¿Cuáles son las diferencias entre líderes con y sin legitimidad?
El tema de liderazgo se ha convertido en el centro de muchos debates. Junto a la revisión de modelos políticos, económicos y sociales, el concepto de liderazgo también es motivo de análisis y reflexión.
Las cualidades del líder y las capacidades esperadas de un liderazgo efectivo, positivo, constructivo y trascendente, han estado evolucionando de acuerdo con las nuevas realidades.
En la actualidad se discute de liderazgo en todos los ámbitos, organizacionales e individuales. Es un asunto de interés no solo en las empresas, sino también en las organizaciones de la sociedad civil, la comunidad y la familia.
El “liderazgo servidor” es una noción que integra la motivación, la productividad, la satisfacción personal y la realización profesional. Es una visión que he promovido desde hace más de una década, y desde allí comparto la siguiente reflexión sobre las diferencias entre el liderazgo genuino y el ilegítimo.
Legalidad y legitimidad del liderazgo
Dicho de la manera más simple, un liderazgo es legítimo cuando cuenta con el reconocimiento explícito de su influencia por parte de sus seguidores, quienes le dan respaldo de manera voluntaria y abierta, porque se sienten representados e identificados con alguien que conoce, defiende y respeta sus necesidades y criterios.
El líder legítimo aglutina la credibilidad, el apoyo, el afecto, la confianza y el compromiso de la mayor parte de las personas que lo rodean de manera franca.
En este sentido, se puede decir que el liderazgo que cuenta con legitimidad es genuino, es auténtico, positivo, verdadero, fidedigno, probado y efectivo.
Pero también existen líderes cuya posición solamente se sostiene por la relativa autoridad de un cargo o de una jerarquía organizacional, o por una falsa jefatura otorgada ilegalmente por un ente externo.
En estos casos decimos que se trata de un líder sin legitimidad, falso, espurio, fraudulento, hipócrita, manipulador, débil, ilusorio, adulterado, postizo o plagiado.
El liderazgo ilegítimo tiene el poder que le otorga su cargo, pero no tiene el poder que le confiere la confianza de quienes de forma voluntaria y libre deciden seguirle.
Idealmente, el liderazgo debería ser legal y legítimo. Pero, si una de estas cualidades falta, se produce una crisis de reconocimiento en los seguidores.
Un líder puede tener una base legal, heredada o impuesta por un agente externo. Pero si no es reconocido abiertamente y sin temor por sus seguidores (quienes así le otorgan legitimidad), entonces no podrá cumplir cabalmente con su misión de liderar.
La legitimidad de un líder se sustenta en una autoridad ganada por acciones y hechos que cosechan la credibilidad, la confianza y la lealtad de los demás.
Un líder se gana la legitimidad de sus seguidores porque demuestra que busca el bien común, el beneficio de todos, sin exclusión ni favoritismos. Su trabajo se inspira en metas que van más allá de su jefatura y ejercicio del poder.
Si no existe una causa por el bien común que oriente la actuación del líder, su motivación se reduce a la exaltación de su ego y vanidad. En consecuencia, todo su esfuerzo se concentra en tratar de conservar el poder a cualquier precio.
Por otro lado, es difícil desenmascarar a un falso líder porque sus seguidores se encuentran en condiciones en las cuales pueden ser manipulables. Por ejemplo, cuando no tienen suficiente información, o cuando el precio de su sobrevivencia implica tolerar las arbitrariedades del liderazgo fraudulento.
Es decir, un falso líder siempre encontrará personas susceptibles a ser manipuladas, cuyas sus condiciones de vida las llevan a la desesperación de creer en alguien que les va a resolver todos sus problemas.
Los líderes tramposos, cuya meta principal es conservarse en el poder, suelen utilizar tres recursos de base para su ilegitimidad: la hipocresía, la manipulación y la intimidación.
La hipocresía del lider ilegítimo
Todo líder sin legitimidad se suele cubrir de una apariencia de importancia, de autoridad y jefatura, en función de tratar de deslumbrar y fascinar a sus seguidores.
Su efervescente egoísmo y su sed de dominio sobre los demás, lo llevan hasta los oscuros caminos de la vanidad. Razón por la cual es capaz de ponerse la máscara que sea necesaria para “agradar” a sus seguidores, como sea.
Además, su soberbia es tan grande que siempre necesita buscar culpables para excusar sus propios errores o su incompetencia. Nunca asume responsabilidad por sus actos y decisiones. El líder espurio se considera infalible. Nunca se equivoca y siempre tiene la razón.
