Los jóvenes se acercan a los empleos con otra perspectiva. Importan mucho la igualdad de género y de oportunidades. Cambios en las carreras y la capacitación. Adiós a los empleos de por vida.
Se verifica un cambio en las carreras universitarias que cursan los jóvenes que, a partir de 230 ya serán mayoría en las empresas.
La nueva generación, los jóvenes, está incubando
otra impronta, muy diferente a la de los predecesores. Se advierte en las
universidades, en los empleos y se acerca a la política.
Preanuncian un 2030 en el que las instituciones no
representarán nada por sí mismas, si antes no se las valida para ser
respetadas.
En el que el antiguo axioma sindical “a igual trabajo, igual
salario”, ya está mutando a “igualdad de género, igualdad de salario”, y donde
ceder un asiento o dar paso a una dama no distinguirá a un caballero, si
previamente la sociedad no asegura la igualdad de oportunidades sin
importar el género.
Mientras esperamos los resultados del Censo, los datos del
INDEC que procesó el Instituto de Estudios Laborales y Sociales (IDELAS),
perteneciente a la Universidad de Ciencias Empresarias y Sociales, muestran que
casi 14 millones de jóvenes de hasta 29 años se preparan para reemplazar, a
partir de 2030, a los más de 8 millones mayores a 50 años que figuran
actualmente.
La proyección matemática de la pirámide poblacional diría
que, estadísticamente, habría otros 6 millones de jóvenes más en libertad de
competir por el lugar que actualmente ocupan los 5,2 millones registrados entre
los 40 y los 50.
Nos estamos refiriendo tanto a los puestos de
trabajo como a los cargos directivos, para el caso de que el país no crezca
genuinamente.
Se trata de un tema no menor a la hora de conjeturar
influencias que surgirían del reciente Censo: ya se sabe que el 47,05 por
ciento son varones y el 52,83, mujeres, con un 0,12 por ciento que no se asoció
a ninguno de esos dos sexos.
¿Qué están haciendo hoy los jóvenes que se preparan para
el trasvasamiento?
El menú universitario es muy amplio y variado. Más de 2
millones de chicos que terminaron la secundaria y piensan seguir tienen
para elegir entre 11.245 carreras de pregrado, grado y posgrado que se
dictan en las 131 universidades públicas y privadas de todo el país.
Para tener una idea actualizada de las inclinaciones, en el
último CBC creció la cantidad de alumnos que lo cursaron para ingeniería en
informática, ciencia de la computación, de datos, económicas y medicina
respecto del año anterior.
Las clásicas de derecho y ciencias sociales quedaron
relegadas, comparativamente.
Los jóvenes tienen en claro que invertir no menos de
cuatro años en una carrera universitaria debería darles una salida laboral o
profesional que les asegure un buen pasar futuro.
El típico cuadro con el título colgado en el living
familiar, “ser alguien”, quedó archivado en el desván de los recuerdos.
Ese “buen pasar” tampoco ya se remite únicamente a cobrar
una remuneración que alcance para tener auto, ahorros, viajar o acceder a una
vivienda. Acumular años de antigüedad en una corporación de nombre dejó también
de ser un incentivo.
Es una tendencia global de la que los argentinos, pese a las
distorsiones económicas, no estamos exentos.
Así, una encuesta que abarcó a 33 mil trabajadores de 17
países, el informe People at Work 2022: A Global Workforce View del ADP®
Research Institute, evidencia que las tres cuartas partes de los
consultados está dispuesto a irse del empleo si descubre que la empresa
tiene una brecha salarial injusta, sea por género o por no contar con una
política de diversidad e inclusión.
Las mujeres son las que más lo sostienen, y los
jóvenes lo sienten especialmente: 77,5 por ciento del capítulo argentino de
la compulsa se mostraron como los más decididos a buscarse un nuevo trabajo
antes que ser partícipes involuntarios de discriminaciones.
En un reciente diálogo entre el jefe de Gobierno de la
Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta, y el ministro de Ciencia y Tecnología,
Daniel Filmus, en el ciclo Democracia y Desarrollo organizado por Clarín,
salió a relucir otra inquietud que involucra a los jóvenes ya recibidos: la
tentación de ir a radicarse a otro país a desarrollar el talento adquirido y
construirse un futuro en un lugar que le asegure estabilidad para crecer y
respeto por sus derechos como persona.
En las actuales gerencias de Personas (ex oficinas de
Recursos Humanos) de las empresas del país pueden dar fe de tales exigencias,
ya no sólo de equidad salarial, sino éticas o culturales.
El comportamiento ético y moral de las corporaciones, al
igual que el de las instituciones, está bajo la lupa de los jóvenes, y demandan
de esos pilares de la sociedad que sean los que demuestren estar al frente de
las buenas prácticas.
Para el joven del 2030 la igualdad de oportunidades,
la diversidad y la inclusión van mucho más allá que cualquier slogan y
apariencia.
La dirigencia actual tendrá que ir tomando conciencia del
recambio generacional en ciernes y de la necesidad imperiosa de recrear
condiciones que entusiasmen a esa juventud talentosa con un futuro en
nuestro país. No se lo ve más allá de los discursos.
Fernando Elías Vicepresidente del Banco Ciudad.
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