El aislamiento, el
miedo a contagiarse y la crisis económica producen efectos en la salud mental
de las personas / Fuente: LA NACION
El descenso constante de reservas del Banco Central es uno
de los principales temas de preocupación del Gobierno, empresarios y
economistas en las últimas semanas. Pero hay otro "tanque de
combustible" que también se está vaciando y sobre el que se habla menos:
el de la "reserva cognitiva" colectiva, debido al deterioro de la
salud mental que se está produciendo por el aislamiento, el miedo a
contagiarse, la crisis económica y el cambio de vida brusco de la cuarentena.
A tal punto, que los expertos en el tema ya hablan de
"la otra pandemia". "Pensemos que seis de las diez enfermedades
que causan mayor discapacidad en la población laboralmente activa son
enfermedades mentales. Los costos directos e indirectos son altísimos",
explica Julián Bustin, jefe de gerontopsiquiatría de Ineco y profesor de la Universidad
Favaloro.
Bustin cuenta que el abordaje de estos temas cambió
radicalmente en los últimos 25 años, desde que él empezó con la práctica
médica: "Yo era mucho más biologicista por formación, y lo que se avanzó
en este último tiempo tiene que ver con el énfasis en la adopción de buenos
hábitos para construir una suerte de armadura que atenúa o evita enfermedades
mentales", agrega el profesional, que también se educó en Cornell (Estados
unidos) y en el Reino Unido. Entre los hábitos que hacen crecer la reserva
cognitiva están la educación formal y las interacciones sociales, dos avenidas
bloqueadas o resentidas por la cuarentena. Esto, además de los buenos hábitos
más conocidos: ejercicio físico, alimentación saludable, higiene de sueño,
hidratación, etcétera.
Aunque viene creciendo en cantidad de estudios, la
"economía de la salud mental" es un territorio aun relativamente poco
explorado para los economistas, en relación a su impacto. En enero de este año
se publicó un trabajo de Martin Knapp y Gloria Wong que da cuenta del actual
escenario de este campo. "Las evaluaciones económicas sobre salud mental
pasaron de 100 en 1999 a 4000 en 2019 -sostienen los autores-, y ya se superó
la edad de la inocencia en este aspecto". Sin embargo, subsisten obstáculos:
los análisis económicos no suelen ser del todo bien recibidos por los médicos y
ambas disciplinas hablan distintos idiomas, según sostienen Knapp y Wong.
En el medio, el problema se agiganta: según el Foro
Económico Mundial, para 2030 el costo económico asociado a problemas de salud
mental en el planeta superará los seis billones de dólares (seis millones de
millones de dólares). Es una proyección conservadora: la Comisión de
Psiquiatría de The Lancet (una publicación especializada que
hoy es la máxima referencia en este sector y que este año rubricó en sendos
artículos la importancia de la educación formal y de la interacción para la
suba de reserva cognitiva) sitúa esta cifra en 16 billones de dólares para
2030, cuando se incluyen pérdidas por productividad laboral y valor del
deterioro de la educación.
Y estas estimaciones son de antes de la pandemia. En abril,
un 45% de los estadounidenses afirmaron que la crisis del Covid estaba
afectando de alguna manera su salud mental, mientras que un 20% acusó un
"gran impacto" en esta materia, según una encuesta de KFF. Las
prescripciones de pastillas para la ansiedad subieron un 34% entre febrero y
fin de marzo; las de antidepresivos, un 19% y las de somníferos, un 15%. Un
artículo en The Lancet reportó incrementos importantes en
intentos de suicidio, trauma, depresión y adicciones.
En la Argentina, Ineco informó que se cuadruplicaron los
casos de síntomas de depresión durante la cuarentena. Facundo Manes, director
del instituto, habló de una "pandemia de enfermedad mental" y precisó
que los jóvenes están siendo particularmente afectados.
Con tan altas cifras en juego, la agenda de innovación y de
"nudges" ("pequeños empujones" que estudia la
economía del comportamiento) está que arde. Inglaterra es uno de los países a
la vanguardia en este aspecto, con trabajos pioneros en economía de la salud
mental de Andrew Oswald (de Warwick) y Richard Layard, de la London School of
Economics. Su trabajo fue tan influyente que en 2018 Inglaterra nombró un
"Ministro de la Soledad". Se estima que la soledad tiene un impacto
mayor al que se estimaba en enfermedades coronarias y otras afecciones. El
semanario The Economist lo tiene como un tema central en su
línea editorial. Y es un problema que creció con la pandemia.
"El poder unir análisis de datos con inteligencia
artificial y machine learning va revolucionar muchísimo tanto
los diagnósticos (por el poder predictivo), como el trackeo y
avance de las intervenciones", dice la terapista ocupacional y experta en
innovación Sofía Gayer.
Ya hay casos de startups como Yerbo, fundada por
los hermanos Marcos y Carlos Spontón, que usan machine learning,
ciencias del comportamiento y psicología cognitiva para trabajar a través de
"empujoncitos" que buscan reducir la cantidad de "quemados"
y aumentar el bienestar en empleados de las empresas. Permite tener un
monitoreo de los avances de cada persona y ayuda a que el usuario aumente
auto-regulación personal.
Otro ejemplo, más de análisis predictivo, es Sigmind, de
Mariano Sigman, Facundo Carrillo y Raúl Echegoyen, que busca hacer predicción
del análisis discursivo de las personas para detectar dificultades en la salud
mental.
"El objetivo es pasar de trabajar solo con
?enfermedades de salud mental', con personas con diagnóstico, a promover y
prevenir dificultades de salud mental en toda la población", agrega Gayer.
Hay mucho estudiado sobre los factores "protectores", como los
vínculos de calidad, por ejemplo, que sirven para incrementar la reserva
cognitiva a la que hacía referencia Bustin en el inicio de la nota.
Luego, hay también una serie de iniciativas menos conocidas
pero de enorme potencial. Tim Ferriss es uno de los máximos gurúes mundiales en
productividad personal, autor de libros con millones de ejemplares vendidos
como La semana laboral de cuatro horas o Herramientas
de titanes. Su podcast El Show de Tim Ferriss ya superó
las 500 millones de bajadas. Ferriss donó recientemente tres millones de
dólares para la investigación sobre uso de drogas psicodélicas para afecciones
de salud mental. Cree que aquí hay un camino para hackear la
crisis pandémica de salud mental. "Hay una ventana de oportunidad de oro
en los próximos cinco años, donde relativamente pocos millones de dólares de
inversión pueden tener un impacto de miles de millones", afirma Ferriss.
Habrá que escucharlo: lo dice alguien que invirtió en las primeras etapas de
empresas como Uber, Twitter, Ali baba, Shopify, Duolingo y Facebook.
Que la demanda en el terreno de la salud mental se va a
incrementar es indiscutible. La pregunta es si esto se traducirá en un mayor
gasto de los gobiernos y de la población en general. Monica Oss, CEO de
OpenMinds, una consultora especializada en estrategia de salud, escribió en
mayo un ensayo titulado Gasto en salud ahora y después de la pandemia.
Oss cree que los déficits gigantescos que tendrán los gobiernos en general
posCovid van a limitar severamente la posibilidad de atender esta mayor demanda
de políticas de salud mental con mayor gasto.
A la emergencia sanitaria y a la crisis económica se les
suma un vector de riesgo menos presente en la conversación pública, pero con
costos a la par: el de la emergencia de salud mental. "Son, sin duda,
tiempos interesantes para ser contados; no sé si tanto para ser vividos",
le dijo semanas atrás la escritora Mariana Enriquez a la periodista Hinde
Pomeraniec.
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