Para preservarse en el poder, los líderes hipócritas necesitan que sus seguidores no tengan conciencia de sus capacidades como personas, que tengan poca autoestima, y que también busquen culpables externos a sus necesidades.
A este tipo de líder le conviene que los demás no mejoren, que no se superen, ni que aprendan de sus experiencias. La ignorancia de sus seguidores es una de las principales fortalezas del líder manipulador.
Los líderes ilegítimos seducen para manipular
Muchas personas son adictas a sus ilusiones. Por lo tanto, sus aspiraciones las vuelven muy vulnerables a la manipulación. En otras palabras, son presas fáciles para los líderes ilegítimos.
En este sentido, el líder espurio busca crear dependencia en sus seguidores, y refuerza en ellos los sentimientos de indefensión, de resentimiento y de minusvalía.
Es decir, el líder ilegítimo seduce al seguidor para que se vea como víctima y no como protagonista de su vida. De esta manera, el seguidor termina delegando en el líder la misión de salvarlo. Le resulta más cómodo (aparentemente).
El liderazgo manipulador seduce basándose en la inseguridad de sus seguidores, en sus miedos y en su rabia. Se concentra en resaltar, principalmente, las debilidades de la gente. Su propósito es que los seguidores se sientan indefensos y acudan a su paternalismo.
El líder manipulador se aprovecha de las insatisfacciones de sus seguidores y se proyecta como un mesías, un mago, un padre salvador y un “realizador” de sueños incumplidos. Pero son sólo promesas para seducir.
Intimidación: la amenaza como arma
Los líderes ilegítimos conocen los miedos de sus seguidores y los utilizan para intimidarlos, inhibirlos y desmoralizarlos. Ellos saben que el temor es paralizante.
Las personas que no superan sus fobias, tienen que resignarse a vivir una vida limitada por el miedo. Por eso a los falsos líderes les gusta tanto utilizar la amenaza y la intimidación en sus comunicaciones.
Cuando la influencia es legítima, la autoridad del líder se transforma en un instrumento benéfico de superación personal, un elemento que motiva e impulsa la independencia de criterio, la autonomía, la autoestima y la capacidad de vencer los obstáculos.
En función de este propósito, el líder genuino se esmera en comunicar de manera efectiva los beneficios que obtendrán los seguidores con su esfuerzo.
Los líderes legítimos no necesitan comprobar permanentemente su “autoridad”, porque esta se basa en valores sólidos y comprobables.
En cambio, los falsos líderes siempre tienen que apelar a su último recurso para mantenerse en el poder: la intimidación, la amenaza, el miedo, el chantaje y el abuso de poder.
Vivir con miedo es una tortura moral, pero es insoportable por mucho tiempo. Un líder legítimo, vence y ayuda a otros a vencer los miedos que paralizan su iniciativa. Cuando un lider tiene principios nobles, no necesita usar la fuerza para que le sigan.
Necesitamos más liderazgo legítimo
Contrarrestar el liderazgo manipulador implica practicar de manera consciente valores de responsabilidad e iniciativa individual. La decisión personal de hacernos dueños de nuestro destino es un antídoto clave para evitar caer en la manipulación del falso líder.
La verdadera libertad está muy lejos de las falsas ilusiones que un líder sin legitimidad busca producir en sus seguidores.
Un líder positivo ayuda a la gente a crecer, a fortalecerse cada día y a saber tomar mejores decisiones para avanzar en su vida. La legitimidad de un líder se expresa en su esfuerzo para que haya progreso sin exclusión.
Un liderazgo genuino conquista la voluntad y la inspiración de sus seguidores, porque les demuestra su dedicación. En cambio, el liderazgo ilegítimo compra y manipula a sus seguidores porque es la única manera de someterles.
Para manipular a la gente, el líder espurio tiene cómplices y no fomenta que surjan más y mejores líderes. El liderazgo manipulador solo gratifica a los aduladores.
Depende de cada uno de nosotros, ciudadanos, trabajadores, emprendedores y personas responsables de nuestras familias, la posibilidad de promover líderes legítimos, fundados en verdaderos valores como la libertad y el servicio a la gente.
Juan Carlos Jiménez
Un espacio que es útil para mejorar tus conocimientos en liderazgo, estrategia, marketing y gestión.
Experiencias
Rodolfo Salas: Facilitador y potenciador sobre conocimientos de liderazgo, estrategia, marketing y gestión de los negocios.
Fortalezas: Dirigir, inspirar e integrar a otros con una gran energía, Aceptar cambios de forma positiva, Desarrollar relaciones con otros, Ser más visible y Tener un alto grado de compromiso.
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