La revista Harvard Business Review lo analiza en su revista de junio de la mano de Thomas J. DeLong y Sara DeLong, en su artículo “The Paradox of Excellence”.
Llegan a una conclusión curiosa: es porque no quieren mostrar ninguna señal de debilidad. Y esto precisamente les hace tomar decisiones incorrectas.
Es más enumeran las 8 maldiciones de un empleado de este estilo (en el original más abajo), que son:
- El foco en la consecución de los resultados (ayudar a otros puede parecerles una pérdida de tiempo),
- Ser un conseguidor (que puede evitar que deleguen),
- Su alta motivación (que les impide distinguir entre lo importante y lo urgente),
- El anhelo de feedback positivo (que suelen obviar y centrarse en la críticas),
- Su Competitividad (que puede provocar una sensación crónica de insuficiencia),
- Su pasión por el trabajo (que puede hacerles pulular entre la euforia y la depre),
- Contención ante el riesgo (puede que eviten lo desconocido),
- Con sentimiento de culpa (da igual cuanto hagan que les parece que no han hecho lo suficiente)
La solución es sencilla: escuchar activamente a la gente a tu alrededor, ser más vulnerable y aceptar confesar los errores, y poner foco en el largo plazo.. Y todo esto necesita de tiempo y paciencia, ¡recuerda la paciencia es una virtud!
¿Qué opinas?
Juan Carlos Valda
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