorial Océano. Barcelona, 2012. 184 págs. ¿Repites las instrucciones una y otra vez? ¿Desconfías de tus empleados? ¿Tienes que revisar personalmente su trabajo? En resumen, ¿vives rodeado de incompetentes?

Seguramente más de un lector que tenga la espinosa tarea de gestionar personas, se identifica con alguna de estas interrogantes. Si es así, te sugiero tomarte unos segundos de reflexión… ¿no será que el incompetente eres tú?

El autor de este ameno y ágil libro inicia con una introspección sobre la forma en que ejercemos nuestro liderazgo. Los directivos suelen verse a sí mismos como expertos conocedores de su negocio, pero les cuesta trabajo entender su papel como desarrolladores de personas.

¿Por qué no nos dedicamos a la gente? Dirigir personas es lento e incómodo y, además, luce poco. En cierto sentido, centrarse mucho en las personas es contrario a centrarse en las tareas… ¡Pero alguien tiene que hacerlo!

El autor propone una estructura simple que divide en tres partes: reconocer tu incompetencia y la ajena, diagnosticarla y aplicar las herramientas necesarias para atenderla. Se trata de una propuesta enfocada al auto-análisis, cuya lectura da la impresión de ser sencilla, pero como lo expresa el mismo Ginebra: «aunque el libro resulte de fast read no es en lo absoluto de fast cook».

Este trabajo requirió una determinada concepción del hombre y su actividad en la empresa. Los conceptos, prácticas y ejemplos que aquí leemos «de un tirón» son parte de una filosofía del aprendizaje directivo que se concibe, se cultiva y cosecha con tiempo y paciencia.

La realidad es más exquisita que la ficción, por ello, el autor salpica el texto de pequeños casos que sirven al lector –a manera de entremés– para reflexionar sobre una situación con la que bien podría identificarse.

HAY QUE APOSTAR POR LA CANTERA
«Cómodo, tus fallos como hijo son mis defectos como padre» (Gladiator de Ridley Scott) pocas veces escucharemos, en los labios de un directivo, esta frase que dijo el emperador Marco Aurelio a su hijo. Y no hablo de echarse encima toda la carga de un fracaso, sino de abrir los ojos y aceptar que dirigir no es sólo cuestión de buenos deseos.

La raíz del problema podría estar en nuestro autoconcepto de jefe, si no incluye la cordialidad, pasar tiempo con la gente o ser un buen escuchador, difícilmente apreciaremos el talento de nuestros colaboradores.

La cuestión es: ¿cambiar de personas o cambiar a las personas? Éste parece ser el gran dilema de la gestión de humana. En realidad, sólo es posible desarrollar el talento si optamos por hacer crecer a quienes tenemos con nosotros. «Cómo me dijeron de joven y entonces no lo creí: ‘a largo plazo no triunfan los más brillantes, sino los talentos medios que consiguen vencer a la pereza’» (Gabriel Ginebra).

Con su espíritu de pequeños-grandes remedios, Ginebra adelanta cinco pequeñas-grandes propuestas capaces de transformar por sí solas el modo de encarar la gestión de personas:

1. Dedicar una tarde a la semana a convivir con tu gente.
2. En el próximo mes, invitar a comer, una por una, a las personas que dependen de ti.
3. Abrir una ficha de información personal –de incompetencias– por cada empleado, y consultarla semanalmente.
4. Aceptar que un colaborador tuyo hace algo relevante mejor que tú, reconocerlo en público.
5. Enseñar, en el plazo de un mes, una habilidad concreta a un colaborador al que criticabas precisamente por no dominarla.

Basta con incorporar dos de ellas a tu repertorio directivo, para comenzar a ver resultados. El jefe es el factor determinante del rendimiento de un colaborador, y si es la insatisfacción la que predomina, el empleado no sólo se irá de la empresa sino que huirá de un jefe.

Dirigir nunca fue una tarea fácil, a diferencia de los números, datos o stocks, cuando se quiere aplicar una solución a un problema con personas, el mismo remedio nunca dará el mismo resultado. Ahí entra en juego la paciencia, capacidad de observación y creatividad del director, quien deberá superar el miedo a perder el control de la situación y procurar afrontarla con buen humor. Escuchar, enseñar y acompañar son actividades que poco se miden y es difícil exigirlas si a mí tampoco se me exigieron antes. «Cambia tú mismo y habrá un sinvergüenza menos en tu empresa».

¿NO SÉ O NO PUEDO?
Así como un mal diagnóstico puede matar a un paciente, un juicio y terapia equivocadas pueden crear problemas que antes no existían en un colaborador. Ginebra precisa un mejor diagnóstico a partir de su Modelo Fougi (FOUrnies+Ginebra) en el que presenta diez tipos de problemas con sus acciones correctoras, ordenadas desde la incompetencia irrelevante hasta la más grave incapacidad.

Con esta propuesta de diagnóstico, el director podrá deliberar si sus colaboradores trabajan mal por falta de motivación o porque no saben hacer lo que se les pide. De ambas posibilidades surgen otras incompetencias menores, que se irán descartando hasta dar con el problema. «Si podemos curar con aspirina no apliquemos quimioterapia».

Ante todo, el directivo debe ser un maestro; en el sentido de alguien que sabe y puede transmitirlo. ¿Podrías indicar las principales tendencias en tu sector? ¿Cuántos libros de tu especialidad has leído? ¿has asistido a algún congreso en los últimos tres años? ¿Conoces a los grandes profesionales del tema? Si encontraste dificultad en responder alguna de estas preguntas, es preciso que recuperes la virtud de priorizar y descubrir las claves de tus obligaciones.

En este último apartado, el autor repasa algunas estrategias para acelerar el aprendizaje cotidiano: imitar al amigo listo, las habilidades se entrenan con ejercicio y qué mejor que imitar al destacado; pedir consejos, implica una actitud humilde; leer, conviene ir al libro fundamental pues los grandes creadores son más persuasivos que sus comentaristas; acudir a los clásicos, es preciso conocer la tradición de cada profesión; pedir que te cuenten los trucos, escuchar lo que sabe el vecino acaba siendo el knowledge sharing más valioso; y afilar el hacha, el leñador que se detiene a afilar el hacha, de vez en cuando, podrá cortar más y con menos esfuerzo.

Saber agradecer, perdonar, saludar y pedir por favor son otras microhabilidades relacionales que aborda el último apartado, a manera de herramientas emocionales para gestionar personas. Al final, la humildad es la competencia directiva esencial, pues el tamaño del ego es inversamente proporcional al talento directivo efectivo.

