La sensación de estar "encerrado como una rata" en
un departamento se volvió habitual desde el inicio de la pandemia y se
extenderá para muchos hasta que se masifique la vacuna. Ahora bien: la figura
de "conejillo de indias" dejó de representar solo una metáfora
abstracta y se volvió realidad, al menos para muchos estudios de economía
académica y de ciencias sociales en general.
Los cambios bruscos que se vivieron en 2020 fueron
aprovechados para establecer "experimentos naturales" y sacar
conclusiones sobre economía empírica en un abanico que va desde la salud hasta
temas fiscales y monetarios, pasando por economía del crimen, deporte, sueño,
género, atención y comportamiento en general. El Nobel de economía James
Heckman sostuvo semanas atrás que no hay que desperdiciar la crisis, en
términos científicos: "Estamos obteniendo nueva información. Y es
información muy valiosa", dijo Heckman.
Además de los cambios radicales que permiten evaluar
impactos sobre distintas variables, hubo otra tendencia fundamental en 2020 que
facilitó el trabajo de los economistas experimentalistas: la aceleración de la
digitalización abrió compuertas a nuevos datos, mediciones y posibilidades de
análisis.
Uno de los proyectos más comentados en el ámbito de la
economía académica en este sentido es el dirigido por Raj Chetti, una estrella
en el campo de estudios empíricos sobre políticas públicas. Chetti es profesor
de Harvard y en 2013 ganó la medalla Clark, que se otorga al mejor economista
estadounidense de menos de 40 años. Con su equipo lanzó la iniciativa de
"Opportunity Insights", que está siguiendo miles de variables en
tiempo real, anónimas y de compañías privadas, que abren la posibilidad de un
análisis granular en gran detalle sin tener que esperar los tiempos de las
estadísticas tradicionales.
De esta manera pudieron construir un mapa de impacto real
del Covid-19 en la economía que permite adelantar decisiones de políticas
públicas y de compañías privadas. Para muchos colegas, Chetti es número puesto
para ganar el Nobel en los próximos años, tal vez cuando se despegue un poco en
tiempo del que le dieron en 2019 a otra experimentalista estrella, Esther
Duflo.
"Hubo una avalancha de papers de
economía sobre el Covid, muchísimos", dice a la nacion el economista
argentino Nicolás Ajzenman, actualmente en la Universidad de San Pablo. Junto a
sus colegas Tiago Cavalcanti (Cambridge) y Daniel da Mata (San Pablo)
realizaron en menos de un mes una primera versión del muy comentado estudio
"Más que palabras: discurso de líderes y comportamiento de riesgo durante
la pandemia", que ganó el premio al mejor trabajo de micro aplicada de la
Sociedad Brasileña de Econometría, y que documentó cómo las medidas
precautorias de distanciamiento social se relajaron luego de que el presidente
Jair Bolsonaro las desestimara públicamente, en particular en aquellas
localidades donde el mandatario es más fuerte a nivel político.
"Todos los datos que usamos se produjeron en tiempo
real: información de movilidad, datos diarios (por municipio) de compras con
tarjeta de crédito, y hasta usamos info de Twitter que volcábamos al toque en
el paper. En otro contexto probablemente todo hubiera demorado
más", cuenta Ajzenman para este artículo.
A pesar de la profusión de estudios, hay académicos que
alertan sobre las dificultades y el "ruido" que se genera en un
contexto en donde prácticamente no hay actividad que no haya sido impactada por
la pandemia. Un experimento natural ideal es aquel en el que por factores
externos un determinado grupo de personas vive una modificación muy específica,
y otro conjunto (contra el cual se compara) no. Con el Covid está todo mezclado
y es muy difícil establecer causalidades limpias.
Un ejemplo: en el mes de abril varios gobiernos estatales de
los Estados Unidos, dado que el desastre sanitario era particularmente muy
difícil de controlar en las cárceles, decidieron liberar con controles hasta un
20% de los presos menos peligrosos y con más riesgo por el Covid. Economistas
de la Universidad de Carnegie Mellon estudiaron qué pasó con el crimen en esos
lugares en los meses siguientes. El resultado fue que algunos delitos subieron
y otros no, pero es muy difícil atribuírselo a esa medida gubernamental, porque
en paralelo aumentó el desempleo, se desplomó la actividad y el consumo y otras
variables que suelen estar altamente correlacionadas con el crimen.
¿Qué otros campos económicos aprovecharon el año pandémico
para sacar conclusiones? la nacion consultó al respecto a los economistas
Andrés López (UBA), Daniela Olstein (Tandem), Florencia López Boo (BID), Martín
Tetaz (UNLP), Ajzenman (San Pablo), Walter Sosa Escudero (Udesa), Andrés
Borenstein (UTDT) yHugo Acciarri, de la Universidad Nacional del Sur. Además de
los ya mencionados, estos son algunos trabajos destacados:
Arbitros relajados. Jugar partidos de futbol sin
la hinchada presente redujo el "sesgo de los referís", muy estudiado
en economía del comportamiento, que tiende a favorecer a los equipos locales.
De acuerdo con un paper de James Reade, Dominik Screver y Carl
Singleton los equipos grandes fueron los que más sintieron esta corrección de
sesgo en 2020.
Cuidado y género. El cierre de escuelas,
guarderías y centros de cuidado provocó un masivo experimento natural hogareño,
en el cual millones de parejas tuvieron que repartirse las nuevas tareas. Como
se dice en Twitter: "El resultado no te sorprenderá". En una muestra
de 300 parejas con ambos miembros profesionales, un 87% de las nuevas tareas
fueron asumidas por la mujer. De acuerdo con un estudio de Bridget Armstrong,
especialista en salud de la Universidad de Georgia, a pesar de esta desigualdad
en la distribución de tiempo, a los hombres no les fue mejor que a las mujeres
en sus carreras durante 2020.
Multitudes. Durante el velatorio de Diego
Maradona en la Casa Rosada circularon entre economistas locales trabajos
econométricos de los Estados Unidos que buscaron establecer conexiones entre
las manifestaciones (con casi nulo cuidado y distanciamiento) a partir del
asesinato de George Floyd por parte de la policía, y tasas posteriores de
contagio. En su estudio Protestas del Black Lives Matters, distancia
social y Covid 19, Dhaval Dave y cinco colegas investigaron la relación
para 315 ciudades. Los resultados fueron "mixtos", como se dice en
economía cuando no se sabe muy bien lo que pasa. Al igual que los estudios de
crimen, con los efectos de las protestas hay mucho ruido estadístico como para
sacar conclusiones limpias.
Dormir más y peor. Uno de los campos emergentes
con más actividad en 2020 fue el de "economía del sueño". Aquí sí
hubo un experimento natural masivo y bastante claro con las cuarentenas, que
modificaron el "jet lag social" de la obligación a levantarse
temprano para ir al trabajo o al colegio.
En Álter Eco se comentó en agosto uno que llevaron a cabo
Juliana Leone, Diego Golombek y Mariano Sigman sobre una muestra de 25.000
casos en la Argentina. Hubo casi una hora más de sueño en promedio, pero con
una calidad muy deteriorada por el estrés y la incertidumbre. La Argentina es
un país con alto déficit de sueño, y este mal dormir no es un dato trivial:
para media docena de países de Europa y Norteamérica se estimó que el costo
anual de no descansar lo suficiente representa entre un 1,5% y un 2,5% del PBI.
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