Hablemos hoy de esa capacidad humana que todos los empresarios buscan en la gente que contratan y que pocos (solo los afortunados) obtienen: el compromiso. El resto - los infortunados, la mayoría - se conforman con el simple trabajo y se extrañan de que el compromiso no venga “preinstalado” en la gente y se sienten estafados cuando descubren que contrataron gente sin él o con un compromiso raquítico.
Lo que no saben estos empresarios es que el compromiso es un recurso gratuito: no cuesta nada, no hay que pagar por él. Es más quien quiere comprarlo se encuentra sin nada a cambio mas que agradecimiento, satisfacción temporal o servilismo; sucedáneos del compromiso. La gente se compromete cuando quiere, con quien quiere y por las buenas, sin más. Y hay cantidades enormes de compromiso esperando destino en cada uno de nosotros.
¿Y si no se compra cómo se obtiene? La respuesta no es fácil pero todos los que han pensado y escrito sobre el asunto –muchos y durante siglos- coinciden en afirmar que el compromiso surge como fruto de la pasión. Si nos ponemos cursis diríamos que ocurre como en las relaciones amorosas: primero se enciende la pasión, viene luego el noviazgo que culmina en el anillo de compromiso. Lo que viene después es otra historia. Ya sabéis, como decía aquel: “prefiero que me incineren a que me entierren y cualquiera de las dos cosas antes que pasar un fin de semana con mi mujer”.
Pero volviendo al tema… El problema es averiguar cómo se enciende la pasión de la gente por la empresa en la que trabaja. Hay técnicas de seducción diferentes y los libros de Management describen varias que el interesado hará muy bien en consultar porque están al alcance de cualquiera (los libros me refiero).
De entre ellas destaco hoy una que no es de las más citadas pero que tengo por una de las más potentes: me refiero a despertar la pasión por medio de lo que se hace y subrayo el “hace” refiriéndome a lo que se “produce” o a lo que “se sirve”, al tangible que de ello resulta.
Si la gente que trabaja en mi empresa no se siente atraída por lo que produce, si no conoce a fondo lo que sale de sus manos y va a parar a cliente –conocer es el primer paso para apreciar algo-, si no es capaz de hablar ni medio minuto sobre ello, ni de ver lo distintivo con respecto a lo que de similar hace la competencia, si lo considera algo del montón, mediocre o feo, seguro que no despertará en él la más mínima pasión. Si ocurre lo contrario es probable que llegue a apasionarse algún día por el producto y de paso con la empresa que lo hace posible.
Acabo de leer un libro acerca de Steve Jobs (The Steve Jobs Way) en el que se habla de este tema y en los mismos términos. Jobs resume el secreto de su éxito con la frase “Passion is the magic”. Lo que este hombre ha logrado en pocos años es admirable: en una década ha convertido a Apple en la primera empresa tecnológica del mundo en valor de mercado, por delante de Microsoft. Jobs comenta que lo ha logrado gracias a la pasión y al compromiso diario de su gente con lo que hacen. Gente que trabaja duro en el diseño y desarrollo de nuevos productos porque sienten verdadera pasión por ellos, gente a quien les gusta lo que fabrican y están deseando ser los primeros propietarios de las próximas novedades.
“Lo tiene fácil” - dirán algunos- si trabajara en mi empresa que fabricamos lejía o que damos servicios funerarios….”. Pues no se, pero seguro que Jobs les haría enamorarse de ello.
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