COMPETENTES DE PELÍCULA
El provecho del libro se multiplica con algunas películas que sugiere el autor:

Les Choristes de Christophe Barratier
Exigir, corregir, animar y confiar
Con enorme paciencia y en contra del planteamiento autoritario del director del centro, el profesor Clément Mathieu se empeña en descubrir el talento musical de algunos internos de un orfanato rural.

La vida es bella de Roberto Benigni
Una razón para vivir, un sentido
Inspirada en las teorías motivacionales de Viktor Frankl. El protagonista mantiene un proyecto para acometer: sobrevivir. Se incorpora a trabajar de camarero y aprende lecciones inolvidables de oficio, técnica y amor al trabajo.

The Dirty Dozen, Hoosiers, The Devil Wears Prada, The Proposal, In Good Company, Pulp Fiction, Ratatouille, Invictus, Gladiator… ofrecen poderosos mensajes para aprender la tarea de jefe.

Andrea Moreno 

lunes, octubre 15, 2012

9 atributos que te hacen CEO


La consultora Russell Reynolds encuestó a 4,000 ejecutivos sobre lo que hace a un buen director; saber demostrar emociones pero controlarlas es una de las cualidades que debes ejercitar.
Los directores generales de las empresas presentan ciertas características que los diferencian de cualquier otro líder.

La consultora Russell Reynolds preguntó a casi 4,000 ejecutivos cuáles son los atributos que requiere un buen CEO para dirigir.

La firma definió como nueve los básicos, publica en septiembre de 2012 la edición trimestral CEO de la revista Expansión.

1.Mira hacia el futuro. Planea hacia adelante y está preparado.

2.Toma riesgos calculados. Se siente cómodo con decisiones difíciles, pero las toma con cuidado.

3.Está orientado hacia la acción. Se interesa por la ejecución de tareas, pero sin ser impulsivo.

4.Es optimista. Por eso persigue nuevas oportunidades.

5.Tiene una mentalidad firme y constructiva. Es perseverante, pero no insensible.

6.Sabe 'leer' a la gente. Busca entender diferentes perspectivas, pero no analiza las situaciones de más.

7.Mide sus emociones. Sabe mostrar sentimientos pero los controla.

8.Es incluyente. Toma en cuenta a otros para tomar decisiones, pero también sabe ser independiente.

9.Está dispuesto a confiar. Pero sabe cuándo dudar de algo o alguien.


domingo, octubre 14, 2012

Tolerancia para líderes


Durante las dos últimas semanas he compartido en diferentes reuniones, con personas que quieren de alguna forma llegar a un punto de influencia sobre otros, de diferentes maneras, a través de su trabajo, con sus contactos, asociaciones o agrupaciones, para hacer cambios diversos en la sociedad.
Es increíble saber, que son más las ideas positivas, las ganas de comprometerse y luchar por logros provechosos, que las malas noticias que cada día lanzan medios de comunicación, por ejemplo.
También he de decir, que hay dentro de estos encuentros, personas que se encargan de dañar el trabajo que hacen otros con sus aspectos negativos, lo podríamos denominar saboteadores. No entienden que estamos dentro de un mundo, que está evolucionando en todos los aspectos, y que va mejorando cada día, porque el factor de encontrarnos interconectados con personas que ni siquiera conocemos personalmente a través de la tecnología, nos lleva a enterarnos de lo que pasa en rincones desconocidos por nosotros en el planeta. Además, de buscar influir en otros con estos puntos negativos, yo creo que están totalmente equivocados de época.
Actualmente, los líderes y personas con influencia realmente destacan por su pensamiento positivo, por su desarrollo personal, por el liderazgo que emanan, por la Actitud Mental Positiva que desprenden y que tratan de impregnar en los que están a su alrededor, aún por espacios cortos de tiempo. Estos líderes, aplican la tolerancia ante quienes no piensan como ellos, ante las personas que son diferentes por cualquier motivo, entienden de respeto y además aceptan las diferencias.
La tolerancia de los líderes nos enseña como personas con un fuerte liderazgo como Mahatma Gandhi o Nelson Mandela, pudieron aceptar las diferencias como personas civilizadas, que hicieron de su lucha un movimiento de paz. Los líderes aceptan para ser aceptados, respetan para ser respetados y entienden que su liderazgo se hizo con bases fuertes de edificación de las personas que les rodean y que les han ayudado a llegar donde están.
Tolerancia significa respetar los valores y principios fundamentales de las personas, reconocerlos sin imposiciones, es simple aceptación.
"Nadie puede hacer el bien en un espacio de su vida, mientras hace daño en otro. La vida es un todo indivisible". Gandhi

sábado, octubre 13, 2012

Principales conclusiones del estudio: Global Workforce 2012


Entre las principales conclusiones del Estudio Global Workforce 2012 de Towers Watson, se destacan las siguientes:

·    La compensación impacta en el compromiso del empleado por primera vez en España, las    empresas deben encontrar formas creativas de compensar.
·    El perfil del  empleado en España: inmovilista y poco comprometido con la empresa.
·    El estilo de liderazgo español  necesita renovarse ya que impacta directamente en el compromiso.
·    España tiene los niveles de estrés más altos de Europa.

La motivación del empleado está cambiando

La Alta Dirección de la empresa es valorada de forma crítica. El perfil del empleado español: inmovilista y poco comprometido con la empresa.
  
Las conclusiones del Global Workforce Study 2012 revelan que el empleado valora, más que nunca, la solidez de la empresa, así como un liderazgo eficaz en el que confiar para llevar a la compañía a “buen puerto” en este entorno económico tan desfavorable. Sólo un 33% piensa que la Alta Dirección de su empresa tiene sincero interés en el bienestar de los empleados y un porcentaje algo mayor, un 40% confía en el trabajo que hace la Alta Dirección.

Sin embargo, parece que los empleados siguen refugiándose en la estabilidad y seguridad de tener un puesto de trabajo, ya que un 46% no tiene intención de dejar su empresa, aunque se le ofrezca un trabajo similar en otra compañía. De hecho, el 53 % de la muestra preferiría trabajar para la misma empresa toda la vida. 
La compensación impacta en el compromiso del empleado por primera vez en España: Las empresas deben encontrar formas creativas de compensar.

Esto no significa que los empleados demanden un salario mayor, sino que deben introducirse nuevos mecanismos de flexibilidad en el trabajo como elemento de compensación adicional. Un 48% piensa que no existe una correlación entre su salario y sus funciones, y un 42% opina que no se les compensa adecuadamente.

Europa está “estresada y España mucho más…

Tanto en Europa como en España, los empleados sufren de “estrés” en su trabajo. En nuestro país casi la mitad de la muestra dice sufrir excesiva presión en su trabajo (49%), lo que refleja un claro incremento en los niveles de estrés respecto al 2010, donde el porcentaje era de un 43%. Esta variable se encuentra por encima de la media europea, donde solo un 35% siente presión excesiva en su trabajo. Por otro lado, en España únicamente un 35% de los empleados opina que los niveles de estrés son manejables, frente al 50% de los encuestados en Europa.

