jueves, diciembre 19, 2013

¿Cómo debe el directivo promover la Integridad?

En muchos proyectos en los que he estado y estoy involucrado, aprecio que las organizaciones buscan el desarrollo de la “integridad” como valor inmutable e incuestionable. A priori, ello es muy loable; Pero el problema surge cuando tramamos de acotar la integridad: ¿que entendemos por integridad? y ¿cómo identificamos  comportamientos observables que lo ejemplifiquen?

Y es que “integridad” nos habla del despliegue de un conjunto de comportamientos acordes con lo que pensamos que naturalmente es mejor para la organización... y para nosotros. Ello no deja, obviamente, de tener aspectos subjetivos: ¿qué entendemos por lo mejor?; Y si queremos ir más allá: ¿qué entendemos moralmente por lo mejor?

En mi opinión,- y acotado al campo profesional-, integridad supone hacer lo mejor posible las cosas cuando nadie más las observa y juzga; pero también es coherente con nuestro entorno. Ello, -al menos bajo mi punto de vista-, supone respetar las cosas y actuar con rectitud. Es simple pero difícil de llevar a cabo. Ya que lo primero que pensamos es: “¿qué es lo correcto?”. Es algo que deberíamos preguntarnos constantemente.

Actuar con integridad supone comportarse acorde con lo que realmente creemos que es mejor para todos: personalmente, mi equipo y mi entorno organizativo.

Ello, además, supone tomar consciencia de mis posibilidades respecto de un entorno adecuado con valores inviolables  y tomar de control de mis acciones al respecto. En definitiva, es una cuestión de: identificación y asunción de valores; y desarrollo de la capacidad para la autogestión y el dominio de actitudes acordes.

Por tanto, para actuar con integridad en las organizaciones: ¿cómo nos debemos comportar?

Estos son los pasos que propongo para actuar con integridad dentro de una organización:

1.  Servir de modelo para los demás. Primero nos hemos de examinar. ¿Actuamos acorde con los valores de integridad que nos pide la organización?. Si no somos un modelo para nuestros colegas y colaboradores es difícil que podamos desarrollar la integridad a nivel corporativo. Y ese modelo ha de ser observable por comportamientos acordes con el conjunto de valores que la organización tiene y quiere desplegar. Las organizaciones actúan de forma consistente con sus valores y los directivos han de servir de ejemplo de los mismos. No olvidemos que nuestros colaboradores acaban haciendo lo que ven en sus superiores. Por ello, nos hemos de preocupar de servir de ejemplo.
2.   Preocuparse por formar a los colaboradores. Servir de modelo y predicar con el ejemplo no es suficiente. Nos hemos de preocupar por entrenar a nuestros colaboradores en el desarrollo de los comportamientos de integridad que requiere la organización. Por ello, el directivo ha de convertirse en un mentor de sus colaboradores: mostrando el camino, aconsejando y exigiendo comportamientos acordes. Para comprometer a los colaboradores con el desarrollo de comportamientos de integridad hemos de ser ejemplo y obviamente, activos.
3.   Reconocer comportamientos de integridad. Con el fin de reforzar el compromiso con la excelencia e integridad organizativa, hemos de reconocer y celebrar a aquellos colaboradores que sirven de ejemplo; y a su vez, hemos de discriminar públicamente a aquellos que actúan de forma contraria a estos valores. Cuando alguien actúa al margen de los valores de integridad y se le deja actuar, estamos favoreciendo el desarrollo de una organización incoherente y nociva.

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