En
todas las organizaciones tenemos personas con diferentes roles, que llevan a
cabo diversos papeles, siempre el que mejor encaja con ellos. No podemos olvidar que la mayoría de las
personas se comportan en el trabajo con bastante similitud a como lo hacen en
su vida privada y social. No suele darse el caso de desarrollar diferentes
personalidades según la situación.
Hoy
quiero centrarme en el perfil del compañero de trabajo impostor. Es un personaje que pretende aparentar lo
que no es, que va de lo que no es, que quiere dar la sensación de hacer mucho
cuando es todo lo contrario; va de amigo de todos y en realidad siempre va con
el puñal para clavarlo cuando menos uno se espera. ¿A cuentas personas así
conocéis en vuestro entorno laboral? Seguro que más de las que os gustarían y
estoy seguro que ya os ha venido su nombre a la cabeza.
Lo
mejor de todo es que a estas personas al final se les ve venir y el resto de
compañeros identifican cómo son, sin embargo, saben mantener las apariencias y
soltar sus encantos de falsedad con las personas que toman las decisiones.
Suele ser común que, al final, cometa un error cuando baje la guardia. Las personas impostoras son muy
camaleónicas, es decir, que tienen mil caras y no dudan en sacar la que más les
interese en cada momento. Pueden ser amables, atentos, comprensivos,
comunicativos, reflexivos, trabajadores, solidarios, etc.; con el fin de
conseguir sus propósitos con las personas a las que quieren manipular o
utilizar.
Las personas con este
rol son muy observadoras, que identifican el pie de que cojea el resto de
persona de su entorno para sacar de cada uno de ellos lo que le interese.
También suelen aprovechar las debilidades o los momentos flojos para minar la
moral de los demás y sobresalir. Pero es todo labia. Por ello, cuidado con
confiar rápidamente en personas que acabáis de conocer en el ámbito
profesional. La confianza debe
ganarse y darse poco a poco tras demostrar con tiempo y actos como son. Al
principio, todos somos muy “guays” hasta que se demuestre lo contrario, sin
embargo, es imposible mantener el mismo papel siempre. Los pequeños detalles
serán los que os hagan ver las diferencias.
Las personas con un
rol impostor tienen un punto débil que les hace mostrar su verdadera cara y es
cuando han conseguido los propósitos profesionales que tenían y eso les hace
olvidarse de lo que han dejado atrás. Así que no dudéis que de un día para otro
os ignoren o incluso no os dirijan la palabra si ya no les servís para ninguno
de sus nuevos planes de futuro.
Siempre
aconsejo ignorar a estas personas y hacerse una coraza para que vean que no os
afectan sus intenciones o tretas. Disfrutan viendo sufrir a los demás. Por lo tanto, debéis plantarles cara de
forma inteligente para que caigan en su propia trampa y así los demás vean como
son.
El
impostor propondrá, dirá y hará todo lo que pueda para quedar bien delante de
los que toman las decisiones. Las
personas con este rol critican a los demás y lo que hacen porque ellos lo
harían de otra forma. Eso sí, cuando algún día llegan a ocupar esa posición
toca demostrar que lo pueden hacer y suelen dejar patente que el listón nunca
está lo suficientemente bajo como para no hacerlo peor. No olvidemos
que, como se suele decir, los toros desde la barrera se ven muy bien. Es luego
en la plaza cuando toca lidiar con ellos y es en ese momento, cuando se ve la
casta de cada persona. Las personas impostoras suelen recurrir a echar la culpa
a sus antecesores y esa triquiñuela les puede valer inicialmente pero luego, no
cuela.
Este tipo de
personas, en el fondo son mediocres y no pueden sobresalir si no es a costa de
aprovecharse de otras personas de su entorno profesional más capacitadas pero
menos estrategas. Suelen tener tirria a las personas que sobresalen por si
solas porque son buenas en lo que hacen.
Las
personas impostoras son envidiosas y se alegran de las desgracias profesionales
ajenas y, por el contrario, cuando triunfan los otros, suelen dar esa
felicitación con la boca pequeña.
Lo mejor es andaros
con cuidado con este tipo de personajes y mantener el mínimo contacto posible,
es decir, el justo y necesario. No os fieis y no os dejéis manejar.
Los
responsables de las organizaciones deben tener cuidado a la hora de decidir de
quién fiarse porque muchas veces las apariencias engañan y deben ver todo el
proceso de las personas y no solo la parte obvia.
Cuéntanos tus
experiencias con este tipo de perfiles en vuestra organización. ¿Cómo os habéis
enfrentado con este tipo de personas? ¿Qué acciones consideráis que son
efectivas para alejarlos de vosotros?
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