Los empleados piensan que la situación no mejorará en el corto plazo con respecto a los niveles de estrés y cargas de trabajo. Un 48% piensa que su empresa espera que los empleados trabajen más horas de lo normal durante los próximos 3 años. Un dato muy similar se da en Europa, donde un 41% de los empleados también opina lo mismo. Sin embargo, en España un 60% afirma que en los últimos 3 años los empleados ya han trabajado más horas de lo normal, con respecto al 52% de la muestra europea.

Acerca del estudio

El Global Workforce Study 2012 analiza las tendencias del mercado de trabajo en materia de atracción, retención y compromiso de los empleados. Realizado a nivel global, cada dos años, por Towers Watson, esta edición se ha realizado en 29 países sobre una muestra de 33.000 empleados y 1.018 profesionales en la muestra de España; de la que un 60% son hombres y un 40% mujeres, un 66% mayores de 35 años y un 35% menores de 35, y un 6% mayores de 55, un promedio de 37 años. Más del 40% de la muestra trabaja en empresas de más de 10.000 empleados.

viernes, octubre 12, 2012

Un paso más en el desarrollo del líder


Si hablamos en términos de liderazgo es importante desgranar bien la perspectiva del directivo-coach, aclarando con este término extendido que el profesional incorpora en sus habilidades directivas la técnica del coaching para desempeñar un cargo más cercano y de acompañamiento para la consecución de los objetivos de los que es responsable ante la organización.

El directivo-coach, y permíteme seguir con este término para hablar de los líderes de hoy y el futuro, debe disponer de un alto nivel de
 excelencia e inteligencia social emocional para crear equipos de alto rendimiento, flexibles y con capacidad de superación, preparados para desarrollarse en entornos cambiantes y llenos de incertidumbre.

Esto lleva a pensar que este directivo-coach ha de tener una claridad de visión sobre el equipo y la organización, capacidad de alinearse con todo su entorno y de implantar una cultura empática positiva con los demás, que impulse a resultados significativos.

A mi entender, es caminar hacia una nueva perspectiva y esa es la del directivo-coach relacional, la perspectiva del
 liderazgo orientado al sistema organizacional. En la que este directivo-coach relacional cataliza la capacidad del equipo de moverse más allá de lo personal hacia una identidad de grupo potentemente generativa, como un sistema integrado y completo, que va más allá de la simple conexión efectiva entre ellos.

Es verdaderamente el reto del líder de hoy y del futuro donde su proceso de transformación maneja la inteligencia social emocional -en uno mismo, el otro y el grupo- y métodos de aprovechamiento del equipo para gestionar los procesos de cambio y las diferencias individuales, para desmontar los silos organizacionales y para desvelar el significado profundo del equipo en cuanto a su poder y potencial.

El desarrollo de competencias de liderazgo propias del directivo-coach relacional facilita enormemente a identificar en su equipo o sistema relacional:

•          Patrones de comunicación pobres y/o tóxicos.
•          Comunicación confusa o inefectiva.
•          Moral del equipo baja.
•          Elusión de problemas o una pobre resolución de conflictos.
•          Baja creatividad, productividad o sinergia del equipo.
•          Confusión de roles o roles mal llevados.

Al incorporar las habilidades del coaching relacional es cuando conseguirá el directivo paliar las disfunciones arriba indicadas, pero también estará mejor preparado para gestionar la diversidad si está en una compañía globalizada, integrarse mucho mejor a una nueva cultura organizacional como alinear verdaderamente a su equipo.

En
 tatum estamos en constante investigación y aprendizaje para que nuestros programas de liderazgo sean innovadores, lleven a los participantes a una apertura de perspectivas y se mantengan alineados con el nuevo paradigma empresarial.

Nuestro escalado de programas para el desarrollo del liderazgo están orientados a la acción y en los que perseguimos al final el alineamiento de equipos flexibles y resilientes frente a entornos incierto, de permanentes cambios, diversos y complejos. 

jueves, octubre 11, 2012

Liderazgo Compasivo

Christina Boedker, docente en la  “Australian School of Business” y líder de un estudio de investigación que está analizando las opiniones de más de 5600 profesionales de 77 organizaciones sobre los factores que juegan un papel más importante en la relación entre liderazgo y desempeño organizacional, en el boletín del pasado 21 de agosto de dicha organización, plantea que existe un poderoso nexo de unión entre productividad y lo que se está considerando como “liderazgo compasivo” en las organizaciones.

De acuerdo con los resultados de este estudio los factores que más influyen en la productividad serían los derivados de la habilidad de los líderes para dedicar tiempo a desarrollar y reconocer el trabajo de sus colaboradores, de la capacidad de recibir feedback de su actuación, aceptando las críticas y de fomentar la cooperación entre los profesionales. Boedker considera que estas competencias unidas a la capacidad de entender las motivaciones, esperanzas y dificultades que experimentan sus colaboradores, de valorarlos  y de facilitar los mecanismos de apoyo que permitan a éstos ser todo lo buenos que puedan llegar a ser son las que guardan una mayor correlación con la productividad en las organizaciones.

Estos hallazgos se relacionan con los de Geoff Aigner, director de Social Leadership Australia y docente de programas en la  Australian School of Business, que en su libro Leadership Beyond GoodIntentions: What It Takes To Really Make A Difference” asevera que el buen management está ligado a un acto de “compasión”, entendiendo este término en el contexto de liderazgo como la asunción de responsabilidades sobre el crecimiento y desarrollo de sus profesionales, con el fin de beneficiar tanto a éstos  como a la organización.

En la vida cotidiana, señala Aigner, tendemos a identificar compasión con amabilidad o generosidad. Los líderes se encuentran con frecuencia de que por un lado quieren ser amables con sus colaboradores, pero al mismo tiempo tienen una misión clara que cumplir dentro de la organización. Lograr un equilibrio puede ser complicado, agotador y estresante. No abordar situaciones en las que se está produciendo un inadecuado desempeño  es contraproducente porque se bloquean las posibilidades de crecimiento del profesional afectado y la organización se resiente.

Boedker coincide con esa opinión y añade que a veces hay que ser primero cruel para luego poder ser generoso. Significa que hay que mantener conversaciones complicadas si se quiere ser compasivo y eficaz como líder. Un resultado que puede resultar sorprendente del estudio de Boedker es el hallazgo de que de los distintos niveles de liderazgo, desde el ejecutivo, mandos intermedios y de vanguardia, son los que se encuentran en el nivel más bajo los que pueden influir más en la rentabilidad de la empresa, al estar más cercanos tanto a los clientes como a los profesionales y conocer mejor sus necesidades.

