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Rodolfo Salas: Facilitador y potenciador sobre conocimientos de liderazgo, estrategia, marketing y gestión de los negocios.

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viernes, octubre 29, 2010

La India: entre la tradición y el cambio

Dentro de apenas dos décadas, India será el país más poblado de la tierra. Un potencial enorme que, sin embargo, exige cambios profundos para aprovecharlo. Todos los datos demográficos de la India sorprenden y alarman por su magnitud. Con más de 1.000 millones de personas (1.171.000), el país reúne más habitantes que Europa, que África o que todo el hemisferio occidental. De ellos, 375 millones tienen menos de 15 años y más de 60 millones no han celebrado su quinto cumpleaños, lo cual define el alto potencial de su futura evolución.

India crece cada año en más de 20 millones de personas, la mayor aportación de un país individual a la población mundial, y, aunque China tiene hoy más efectivos, será superada por el país del Ganges hacia el 2030, una cabeza que nunca perderá en el futuro.

India superará a China como el país más poblado de la tierra hacia el año 2030, un liderazgo que nunca perderá en el futuro.

El subcontinente de Ghandi o de Tagore produce en los occidentales una imagen a veces demasiado estereotipada, de crecimiento incontrolado e infinito, al que se asocia la pobreza y su manifestación más visible: el hambre. Sin embargo, la India, aunque vaya a encabezar el ranking de países más poblados de la tierra, adopta pautas más moderadas de crecimiento. De hecho, los dos factores básicos del crecimiento interno -natalidad y mortalidad- han experimentado cambios profundos, aunque se encuentra todavía a medio camino de su evolución

Las mortalidades -general, maternal e infantil- han disminuido, pero todavía presentan valores intermedios, lejos de los occidentales, como la siega de la vida de 55 niños de cada 1.000 nacidos antes de cumplir su primer aniversario (sólo 3,5 en España) o el hecho de que la esperanza de vida alcance sólo los 63 años entre los hombres y los 65 entre las mujeres (78 y 84 en España). Ciertamente la deseable mejora de esas cifras va a producir más crecimiento potencial, que será compensado por la sostenida caída de la fecundidad.

Sin duda, la natalidad es la variable fundamental de la evolución poblacional del país, y sobre la que las autoridades han actuado de forma más decisiva. Históricamente, el número medio de hijos por mujer fue de 6; hoy es de 2,7, evidenciando un decrecimiento que en algunos estados baja hasta 2, aunque en otros se mantenga por encima de 4, sobre todo en los territorios del norte.

La natalidad es la variable fundamental de la evolución poblacional del país, y sobre la que las autoridades han actuado de forma más decisiva, hasta reducir de 6 a 2,7 el número medio de hijos por mujer.

La caída obedece a un conjunto de factores que ha sumado sus efectos. El primero tiene que ver con la elevación de la edad a la que se celebran las bodas, un cambio de gran relevancia debido a la universalidad del matrimonio. En los años 60, un 20% de las chicas entre 10 y 14 años, y un 70% de las de 15 a 19, estaban ya casadas. Ahora no hay apenas matrimonios antes de los 15 años, y los de 15 a 19 se han reducido dos tercios. Un retraso que supone menos alumbramientos.

La segunda causa es el aborto selectivo que reduce el número de mujeres (madres en potencia) y crea una anormal distribución por sexos de la población, especialmente en las edades más jóvenes. La declaración de la ilegalidad de esta clase de abortos (1994) y los esfuerzos del Gobierno para que los padres valoren por igual a sus hijos e hijas han reducido la práctica, pero no la han eliminado.

Algunos estados han dado una vuelta de tuerca depositando una cantidad por cada niña nacida que ésta recupera a los 18 años si alcanza un determinado nivel educativo. Y, por supuesto, el habitante “oficial” mil millones fue una chica, nacida en un hospital de Nueva Delhi el 11 de mayo del año 2000. Pero ni así.

La India ya no es poblacionalmente lo que fue, los progresos alcanzados son notorios, pero el cambio hacia la modernización se ve entorpecido por la condición rural de buena parte del país y por las fuertes tradiciones sociales y religiosas.

La tercera y decisiva influencia deriva de las sucesivas políticas de reducción de la natalidad que la India puso en marcha en 1952, y que se aceleraron en 1975 con la llamada “emergencia nacional” de Indira Gandhi. Algunas de las acciones emprendidas cometieron excesos (entre 1976-77 hubo 8,3 millones de esterilizaciones) que obligaron primero a suspenderlas y luego a suavizarlas.

El Ministerio de salud y Planificación Familiar, creado en 1966, fue convertido después de la emergencia en Ministerio de Salud y Bienestar familiar, un cambio semántico que marca la distancia entre los primeros programas coercitivos y la naturaleza “voluntaria” de los últimos, aunque tal voluntariedad haya que matizarla en algunos estados.

La India ya no es poblacionalmente lo que fue. A los progresos en el campo demográfico, con mejores indicadores en la mortalidad y en la natalidad, se unen además los alcanzados en la producción agraria y en los transportes, que han hecho desaparecer casi las viejas hambrunas, aunque la mitad de los niños indios estén todavía mal nutridos.

Los progresos alcanzados son notorios, pero el cambio hacia la modernización se ve entorpecido por la condición rural de buena parte del país, por las fuertes tradiciones sociales y religiosas que limitan particularmente el papel de las mujeres. Además, el crecimiento demográfico, aunque más contenido, va a ser todavía muy fuerte, hasta el punto de que en el año 2050 la población se situará probablemente en torno a los 1.600 millones.

Por tanto, los retos de la India son inmensos, ya que a las necesidades actuales en el campo alimentario, educativo y laboral, habrá que sumar los que añadirán esos 400 millones más de personas. Pero no habrá más remedio que habilitar los recursos para atenderlas, ya que por la simple inercia demográfica no será fácil lograr una reducción significativa del crecimiento.

Rafael Puyol. Vicepresidente Fundación IE.

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