La
actitud positiva y proactiva junto a la tolerancia a los errores, la capacidad
de comunicación y una visión realista de las circunstancias son algunos de los
elementos que dan forma al espíritu emprendedor.
Alrededor de la figura del emprendedor siempre revolotea la
pregunta de si nace o se hace. Debate aparte, lo cierto es que hay algunas
características y predisposiciones innatas que allanan el camino a las personas
que quieren poner en marcha una empresa.
En su obra El libro negro del emprendedor, Fernando Trías de
Bes asegura que "es una forma de enfrentarse al mundo y de entender la
vida. El emprendedor es la persona que disfruta con la incertidumbre y la
inseguridad de qué pasará mañana".
Pero, ¿cuáles son los rasgos y comportamientos que distinguen
a estos profesionales? Profiles International, en colaboración con AJE Madrid,
Aseme-Omega y Emprendedores Jung, ha analizado los componentes de la cadena de
ADN del emprendedor español. Pautas que pueden ayudarte a averiguar si cuentas
con una cierta predisposición para enfrentarte al mundo del emprendimiento.
Intereses
para emprender
En muchos casos, la fuerza del espíritu emprendedor es tal
que estos profesionales, más tarde o temprano, acabarán embarcándose en la
aventura de crear un negocio. Sin embargo, la motivación interna puede
desglosarse en tres orientaciones: personas creativas, a las que les entusiasma
la oportunidad de utilizar su talento para generar productos e ideas
innovadoras; las mentes puramente emprendedoras, que se sienten atraídas por un
mundo dinámico, competitivo y de gestión de sus proyectos, y los profesionales
en los que pesa más la orientación financiera y administrativa.
Estos últimos centran su atención en las cifras, los datos,
los balances... Recaban toda la información financiera que precisan para crear
sus negocios, así como para el desarrollo y establecimiento de los procesos más
adecuados a cada momento de la empresa.
Desempeño
Uno de los elementos claves de la cadena de ADN de los
emprendedores es su modo de actuar, es decir, su desempeño. Entre las
capacidades que el estudio de Profiles International ha destacado en los
empresarios españoles resalta el razonamiento verbal. Según este informe,
nuestros emprendedores se comunican de manera eficaz y se sienten a gusto
explicando los aspectos más complejos de su proyecto y la forma en la que lo
llevan a cabo.
También son profesionales muy receptivos, que asimilan de
forma rápida la información del entorno. Saben que se mueven en un ecosistema
muy competitivo y que la agilidad para procesar información es una pieza clave
para permanecer en el mercado. Hay que tener en cuenta que muchos de esos datos
son numéricos y, según el informe, los emprendedores españoles son
razonablemente eficientes en el uso de contenido financiero y lo manejan con
soltura en su toma de decisiones.
Rasgos
de comportamiento
La mayoría de quienes han creado su propia empresa coinciden
en que, durante los primeros años, se convierten en personas-orquesta, que
deben atender varias tareas a la vez. Sin embargo, esta vorágine no les achanta
y, ante ella, muestran un nivel de energía muy elevado, con una actitud
positiva y proactiva.
La presión a la que se ven sometidos no impide que actúen de
manera oportuna y tomen decisiones rápidas, incluso cuando no tienen toda la
información. En esos casos, echan mano de la intuición.
Otra de sus características es que se sienten a gusto
asumiendo roles de liderazgo, posición que comparten si es necesario. Les gusta
trabajar en equipo y favorecen la creación de un ambiente donde se comparten
ideas e iniciativas. No obstante, funcionan mejor sin supervisión directa,
porque eso les permite tener el control de sus propias actividades. Por tanto,
desempeñan mejor sus funciones cuando tienen plena libertad para decidir de
manera independiente.
Elegir
el momento
Es evidente que tener una idea clara de lo que se quiere
ayuda, y mucho, a la hora de iniciar una actividad empresarial. Pero también es
esencial saber cuál es el momento adecuado para llevarla a cabo.
Una de las moléculas del ADN emprendedor es precisamente la
que le dice que ha llegado la hora de ponerla en práctica. No suelen dejarse
llevar por las circunstancias, ni se lanzan al mercado cuando no lo sienten de
verdad. Saben que si se precipitan, la presión será demasiado fuerte y eso
puede repercutir en que tomen decisiones erróneas que les conduzcan a graves
fallos.
Realista
Uno de los peligros que los profesionales con verdadero
espíritu emprendedor saben controlar es el exceso de optimismo y de confianza.
Son realistas, tienen los pies en la tierra y saben que nunca se pueden
controlar todas las reglas del juego empresarial: los imprevistos llegan.
Por eso, una de sus mejores bazas es la capacidad de
adaptación. Están dispuestos a desaprender y asimilar formas diferentes de
hacer las cosas con el único objetivo de que la empresa siga atendiendo las
necesidades del público.
También son cautos y no se dejan llevar por los primeros
buenos resultados que pueden conducir a la improvisación y a morir de éxito.
Fracaso
= volver a empezar
En España aún se penaliza mucho el fracaso, pero las nuevas
generaciones de empresarios ya no le tienen tanto miedo. Lo ven como algo
inseparable de la vida empresarial, en la que es muy difícil que todo salga
bien a la primera, y afrontan el error como una parte más del proceso.
Además, son conscientes de que si quieren que su negocio
tenga un valor añadido, deben alejarse de las inercias del mercado y atreverse
a hacer cosas nuevas. Por tanto, asumen los fracasos como lo que son: una
experiencia de la que se tiene que aprender.
Entornos
en los que cultivar el gen creativo
Cuando se habla de emprender, inmediatamente se piensa en
crear una nueva empresa. Sin embargo, es un concepto mucho más amplio, que
abarca distintos ámbitos pero, por desgracia, algunos de ellos están descuidados.
Estos son algunos en los que aún queda mucho por hacer:
* Cultivar la inquietud emprendedora desde la infancia.
Recientes investigaciones señalan que una tercera parte de nuestra capacidad
creativa es ADN. Las otras dos terceras partes provienen del entorno en el que
crecemos y del trabajo que realizamos. Por tanto, hay muchas cosas que podemos
hacer para potenciar este espíritu desde la infancia. Una de ellas es favorecer
la observación, el networking y la experimentación. Hacer cosas con gente que
no piensa ni actúa como tú.
* Las compañías más innovadoras están guiadas por directivos
que emplean su tiempo en plantear preguntas provocativas, observando el mundo
como antropólogos y aprovechando la diversidad cultural para sembrar su
inquietud en todos. Son jefes empeñados en pedir la participación de los
empleados, en favorecer la experimentación y en poner en práctica nuevas
iniciativas que, si fracasan, no dejen una huella negativa en los profesionales
que las realizaron.
* Una sociedad más abierta.
Si se vive en un colectivo cultural donde no se valoran o no se permiten
diferentes puntos de vista, es realmente difícil que surjan nuevas iniciativas.
Cambiarlo es posible, pero es una tarea ardua que debe comenzar de forma
individual y extenderse a todos los niveles y estratos empresariales y
sociales.
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