Christina Boedker plantea que la creencia de que el liderazgo se tiene que manifestar exclusivamente en los niveles más altos de la organización y que el desarrollo del liderazgo se debe concentrar en el equipo ejecutivo no es totalmente correcto. El liderazgo debe existir en todos los niveles y en ocasiones en los niveles más bajos los líderes pueden tener un mayor número de personas directamente a su cargo y sus actuaciones pueden tener un mayor impacto. La actitud compasiva debe darse en todos los niveles y debe ser bidireccional, y los directivos recibiendo valioso feedback de sus subordinados.

Los resultados de la investigación mencionada ponen de manifiesto el valor de adoptar una actitud “compasiva”. Las organizaciones de alto rendimiento mostraban que:

1.- Los líderes dedicaban más tiempo que en las de bajo rendimiento a liderar a sus colaboradores.

2.- Los líderes poseían valores éticos y eran coherentes con lo que predicaban.

3.- Los profesionales seniors facilitaban que los de menor experiencia fuesen liderando proyectos.

4.- Los líderes fomentaban el desarrollo y el aprendizaje de sus colaboradores.

5.- Los líderes estaban abiertos a recibir  feedback y críticas de sus colaboradores, considerando que ofrecían oportunidades de aprendizaje.

6.- Los líderes reconocían el trabajo bien hecho de sus profesionales.

7.- Los líderes estimulaban la colaboración entre sus colaboradores.

8.- Los líderes comunicaban visiones y metas claras para el futuro.

9.- Los líderes son innovadores y fomentan la creatividad de sus profesionales.

Geoff Aigner piensa que para ser un líder “compasivo” lo importante es cómo los líderes son conscientes del poder del que disponen, entienden que es una herramienta que puede ser útil para el desarrollo de sus colaboradores y de la organización y por tanto, lo utilizan de forma responsable. Para ser “compasivos” los directivos deben, pues, primero conocerse y entenderse a sí mismos y a sus fallos para ser conscientes de cómo están ejerciendo el poder y sus consecuencias, ya que va a intervenir directamente en su capacidad de liderazgo eficaz y les va a permitir dejar un legado que va más allá de los resultados económicos al contribuir a que los profesionales a su cargo desarrollen plenamente su potencial.

Aigner señala, también que,  independientemente del poder jerárquico que los directivos tienen y que depende de la estructura de la organización, el poder se manifiesta en el lugar de trabajo de muchas formas: existe el poder informal ligado a la reputación, el poder que conceden las relaciones interpersonales, el poder derivado de la experiencia, de la resiliencia,…  Los directivos deben conocer cuáles son las fuentes de poder en su organización y cómo gestionarlas.

miércoles, octubre 10, 2012

Componentes de la inteligencia emocional


Según Daniel Goleman los principales componentes de la inteligencia emocional son:

  1. Autoconocimiento emocional. Es la habilidad para mirarse a uno mismo y conocer los propios estados internos, preferencias, recursos e intuiciones.
  2. Autocontrol emocional. Es la capacidad para controlar los sentimientos, emociones e impulsos propios, implica la capacidad de adaptación frente a situaciones cambiantes.
  3. Automotivación. Son las tendencias emocionales que impulsan a la acción, a la búsqueda de los objetivos.
  4. Reconocimiento de las emociones ajenas (Empatía). Habilidad para ponerse en el lugar del otro, ser capaz de entender las necesidades, sentimientos y pensamientos de los demás, centrando la atención en el otro.
  5. Relaciones interpersonales (Habilidades sociales). Implica tener la habilidad para dirigirse a las personas, sabiendo relacionarse con ellas y hacer algo en común.

Una pregunta clave es: ¿Se desarrolla la inteligencia emocional? Si.

Desarrollo de los componentes de la inteligencia emocional 

Autoconocimiento emocional. Cuando aparece una emoción debemos:
  • Saber reconocerla. ¿Qué tipo de emoción es?
  • Saber clasificarla en positiva o negativa.
  • Aprender a expresarla del modo más adecuado para nosotros y la relación con nuestro entorno.
  • Si es negativa es el “aviso” de que tenemos que actuar para resolver la causa o el problema que la ha producido.

Autocontrol emocional.
La expresión de emociones es fundamental para nuestro desarrollo afectivo y social.
Es importante saber que determinados componentes externos pueden condicionar nuestra respuesta emocional.
Existen diversas maneras de afrontar situaciones en las que sentimos nerviosismo, miedo, enfado…, y que todas ellas tienen consecuencias para nosotros, unas positivas y otras negativas.
Algunas de ellas nos permiten “salir del paso” y nos sirven para aliviarnos un poco a corto plazo, pero a la larga no nos permiten conseguir lo que realmente queremos, y terminamos metiéndonos en un lío más gordo, o renunciando a conseguir lo que realmente queremos.
Es importante subrayar la idea de que de lo que se trata no es de no experimentar emociones (todo el mundo siente miedo alguna vez, o se pone nervioso, o se enfada). De lo que se trata es que esas emociones no nos impidan pensar.
Si queremos aprender a controlar nuestras emociones, debemos aprender formas de controlar nuestra manera de pensar y formas de dirigir las reacciones de nuestro cuerpo.

Algunos ejemplos de cómo desarrollar el autocontrol:
  • Aprender a utilizar el lenguaje como regulador del estado de ánimo (Autoinstrucciones).
  • Aprender a controlar las respuestas fisiológicas de ansiedad.(Relajación)
  • Aprender la importancia de la expresión adecuada de las emociones en el autocontrol y en la comunicación interpersonal.
  • Desensibilizar ante la expresión de emociones y sentimientos.
  • Aprender las habilidades de “describir” y de enviar “mensajes Yo” como elementos básicos de la habilidad de expresión de emociones.

Automotivación. Las personas que tienen esta habilidad suelen ser más productivas y eficaces en las empresas que acometen.

Algunas formas de desarrollar la automotivación:
  • Reconocer todo lo bueno y positivo que tienes en tu vida.
  • Fijarse un objetivo.
  • Realizar las cosas con pasión.
  • Aceptar los fracasos como una parte importante de crecimiento.
  • Tener confianza en las propias capacidades.

Reconocimiento de las emociones ajenas (Empatía). La capacidad para la empatía está más desarrollada en aquellas personas que han vivido en un ambiente en el que han sido aceptadas y comprendidas, han recibido consuelo cuando lloraban y tenían miedo, han visto como se vivía la preocupación por los demás.

