En una reciente búsqueda del Secretario General de una importante asociación, además de la descripción detallada del cometido, responsabilidades de la posición a cubrir y perfil del candidato ideal, creí importante que la persona saliente (por razones de edad) me diera su visión del puesto y me describiera, después de su larga experiencia en la posición y de haber tenido como jefes a varios presidentes, cuál era, a su juicio, la persona ideal para desempeñar eficazmente el cometido que ella dejaba. Todo ello, con fines a que me aportara su visión complementaria.
La persona me dio, entre otras, una pista adicional que entendí y supe usar y que, en el fondo, considero clave para el desempeño eficaz del puesto de trabajo. Me dijo: "Ante todo, el candidato ha de ser una persona que sepa trabajar bien con un jefe (el Presidente de la asociación) que practica continuamente el micromanagement".
El micromanagement consiste en que el jefe suele entrar al detalle del cometido del subordinado, revisando con frecuencia temas puntuales que normalmente se delegan, pero que, en este caso, son objeto de control minucioso y repetido. Incluye temas de importancia secundaria, y hasta triviales. Esto constituye una fuerza de rozamiento permanente que desgasta racional y emocionalmente al subordinado.
Llevado a ultranza, el micromanagment constituye una auténtica degradación de las funciones de liderazgo y gerenciales que el micromanager deja de hacer, al tiempo que invade la parcela de cometidos de los subordinados, minando su moral al duplicar y complicar el sacar el trabajo adelante.
El micromanager con frecuencia no suele estar a la altura del puesto que ocupa. Sustituye liderar por administrar, y, sobre todo, genera un trabajo aburrido y una burocracia creciente al convertirse él mismo en el cuello de botella del proceso. El cuello de botella va in crescendo hasta hacer crisis por un camino u otro.
La persona que reporta a un jefe practicante del micromanagement, además de ser organizada, debe saber tener mano izquierda y paciencia para soportar el ser objeto de continuas revisiones y modificaciones de los trabajos. En otras palabras, debe ser una persona con alta tolerancia a la frustración, con resiliencia (capacidad de sufrir y resistir las dificultades) y capacidad para dirimir con el caos que su jefe le genera, sintiéndose satisfecha de convertir en orden si no todo el caos, sí parte de ese caos.
Sólo así podrá crecer en el puesto y, con el tiempo, ocupar el del jefe, sustituyendo la incompetencia y el micromanagement por una delegación y liderazgo eficaces, siendo capaz de bajar al detalle sólo cuando sea preciso.
Todo ello si la contaminación del micromanagement no ha llegado a erosionarle del todo y no ha alcanzado niveles de desgaste que hagan el caso irreversible.
Fuente: expansión.com
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Experiencias
Rodolfo Salas: Facilitador y potenciador sobre conocimientos de liderazgo, estrategia, marketing y gestión de los negocios.
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