Azar, némesis, lianas en la madurez y creatividad: de qué se tratan las enseñanzas que pueden extraerse del comportamiento de los deportistas argentinos en Qatar.
Lionel Messi y la Copa del Mundo,
el 18 de diciembre de 2022 en Qatar. Tom Weller - dpa
Para no ser menos, este
espacio va a sumar cuatro lecciones de Messi y Cía. Son lecciones
vinculadas a varios territorios que habitualmente se tratan en Álter Eco: la
ubicuidad del azar, la Revolución Senior, la creatividad y los bueyes perdidos
en general. Van algunas perlas menos conocidas para extrapolar aspectos poco
analizados de la experiencia a los negocios y a la vida cotidiana en general.
Match Point
En toda la epopeya de Qatar es
increíble la cantidad de veces en las que, como en la película de Woody Allen
Match Point, la pelotita (en aquel caso de tenis) hizo equilibrio en el medio
de la red antes de caer a un lado o al otro, cambiando completamente en
esa instancia el devenir de los acontecimientos. Si el Dibu Martínez
no atajaba la pelota en el último minuto del alargue contra Francia, si en esa
misma jugada se la pasaban a Mbapé que venía solo y habilitado por la
izquierda; si los arqueros de Países Bajos o de Francia acertaban a tirarse al
lugar donde pateaba Messi... Y así podría seguir la enumeración de
instancias donde la historia podría haber cambiado 180 grados.
Para Juan Ignacio “Pepe” Sánchez,
exbase de la Generación Dorada, el equipo de básquet argentino que ganó la
medalla de oro en Atenas 2004, esta presencia muy importante del azar es lo que
hace que el fútbol sea, para él, el deporte más atractivo del mundo para ver
hoy, dada su tensión dramática.
“Todos los deportes hoy en día
están impactados por la revolución de datos y la ciencia. La
diferencia con el fútbol es que, como el resultado es bajo en anotaciones, lo
aleatorio pesa mucho más. Es un tema matemático. Revertir un 0-2 en fútbol es
mucho más probable que revertir 20 puntos en básquet por la cantidad de
aciertos y errores que se tiene que dar en uno (pocos) y en el otro (muchos)”,
cuenta Pepe Sánchez a la nacion, “Por eso, creo que el fútbol es el
deporte más atractivo hoy para la gente a nivel global, porque incluye altas
dosis de aleatoriedad. Y eso, a los humanos, nos gusta mucho”.
Yo nemeseo, tú nemeseas, él
nemesea
En el mundo del cubo Rubik se suele
usar el neologismo “nemesear” para referirse al hecho de que
uno supera a otro jugador en todas las categorías en las que se compite (3X3,
4X4, a ciegas, pyraminx, etcétera). Un récord mundial en alguna de ellas, por
ejemplo, no tiene ningún “némesis”. El sitio nemesizer.com va
siguiendo de forma permanente los resultados de los torneos e informa cuántos
cuberos “nemesean” a uno y a cuántos “nemesea” el interesado en saberlo.
La palabra “némesis” proviene de la
antigua Grecia y a menudo se usa como sinónimo de “enemigo”, pero su
significado real es mucho más rico y amplio. “Creo que es una de las más
poderosas y subestimadas fuerzas detrás del comportamiento humano”, sostuvo el
divulgador y exprofesor de Standford Ted Gioia en un ensayo titulado: No
necesitás un mentor, sino un némesis.
“Un némesis es mucho más que tu
enemigo: es tu lado oscuro, comparte tu ADN”, dice Gioia, para quien
las personas más exitosas en sus disciplinas lograron brillar gracias a
competir contra un némesis que los hacía ir más allá de sus límites. Desde
compositores de música hasta personajes cinematográficos: Batman tuvo la suerte
de tener al Guasón, una figura tan atractiva que las películas en las que
aparece superaron en taquilla a las de cualquier otro superhéroe.
Y sucede lo mismo en las
competiciones: Nadal y Federer en tenis, Magic Johnson y Larry Bird en básquet,
Alí y Frazier en box, Karpov y Kasparov en ajedrez. Y claro, Messi y Cristiano
Ronaldo en fútbol. La gesta de Qatar tuvo una tensión dramática adicional al
ver al némesis de Messi gritando un gol que no era suyo, pelearse con sus
compañeros y terminar eliminado con la mirada al piso.
Cambiar de liana
Y hablando de Cristiano Ronaldo,
otra lección del triunfo argentino en Qatar tuvo sabor a “revolución
senior”, y a lo que el divulgador de esta agenda, Arthur Brooks, llama
“cambiar de liana”, con gracia, a medida que uno va sumando años. Significa
aceptar que esas cosas para las que uno era muy bueno a una determinada edad ya
no son una fuente de éxito, y que hay que tirar un “cambio de frente”.
En LA NACION escribió sobre este
“estilo tardío” Jorge Fernández Díaz, en su columna titulada “Messi, el héroe
crepuscular que salió a cazar el último pez”. Y en The Atlantic, Franklin
Foer publicó un ensayo corto sobre “La guía de vida de Lionel Messi”. “Ronaldo,
de 37 años, falló porque no se pudo adaptar a su declive físico, insistió en
jugar como si tuviera diez años menos. Actuando como si fuera esencial, se volvió
superfluo”. Fue la contracara de Messi, dice Foer, quien, consciente de su
edad, economizó movimientos y nunca pretendió jugar como si tuviera 20 años.
Eligió qué batallas dar con la sabiduría de la experiencia.
El ADN de la grandeza
Su primera misión (conseguir la
remera para su hijo) fracasó: había de todo el resto de las selecciones, pero las
de la Argentina hacía rato que estaban agotadísimas en todo el país anfitrión. Sin
embargo, pudo estudiar un costado menos conocido de Messi: su incursión
en un fondo propio de capital de riesgo, una iniciativa que anunció el
jugador en San Francisco a principios de 2022. Una veta que interesó al croata
Luka Modric y al portugués Ronaldo, entre otros deportistas de elite.
El otro punto que le interesaba a
Hwang era el de indagar sobre el valor de la creatividad en este “ADN de
grandeza”, en un período en el que la inteligencia artificial (ChatGPT, Open
IA, etcétera) anuncia cambios radicales en muchas tareas humanas que se
automatizarán en 2023. “Y eso que estamos viendo solo los primeros
pasos”, dice Hwang, para quien la creatividad, que siempre tuvo un rol
importante, se volverá todavía más protagónica en el nuevo mundo.
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