En cuanto a las actitudes que se deben tener para desarrollar la empatía, se destacan:
  • Escuchar con la mente abierta y sin prejuicios; prestar atención y mostrar interés por lo que nos están contando, ya que no es suficiente con saber lo que el otro siente, sino que tenemos que demostrárselo.
  • Habilidad de descubrir, reconocer y recompensar las cualidades y logros de los demás. Esto va a contribuir, no solamente a fomentar sus capacidades, sino que descubrirán también, nuestra preocupación e interés por ellos.
  • Hay varias formas de expresar empatía.
  • Hacer preguntas abiertas.
  • Avanzar lentamente en el diálogo.
  • En ocasiones los otros no necesitan nuestra opinión y consejo, sino saber que los estamos  entendiendo y sintiendo lo que ellos nos quieren transmitir.
  • Cuando tengamos que dar nuestra opinión sobre lo que nos están contando es muy importante hacerlo de forma constructiva, ser sinceros y procurar no herir con nuestros comentarios.
  • Es muy importante ser respetuoso con los sentimientos y pensamientos de la otra persona y aceptar lo que nos está contando.
  • Ser tolerantes y tener paciencia con los que nos rodean y con nosotros mismos.

Relaciones interpersonales (Habilidades sociales). Algunas formas de desarrollarla:
  • El estilo con el que nos comunicamos es la carta de presentación para nuestro interlocutor. Según sea la imagen que demos a través de la carta de presentación, así va a reaccionar nuestro interlocutor.
  • El estilo asertivo es el más adecuado.


martes, octubre 09, 2012

Cuatro maneras de ejercer el liderazgo hoy (II)


En la primera parte de este artículo, publicada ayer, desarrollamos dos formas de liderazgo basadas en la resistencia y la adaptación. Quisiéramos referirnos ahora a otras dos: la anticipación y la transformación.

Anticipación. A diferencia de la adaptación, la anticipación ya es una conducta claramente proactiva. Hemos interpretado la realidad, hemos leídos los signos de los tiempos y hemos previsto qué hechos y qué oportunidades se sucederán. La anticipación, pues, es tarea de emprendedores. Nos avanzamos a los acontecimientos porque en ellos hemos detectado una oportunidad, preparamos las velas de la embarcación y redefinimos el rumbo del timón porque intuimos por dónde soplarán los vientos. En la anticipación, se combinan dosis diferentes de inteligencia contextual y de asunción de riesgos. La fortuna sonríe a los audaces, afirma Virgilio en la Eneida. En la anticipación, incorporamos la audacia porque nos atrevemos a transitar por un camino aún inseguro. Y es este atrevimiento el que nos puede aportar fortuna (cuando acertamos) o fracaso (cuando nos equivocamos). Existe, pues, más riesgo en la conducta anticipativa que en la conducta adaptativa.

Con la adaptación, aspiramos a la supervivencia. Con la anticipación, aspiramos al triunfo. La tarea adaptativa consiste en un largo, evolutivo y sutil proceso de experimentación y selección, basado en pequeñas pruebas de acierto o error, evitando hacerse daño, en el que vamos decidiendo qué es prescindible y qué no. Le corresponde una reflexión selectiva sobre qué conservar y qué no. Los dilemas o las dudas son entre la preservación y la incorporación, entre la permanencia y el cambio, entre el mantenimiento y el abandono. Pero bien entendido que todo abandono es doloroso, porque representa la pérdida de una porción personal (una manera de hacer, una costumbre, una asunción, una prioridad, una actitud). La tarea de anticipación, en cambio, va más allá. Como en el autorretrato de René Magritte en que el pintor mira un huevo y pinta un pájaro, en la anticipación uno interpreta el orden de los acontecimientos, cree hallar en ellos una clave interna explicativa y se atreve a seguirla en el siguiente estadio antes de que haya llegado. La anticipación se avanza a los hechos. Por ello podemos hablar de liderazgo emprendedor.

Transformación. Pero la anticipación no implica necesariamente el liderazgo en todas sus dimensiones. Liderar significa también, y sobre todo, orientar la direccionalidad del cambio mismo, conducir el tiempo. Ya no aspiramos a aprovecharnos del viento, sino a conducirlo. Ya no vemos las oportunidades ocultas en los cambios, sino que queremos convertirnos en el motor y el timón de dichos cambios. Existe una diferencia fundamental entre adaptarse o anticiparse al contexto, y modificar el propio contexto o, más si cabe, crearlo. ¿Es ello posible? En su último libro, dedicado a China, Henry Kissinger afirma: “Los líderes no pueden crear el contexto en el que actúan. Su contribución personal consiste en actuar en el límite de lo que permite una situación dada. Si exceden dichos límites, se estrellan. Si no alcanzan a hacer lo que deben, su política se estanca.” Henry Kissinger, que siempre ha defendido una visión realista en lo que a la geopolítica se refiere, tiene muy en cuenta el contexto concreto desde el que está hablando y es muy consciente de las dificultades de los líderes por maniobrar. Pero, desde una perspectiva más amplia —que incluya también la geopolítica—, existe a veces la posibilidad, por pequeña que sea, de impulsar y guiar el cambio. Lo observamos, por ejemplo, en las reflexiones del pensador Isaiah Berlin sobre la Segunda Guerra Mundial. Si, en 1940, Churchill no hubiera sido el primer ministro británico, los nazis posiblemente habrían conquistado Europa. “En la historia —afirma Berlin—, hay momentos en los que los individuos o los grupos pueden modificar libremente la dirección de las cosas. El arco de elección no es demasiado grande. Digamos que el uno por ciento. Pero este uno por ciento puede ser decisivo.” En vez de adecuarse al autointerés inmediato de los seguidores, los líderes transformacionales mueven a los seguidores hacia los logros, parámetros de crecimiento y desarrollo a un nivel más elevado, modifican sus percepciones, valores, expectativas y aspiraciones y generan cambios significativos en sus vidas y en las organizaciones.

Por otra parte, el liderazgo transformacional se caracteriza por la capacidad de producir cambios sustantivos. Los líderes transformacionales son capaces de emprender los cambios a partir de la definición de la visión, la estrategia y la cultura de la organización, y también de propiciar innovaciones. En vez de analizar y controlar transacciones específicas con los seguidores utilizando reglas, instrucciones e incentivos, se concentran en elementos simbólicos, como la visión, los valores compartidos y las ideas, con el propósito de inspirar, aglutinar, dotar de más significado la acción de los seguidores y ofrecer un terreno común para enrolar a los seguidores en su proceso de cambio. La dimensión transformacional es potente porque puede llegar a modificar la realidad, porque logra realizar cambios profundos en las personas y en el entorno. Volvamos, pues, de nuevo a la inquietud de Churchill y Senge sobre nuestras capacidades para adaptarnos, anticipar y guiar el cambio. Lleva razón Abraham Zaleznik cuando afirma que “las fórmulas de éxito del pasado son la semilla de la decadencia actual”. La frase es especialmente cierta cuando tenemos que abandonar estadios rutinarios de estabilidad, de aplicación técnica de los modelos vigentes.
Ángel Castiñeira

lunes, octubre 08, 2012

Cuatro maneras de ejercer el liderazgo hoy (I)


El liderazgo tiene que ver con la conducción del futuro. Es necesario asociar la reflexión sobre el liderazgo a entornos de adaptación y procesos de cambio, al aprendizaje de nuevos métodos y conductas, sobre todo cuando existe el peligro (para los países, las organizaciones y la sociedad) de caer prisioneros del sistema establecido.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, Winston Churchill reconocía: “Estamos modelando el mundo más deprisa de lo que podemos cambiar nosotros, y estamos aplicando al presente los hábitos del pasado.” Y, más recientemente, Peter Senge, profesor del MIT, afirmaba: “Acaso, por vez primera en la historia, la humanidad ha sido capaz de crear mucha más información de la que puede absorber, fomentar más interdependencia de la que nadie puede gestionar y acelerar los cambios a un ritmo que difícilmente podemos seguir.” Churchill y Senge, en contextos muy distintos, diagnostican bien las razones por las que es necesario el liderazgo.
En contextos de innovación acelerada, es preciso gestionar gradualmente nuestra adaptación al cambio; hay que crear y aplicar nuevos hábitos de conducta, y comprender y orientar la direccionalidad del cambio mismo. Ello requiere acabar con el conformismo, convertirse en impulsores del cambio, ver las cosas de otra forma y disponer de personas precursoras, que abran caminos inéditos, capaces de avanzarse a su tiempo.
Las respuestas posibles ante dicha situación son cuatro: resiliencia, adaptación, anticipación o transformación.
Resiliencia. Existe una forma positiva de resistencia personal, colectiva y organizativa que va ligada a nuestra manera de interaccionar con las amenazas del contexto. A veces, el contexto puede ser recesivo, hostil o negativo. En estos casos, resistir implica desarrollar una actitud que no teme afrontar las adversidades, que no acepta la resignación y que no se hunde ante los ataques. Vinculamos esta actitud con el valor de la resiliencia. Nos referimos a la capacidad de mantener la consistencia, de superar la destrucción o de preservar la voluntad de ser. La resistencia puede ser una manera loable de manifestar la seguridad en nosotros mismos, la capacidad de superación o de hacer frente a la frustración. En determinadas circunstancias, resistir ya es vencer, es demostrar la fortaleza interna, la determinación, la firme convicción de perseverar. Podemos relacionar esta forma positiva de resistencia con el liderazgo resiliente.

Este liderazgo implica disponer de recursos para hacer frente al conformismo, al desánimo y a la dimisión, y ser capaces de forjar un comportamiento vital positivo pese a la dificultad de las circunstancias. Sin resistencia ni voluntad de ser, no hay futuro. Pero únicamente con resistencia tampoco hay futuro. También hay que incorporar a nuestra acción una orientación creativa que nos abra al futuro, que no viva exclusivamente del pasado, que aporte esperanza sobre el devenir. El resistencialismo, el mero hecho de aguantar, puede conducirnos a la obsolescencia. Esta es la consecuencia de aceptar que somos prisioneros de nuestros viejos paradigmas o de no querer salir de nuestra antigua “zona de confort”. A diferencia de lo que se dice a menudo, el resistencialismo no tiene su origen en la aversión al cambio, sino en la aversión a las posibles pérdidas personales originadas por este cambio: pérdida de estatus y de estabilidad, pérdida de sentido vital y de control, pérdida de conocimiento, pérdida del mapa de orientación, pérdida de identidad, etc. En la actitud resistencial, pues, no debemos confundir la voluntad de superación ante la adversidad con el conservadorismo o el inmovilismo frente a toda nueva forma de cambio.

Adaptación. En determinadas circunstancias, la adaptación, aunque sea reactiva, puede asegurarnos la supervivencia y un cierto conocimiento del contexto, porque se basa en la voluntad de interaccionar con la (nueva) realidad. En el momento adaptativo, nos enfrentamos a un desafío que jamás habíamos conocido antes y para el cual no tenemos respuestas. Son situaciones complejas e inciertas que nos obligan a modificar, primero, nuestros modelos mentales. La conducta adaptativa, pues, no modifica el contexto, ni lo pretende, sino que aspira solo a adecuar mínimamente sus pautas de comportamiento y las estructuras organizativas al nuevo statu quo. Es una manera hábil de acoplarse al presente evitando riesgos, tanto por defecto (llegar tarde) como por exceso (llegar demasiado temprano).

Aceptamos cambiar nosotros (un poco), pero no intentamos ni aspiramos a cambiar el contexto. El contexto es una variable que nos supera, en la que nos hallamos y que nos conforma. La virtud de la conducta adaptativa, en comparación con el resistencialismo, es detectar y reconocer que el contexto ha cambiado. La adaptación implica una conexión atenta a los pequeños cambios de la realidad. Algunos autores, como Ronald Heifetz, han llegado a sugerir la idoneidad de un liderazgo adaptativo para tiempo de crisis. La tarea fundamental de este modelo de liderazgo no consistiría tanto en modificar la realidad como en contribuir a modificar la conciencia, la perspectiva y las actitudes de quienes sufren la crisis; sobre todo porque las personas son parte esencial del problema y también de la solución. El liderazgo adaptativo no aspira a cambiar la realidad, sino que empieza por intentar cambiar la mentalidad de las personas y sus capacidades.

domingo, octubre 07, 2012

Ser diferente es un obstáculo en las entrevistas de trabajo

Según los expertos los aspirantes pueden ser rechazados en los procesos de selección, solo por ser “distintos”.

El tema nunca ha sido más oportuno que en el escenario actual, época de crisis y altas tasas de desempleo. ¿Cuántos candidatos de color, obesos o mujeres superan una entrevista de trabajo y optan al puesto con las mismas oportunidades que un hombre blanco? La respuesta, según nuevos datos, es “cero”.

Parece un tema cliché y reivindicativo, pero es más que eso, es la realidad a la que se enfrentan millones de parados a nivel mundial a la hora de presentar su candidatura a una empresa. Los jefes de recursos humanos en medio de la recesión han afinado aún más sus patrones de selección y ya no sólo desean a los candidatos con más experiencia, los que menos cobran y los más sumisos, ahora también quieren en sus plantillas a los más guapos y menos diferentes, a ser posible.

La diversidad ha sido siempre blanco de prejuicios y condenas, y es algo con lo que ni los más grandes avances han podido acabar. Los prejuicios, sinónimo de ignorancia, son pocas veces combatidos por quienes los ostentan.

Incluso, siendo honestos, todos hemos juzgado a alguien por su apariencia alguna vez, pero condenar a los candidatos a un peor futuro profesional por ser mujeres, obesos, de color, o con una tendencia sexual específica es más que prejuicioso, es despiadado.

“Etiquetas” perjudiciales

Los seres humanos necesitan clasificar a las personas a su alrededor con etiquetas que las definan: “el alto”, “la bajita”, “el gordo”, “la china”, “el negro”, etc. Katherin Milkman, profesora de la Universidad de Negocios Wharton en Pensilvania (Estados Unidos), que ha realizado una investigación sobre los factores que conllevan a la discriminación profesional de las personas, asegura que las personas "distintas" se encuentran con muchas más puertas cerradas en el camino al éxito que una persona blanca y dentro de los patrones comunes de la sociedad.

En su más reciente estudio, difundido por la revista digital Knowledge@Wharton, la especialista, que en su día asegura haber sufrido discriminación por ser mujer en un mundo de “hombres” -la ciencia-, manifiesta que, según su análisis, la discriminación comienza cuando una mujer o un candidato que forma parte de la minoría aspira a una determinada carrera, e incluso cuando envía un curriculum a un trabajo en particular.

Según Milkman, a las minorías no se les da el mismo nivel de estímulo desde las aulas de clase, como a sus colegas, hombres blancos, e incluso pueden llegar a ser disuadidas de no intentar siquiera buscar una oportunidad en particular, o aplicarse en un proceso en el que la desventaja les deja sin ninguna posibilidad de alcanzar su objetivo.

Milkman y un equipo de investigadores han examinado cómo este tipo de discriminación ocupa el mundo de la academia y en qué medida resigna a los candidatos a aceptar la realidad. Su conclusión es que vivimos en una sociedad discriminatoria.

El experimento, que exploró el tratamiento de los posibles candidatos a los programas de doctorado, reveló que los profesores eran significativamente menos propensos a ser receptivos a las aspiraciones de las mujeres y de minorías, e incluso que el nivel de falta de respuesta fue mayor dentro de las disciplinas académicas que tienden a pagar más, y en las instituciones privadas, donde los salarios son más altos en los profesores de media.

Es decir, según esta premisa, que hay puestos reservados sólo para hombres, blancos a ser posible, y en los que ningún talento femenino o de una minoría tiene cabida.

Milkman ha señalado otra referencia: un estudio esclarecedor, realizado por el economista de Harvard Mullainathan Sendhil, quien en 2004 analizó los prejuicios raciales y de género en la contratación mediante el envío de curriculums vitae en respuesta a los anuncios de puestos de trabajo de nivel en Boston y Chicago.

Las hojas de vida eran idénticas, excepto por el nombre del candidato, que fue diseñado para identificar la raza del solicitante y de género. Mullainathan descubrió que los candidatos blancos recibieron una tasa de devolución de llamadas de un 50% mayor para las entrevistas, que los candidatos negros con idénticas capacidades. "El estudio mostró que la discriminación sigue siendo un problema en la contratación de nivel”, apunta Milkman.

Incluso el nombre es fundamental para el éxito

Parece cosa de tontos, pero incluso llevar un nombre determinado abre o no puertas en el ámbito profesional de una persona, ratifican los expertos.

Milkman y sus co-autores diseñaron un experimento en el que se enviaron e-mails a 6.500 profesores de 258 universidades estadounidenses que representan a 89 diferentes disciplinas. Todas las solicitudes planteaban la concertación de una cita con el jefe de estudios de la universidad por los aspirantes al doctorado.

Pero los nombres de los futuros estudiantes de ficción fueron variados aleatoriamente para indicar si el remitente era un hombre o una mujer, o si él o ella eran blancos, negros, hispanos, indios o chinos. En algunas de las solicitudes, el estudiante consultó si podría concertar una reunión ese mismo día, mientras que otros pidieron reunirse en una semana.

Los investigadores descubrieron así que no había prácticamente ninguna diferencia en la tasa de respuesta cuando los futuros estudiantes pidieron una reunión inmediata. Pero, cuando trataron de programarla en una semana, los hombres blancos fueron un 26%, más propensos a conseguirla con éxito y tuvieron un 16% más de probabilidades de recibir una respuesta.

Mientras que los hombres blancos tenían más probabilidades de obtener una respuesta si pedían reunirse en una semana, las estudiantes y los aspirantes de otras razas tenían una mejor tasa de respuesta cuando optaron por concertar la cita de manera inmediata (según la experta, cuanto más tiempo se prolonga una cita, más tiempo tienen los entrevistadores para poner excusas o plantearse si merece la pena entrevistar al candidato). La tasa de respuesta para las mujeres y las minorías fue de 14 puntos porcentuales por encima en las instituciones públicas que en las privadas.

Basándose en estos hallazgos, Milkman aconseja a los candidatos de “las minorías” no dejar ninguna ambigüedad con respecto a su calidad como aspirante (según la experta una de las razones por las que la gente discrimina es por la duda ante los vacíos que se dejan en el curriculum vitae). Cumplimentar a la perfección las candidaturas ayudará a reducir las posibilidades de fracaso, pues cualquier ambigüedad jugará en su contra.

La solución en ninguno de los casos es cambiarse el nombre o el apellido, hay rasgos innegables que convierten a cada individuo en único. La constancia será el mejor remedio para combatir los prejuicios y no dejar cabida a la discriminación argumentando las candidaturas de manera impecable para reducir cualquier posibilidad de fallo.

sábado, octubre 06, 2012

Un buen liderazgo provoca motivación


Según explica Carme Castro, coach y socia de Kainova, “asumir el rol de líder y ser un buen líder provoca que su equipo crea y confíe en él y, en consecuencia, personas dispuestas a trabajar, motivadas, produciéndose una cohesión de equipo que le permitirá enfrentarse a situaciones de crisis con más posibilidades de superarlas”.
La crisis económica actual no sólo desmotiva a aquellos que sufren sus consecuencias y pierden su empleo, también puede ser una carga para profesionales que cuentan con un puesto de trabajo y que observan su futuro laboral con preocupación. La consecuencia de esto dentro de una organización o empresa puede derivar en personas desmotivadas y un clima laboral de desánimo generalizado contagioso.
Para atajar esta frustración y conseguir que las personas dentro de la organización recuperen su optimismo y se sientan motivadas, a pesar de la realidad del entorno, es necesario que los líderes sean responsables asumiendo su rol de líder, y desarrollen las competencias necesarias para generar el entusiasmo y credibilidad en sus equipos.
Según explica Carme Castro, coach y socia de Kainova, empresa especializada en la gestión y desarrollo de las personas, “estas competencias de liderazgo se pueden desarrollar a través procesos basados en la metodología del coaching diseñados en función de la situación actual”.
Para mejorar la organización y sus resultados, los líderes deben desarrollar una serie de competencias e inspirar a otros siendo ejemplo en la demostración de esas competencias, generando confianza y respeto profesional en las personas con las que se interrelacionan. Competencias como la inteligencia emocional, capacidad de comunicación y negociación, creatividad en el desarrollo de las tareas, innovación asumiendo el riesgo que ello implica, trabajo en equipo, capacidad de escucha activa,  humildad para estar abierto a las ideas de otros, entre otras, pero también habilidades para provocar potenciar el talento de los miembros del equipo, empowerment.
La consecuencia es una mejora en el conocimiento no sólo de las habilidades propias, sino también de las del resto de personas que forman parte de la organización. “Esto contribuye a que el objetivo común, la consecución de los resultados deseados, se pueda lograr con mayores garantías”.

viernes, octubre 05, 2012

¿Cuáles son las características de un buen jefe?


La figura del jefe suele ser controvertida. En función de su capacidad de liderazgo y de gestión del equipo un jefe puede ser denominado como bueno o malo por sus empleados. Pero ¿qué características definen a un buen jefe?, ¿qué estilo de liderazgo prefieren los trabajadores?

La mayoría de los trabajadores encuestados (95,88%) considera que un buen jefe es aquel que “se remanga” para sacar el trabajo del equipo adelante, siendo las mujeres en mayor medida las que están más de acuerdo con esta afirmación.

La psicología laboral distingue varios tipos de liderazgo. Según el 36,43% de los trabajadores encuestados, el estilo de liderazgo que mejor describe a su jefe es el Democrático, este estilo se caracteriza porque es el líder el que toma decisiones tras potenciar la discusión del grupo, agradeciendo las opiniones de sus trabajadores.

Para un 30,27% de los encuestados, su jefe muestra un estilo de liderazgo Autocrático, lo que supone que el líder es el único en el grupo que toma las decisiones acerca del trabajo y la organización, sin tener que justificarlas en ningún momento. Es el segundo estilo de liderazgo más extendido, sin embargo, es el menos deseado por los trabajadores (solo un 4,27% asegura preferir esta forma de liderazgo).

Un 22,07% opina que el estilo desarrollado por su jefe es el Carismático, es decir, que se centra en su capacidad de generar entusiasmo e implicación entre sus empleados. Y por último, un 11,23% considera que es Paternalista, lo que supone confianza por parte de sus trabajadores y la toma de la mayor parte de las decisiones, además de la entrega de premios y recompensas.

jueves, octubre 04, 2012

Los siete pecados capitales del management


Julian Birkinshaw, profesor en la  London Business School, en el boletín del 16 de agosto de Harvard Business Review, analiza los que considera son los siete pecados capitales del management. Comienza planteando que todos conocemos a malos directivos, ya sean ambiciosos, agresivos, “trepas” o incapaces, lo que llama la atención,  puesto que durante décadas se ha estudiado lo que caracteriza a los buenos directivos y se han dedicado ingentes recursos a transmitir estos conocimientos a los directivos. En un reciente estudio realizado por el autor menos de la cuarta parte de los que participaron en el mismo animarían  a otros profesionales a trabajar con sus jefes. El origen  de esta situación podría encontrarse en que la formación se ha centrado en las buenas prácticas, en lugar de en las malas prácticas que deben eliminarse.

Julian Birkinshaw propone definir en qué consiste un mal management utilizando los siete pecados capitales.

1.- AVARICIA. En este caso el directivo persigue conseguir riqueza, status y protagonismo. Suelen ser los constructores de imperios.

2.-  LUJURIA. Se caracteriza porque el directivo se ocupa de promover proyectos en los que su vanidad se vea satisfecha aunque no tengan un sentido racional.

3.- IRA. El directivo no ejerce ningún control sobre sus emociones y descarga su cólera sobre sus colaboradores.

4.- GULA. Se origina cuando el directivo intenta acaparar todas las funciones. Necesita estar involucrado en todas las decisiones y estar continuamente informado de todo lo que ocurre, por lo que nunca descansa ni desconecta. Se considera que en estos casos lo que el directivo está haciendo es micromanagement, teniendo tendencia a apropiarse de las ideas de sus colaboradores y a paralizar la toma de decisiones. 

5.- ORGULLO. En los altos directivos ocurre con frecuencia que el orgullo sano se convierte en soberbia, con los riesgos que conlleva, al considerarse por encima de los demás y no querer aceptar opiniones ajenas, como se ha podido apreciar en los últimos desastres financieros.

6.- ENVIDIA. Se manifiesta especialmente cuando un directivo recibe el reconocimiento por los méritos de otros. También cuando no promocionan a los profesionales brillantes para evitar que sus limitaciones sean más evidentes u oculta información importante en lugar de compartirla con su equipo.

7.- PEREZA. En este caso los directivos se muestran apáticos y no hacen su trabajo. No prestan atención, no comunican, ni manifiestan ningún interés por conocer las necesidades de su equipo. Se centran en sus intereses personales y con frecuencia en intereses fuera del ámbito laboral. 

El autor finaliza presentando un breve cuestionario para ayudar a los profesionales a evaluar si sus directivos muestran algunos de estos “pecados”. Sugiere contestar a las preguntas utilizando una escala de 1 a 5, en la que el 1 corresponde a “no lo manifiesta” y el 5 a “lo manifiesta en gran medida”.

1.- ¿En qué medida mi jefe o yo buscamos el crecimiento exclusivamente por el crecimiento?

2.- ¿En qué medida mi jefe o yo  nos dedicamos a proyectos personales en los que estamos interesados independientemente de que encajen en los objetivos de la organización?

3.- ¿En qué medida mi jefe o yo nos enfadamos violentamente cuando se cometen pequeños errores?

4.- ¿En qué medida mi jefe  o yo nos involucramos profundamente en los detalles de todos los proyectos de los que somos responsables?

5.- ¿En qué medida mi jefe  o yo buscamos reconocimientos y aplausos por lo que conseguimos?

6.- ¿En qué medida mi jefe  o yo tratamos de recibir reconocimiento por el buen trabajo realizado por otros?

7.- ¿En qué medida mi jefe  o yo organizamos el trabajo de acuerdo con nuestros intereses sin considerar las necesidades e intereses del resto de colaboradores?

Una vez finalizado el cuestionario el número de cuatros o cincos indicarán los “pecados” que nosotros o nuestros jefes tendemos a cometer.